Opinión | entre visillos

Hacer cultura desde la periferia

Nuestros pueblos despliegan una intensa actividad, no siempre reconocida

Ahora que con lo de Fitur nos acordamos, un año más, de que Córdoba no es sólo la capital sino toda su provincia, y de que una promoción turística de la marca Córdoba quedaría manca sin contar con ella, bien está valorarla en todo su contenido. Porque nuestros pueblos son patrimonio monumental, histórico y paisajístico, de ése que queda bien en la cartelería por su belleza y fotogenia, pero también son riqueza viva y muy dinámica que se manifiesta en múltiples facetas. Desde la gastronómica --ahí está el éxito el pasado fin de semana de la ruta de la tapa con aceite de oliva en Baena-- a la etnológica, con esas entrañables recreaciones del ritual de la matanza del cerdo en Alcaracejos, o las fiestas de la Candelaria en Dos Torres, por citar ejemplos de actualidad con perfume de otros tiempos. Y nuestros pueblos son también cultura, aunque no suelan llegar sus ecos a la gran ciudad. A menudo desde el ámbito urbanita, con catetez estrecha de miras, nos limitamos a ver en esos municipios y sus periferias una cantera de descanso rural, lejos del mundanal ruido, sin apreciar el caudal cultural que fluye por ellos. Y olvidando que eso, la cultura en sus diversas manifestaciones, da rendimiento turístico y del bueno. Me agarro a unos cuantos hechos recientes como muestra de lo que se cuece fuera de la Córdoba capitalina, aunque se la haya escogido como marco para su presentación.

Hace poco se daba a conocer en la Sala Cajasol la última criatura literaria de Ánfora Nova, editorial ruteña a punto de cumplir 35 años tan fértiles como afanoso es su director, José María Molina Caballero. Se trata de una antología poética, tan bien acabada como todo lo que edita el sello, de ese creador multidisciplinar que es Antonio Quintana. El artista, tras sembrar cuadros y libros fuera de Iznájar, su localidad natal, hace dos décadas echó raíces en la aldea de Los Juncares, donde sigue entregado a su pasión por la escritura. Un esclarecedor y exhaustivo prólogo a cargo de los académicos Antonio Cruz Casado y Juana Toledano, profesores residentes en Lucena que también han seleccionado los poemas, redondea una obra intensa que, con intermitencias, ha desarrollado a lo largo de medio siglo quien también es cronista oficial de Iznájar.

Hablando de cronistas, la asociación que los agrupa en la provincia --nacida, entre otras cosas, para la custodia del acervo documental sobre el que se reconstruyen las historias locales-- acaba de elegir presidente a un montillano, Pepe Rey. Algo nada raro si se tiene en cuenta que la ciudad del vino es también fecunda en cosechas librescas gracias a bibliófilos como Manuel Ruiz Luque, que donó su inmensa biblioteca al pueblo del que ya es Hijo Predilecto --qué menos-- y como José Antonio Cerezo. Otro erudito de la localidad, el recordado escritor y periodista José Ponferrada Gómez, no cesa de recibir homenajes póstumos de Montilla, algunos proyectados hacia la capital. Así, días pasados se presentaron en el Círculo de la Amistad dos volúmenes que rescatan su figura; uno recopila las ponencias de las Jornadas Bibliográficas de 2022 celebradas en su memoria, y el segundo es un índice de los libros publicados y apuntes biográficos a cargo de su hijo, José Antonio Ponferrada Cerezo.

Otro pueblo, Nueva Carteya, protagoniza el documental ‘Monte Horquera’, un audiovisual entre la reconstrucción histórica y la poesía, entre el desarraigo de la emigración y la fantasía onírica, que no para de recibir premios internacionales --el último desde Nueva York-- ante el asombro de su artífice, Fernando Penco, arqueólogo, escritor y ahora cineasta reconocido. Ya ven, nuestros pueblos dan mucho de sí. Y reclaman la atención que se merecen.

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