Opinión

De tanto usarlo

Una persona chatea por internet.

Una persona chatea por internet. / Shutterstock

La estafa del amor funciona porque va quedando poco amor en el mundo, mucho menos del que se necesita. Además, hay acaparadores. “Acaparadores”, con esta palabra se nombra en tiempos de escasez a quienes hacen acopio de productos de primera necesidad. Del aceite, por poner ejemplo. Tengo leído que en la posguerra había gente con la bañera llena de este oro líquido que se vendía de estraperlo. Era un delito el estraperlo, también el acaparamiento, pero se practicaban, a veces con la complicidad de las autoridades. Ahora vivimos en una especie de posguerra sentimental en la que escasea el amor (también el aceite, ya lo sé). Hay poco amor y se lo quedan para sí las estrellas de cine o los cantantes conocidos y reconocidos. El reconocimiento constituye una de las formas del amor, un sucedáneo, si ustedes quieren, que es a la ternura auténtica lo que la margarina a la mantequilla.

  -Yo no sería nada ni nadie sin mi público -dicen quienes patean escenarios de cine o platós de TV.

Y luego está el amor falso de toda falsedad. Leo que los productos de imitación generan, solo en España, 5.700 millones de euros de pérdidas. Ahí se incluyen los bolsos falsos de Loewe y los perfumes falsos de Dior y los falsos pantalones vaqueros de Levis, etc. El amor falso funciona en nuestros días como un tiro. Una mujer española se creyó durante mucho tiempo que era la novia de Brad Pitt, lo que le produjo la pérdida de los ahorros de toda la vida porque el famoso actor no hacía otra cosa que pedirle dinero. Monetizaba su falso amor, podríamos decir, y lo monetizaba bien porque no queda en el mercado amor sincero.

Hace poco en una localidad de Madrid (Morata de Tajuña) han sido asesinadas dos mujeres (y su hermano) que habían caído también en la trampa de uno de estos afectos de cartón piedra. Lo perdieron todo. Hay muchos casos, en fin, de personas que se derriten cuando reciben un poco de cariño aparente, y esto se debe, como decíamos al principio, a que se nos ha agotado el genuino.

 Se nos gastó el amor de tanto usarlo.