Opinión | APRENDER PARA CONTAR

Efemérides y buenos propósitos de fin de año

Hemos tenido logros científicos, dramas humanos, conductas ejemplares, comunidades sufriendo... y seguimos adelante

Recapitular lo que se ha hecho, analizar cómo ha ido el año, protestar si fue mal, agradecer si fue bien... son prácticas habituales en estas fechas. También hacemos lista de propósitos y deseos para el año que viene, en este caso el año 2024.

Todos, de un modo u otro, hacemos balance de lo que nos ha pasado. Según nuestro estado de ánimo salimos mejor o peor parados. A veces hay que hacer un esfuerzo para que salga un saldo positivo. A los que lo hayan pasado mal les deseo que el año próximo sea más amable, que tengamos la fortaleza para sobrellevar lo malo y también el ánimo para construir cosas buenas que nos compensen.

Como seres humanos tenemos también logros colectivos, hitos que recordar, efemérides que celebrar. Son muchos, muchísimos, y me gustaría sólo recordarles algunos.

Este año tenemos una efeméride astronómica importante. Se cumplen diez años del lanzamiento del satélite GAIA. Hace una década, el 19 de diciembre de 2013, despegó el satélite GAIA de la Agencia Espacial Europea con un ambicioso propósito: cartografiar la Vía Láctea, nuestra galaxia, de manera precisa y completa. Durante más de 3.400 días, GAIA ha ido entregando datos a la comunidad científica, generando ya más de 10.000 artículos de investigación en campos que abarcan desde astronomía galáctica hasta el estudio de exoplanetas. El archivo actual de GAIA contiene información detallada de más de 1.800 millones de estrellas, incluyendo 10 millones de estrellas variables y 813.000 sistemas binarios. De cada una de esas estrellas lo sabemos todo: su posición exacta en la galaxia, la velocidad a la que se mueve, su color, su masa y su historia. Este observatorio espacial también ha catalogado 3 millones de otras galaxias, 2 millones de cuásares y 158.000 objetos del Sistema Solar, como asteroides y objetos transneptunianos. Sus datos representan el estudio más extenso de la historia de nuestra galaxia.

La precisión y la amplitud del mapa de GAIA han revolucionado la investigación en astronomía. La misión continuará observando el cielo hasta 2025, cuando se agote el gas necesario para mantener su posición en el punto de Lagrange L2 (les hablé de él el domingo 26 de noviembre). Para tener el catálogo final habrá que esperar a 2030; queda mucho trabajo que hacer para recopilar los datos, aun después de que ya el satélite haya caído del espacio. Un reto para la ciencia, ingentes cantidades de datos que tendrán que ser clasificados con la ayuda de algoritmos de Inteligencia Artificial. GAIA deja un legado duradero que transforma nuestra comprensión del cosmos; un legado para la humanidad que usarán los científicos de ahora y los que vendrán.

Hay otra efeméride, muy de nuestras fechas, una efeméride navideña importante. Se cumple el 800 aniversario del primer belén. El término Portal de Belén se refiere a la representación artística del nacimiento de Jesús, con figuras como la Virgen María, San José, el Niño Jesús, los pastores, los animales y los Reyes Magos. La tradición de crear representaciones del belén o nacimiento tiene sus orígenes en el siglo XIII, y se atribuye a San Francisco de Asís la creación del primer belén viviente en la localidad italiana de Greccio en el año 1223. San Francisco quería mostrar de manera visual el significado del humilde nacimiento de Jesús.

Aunque los primeros nacimientos eran escenarios vivientes, con el tiempo se desarrollaron las representaciones estáticas y las figuras en miniatura que conocemos hoy como belenes o pesebres. La tradición se extendió por toda Europa y, eventualmente, a otras partes del mundo. Francisco de Asís se convirtió así en un gran divulgador. Su interés y amor por las personas más desfavorecidas, con menos cultura, lo llevaron a idear un modo de explicar lo que la Biblia relataba y que sólo los doctos de la época podían leer y comprender. Su idea, inteligente y noble, dio lugar a un mundo de arte y tradición que perdura y convive con modas y costumbres más recientes; Papá Noel trae regalos el 25 de diciembre (fun, fun, fun...) y el árbol de Navidad a veces le da sombra al belén.

La tradición del belén, además, ha evolucionado a lo largo de los siglos, y las representaciones pueden variar en diferentes culturas y regiones. Los belenes actuales incorporan elementos locales y no es de extrañar que en el paisaje de Palestina se introduzcan casas de Córdoba y el puente romano, o que los pescadores estén en el charco de San Ginés de Lanzarote. Eso es precioso.

Y de Lanzarote vamos a La Palma. En diciembre de 2023 se cumplen dos años desde que el volcán de Cumbre Vieja paró y sólo ahora, este mes, los vecinos de la zona de Puerto Naos están pudiendo volver a sus casas. Puerto Naos está en la costa suroeste de la isla, junto a la fajana que la lava del volcán formó en el mar; una plataforma ganada al mar por la naturaleza que es una joya para el estudio de biólogos y geólogos. El agua cerca de la fajana es más caliente y tiene la mezcla de minerales que da el volcán. Un ecosistema único que científicos de todo el mundo vienen a estudiar. El volcán de Cumbre Vieja estuvo tres meses activo; lanzaba lava desde varias bocas, a veces de modo suave y a veces era abrupto y violento. Todo ese tiempo se oía un ruido constante parecido al batir de las olas y de vez en cuando algún rugido; por la noche el sonido del volcán lo llenaba todo. Al ponerse el sol, la lava brillaba y se veía un río rojo-naranja ardiente fluyendo hacia el mar y engullendo todo lo que encontraba a su paso: casas, huertos, bosques, historia, sueños... Miles de personas tuvieron que dejar sus casas, de las que ya no queda nada. Durante la erupción todos vimos de qué madera estaban hechos los palmeros. Madera noble y resistente. Oír su testimonio y la entereza con la que lo contaban creo que a más de uno nos conmovió hasta el borde de las lágrimas. Fue ejemplar. Mi más profunda admiración para ese pueblo.

Ahora vuelven los últimos habitantes a una zona que no fue destruida pero que ha seguido siendo peligrosa por los gases tóxicos. Bendita ciencia que lo alerta y gracias a las fuerzas de seguridad que nos protegen, a veces aun contra nuestros propios deseos. Es natural que los vecinos de Puerto Naos quieran dormir en sus camas, volver a sus casas...poco a poco todo llegará, cuando sea totalmente seguro. Desde esta columna, en mi nombre y seguro que en nombre de todos los que la leen, deseamos con todo nuestro cariño para la Palma un próspero 2024.

Hemos tenido logros científicos, dramas humanos, conductas ejemplares, comunidades sufriendo... y seguimos adelante, con confianza y fe en el futuro y, si me permiten, haciendo listas de buenos propósitos, porque si todos somos mejores, la sociedad será mejor. Es mi deseo.

* Astrofísica

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