Opinión | Aprender para contar

El glamour de la batuta

Para Bernstein, ser un músico significaba ser un comunicador de emociones y experiencias humanas a través de la música

El cine pone las cosas de moda y dos películas, una muy reciente, Maestro, y otra del año pasado, TAR, han traído a la palestra a los directores de orquesta. Hoy les cuento los pensamientos a los que me han llevado. Son apuntes que quizás, también a ustedes, los lleven a alguna reflexión.

Aunque las dos películas enfatizan la dirección de orquesta y su papel carismático; Leonard Bernstein --el protagonista de Maestro es muchas cosas más. Fue un músico estadounidense que, además de director de orquesta y renombrado compositor, tenía una perspectiva profunda sobre lo que significa ser un músico y expresó en repetidas ocasiones su pasión y creencia en el poder transformador de la música. Una cita famosa de Bernstein, que refleja su visión sobre la música dice, «La música... puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido». Para Bernstein, ser un músico va más allá de tocar un instrumento o interpretar notas musicales; implica una conexión profunda con la esencia misma de la música, que es capaz de expresar lo inefable y conectar a las personas más allá de las palabras. Bernstein también destacó la importancia de la educación musical y la responsabilidad del músico de comunicar y compartir su amor por la música con los demás.

Su filosofía refleja su talento polifacético- para mí su esencia y su gran don. La película Maestro, sin embargo, no me gustó, trata la música de modo muy ligero y analiza a Bernstein de modo sesgado. No nos cuenta que Bernstein fue un gran y original compositor que hizo importantes contribuciones al mundo de la música, especialmente en el ámbito de la música clásica y el teatro musical; aunque no se le pueda atribuir la invención del género de los musicales, su obra «West Side Story», es uno de los musicales más influyentes y aclamados de todos los tiempos, con una partitura que fusiona elementos de la música clásica y el jazz, y una historia que aborda temas sociales y culturales relevantes y de actualidad.

El caso de TAR es muy curioso; la película está ambientada en el mundo internacional de la música clásica y se centra en Lydia Tár, que aparece considerada como una de las más grandes compositoras y directoras de orquesta vivas y la primera mujer directora de una gran orquesta alemana. Una historia tan detallada y plausible sobre el mundo de la dirección de música que, junto a una gran estrategia de marketing y una campaña de promoción de la película, nos ha hecho creer a muchos espectadores que la película era un «biopic.» La simulación del personaje ha llegado tan lejos que hasta han fingido su fallecimiento recientemente en las redes. La película tiene elementos de realidad y anécdotas que realmente pertenecen al director, pero Lydia Tár no existe, es un personaje ficticio cuya vida se ha adaptado al relato de la película.

En alguna descripción que he leído dice que «la narrativa de TAR versa sobre la cultura de la cancelación, y los supuestos escándalos sexuales que se han dado en el ámbito de la música clásica y una mujer exitosa y homosexual en un alto cargo dentro de un mundo de hombres». Yo vi la película, me gustó y me disgustó. Está extraordinariamente interpretada por Cate Blanchett pero la historia me incomoda. La cultura de la cancelación es un fenómeno que se desarrolla en las redes sociales de internet y que busca reprochar a aquellas personas que han asumido actitudes o comportamientos que son mal vistos socialmente, aun cuando dichas conductas no constituyan un delito. No estoy segura de querer que lo moral o inmoral, correcto o incorrecto, lo establezcan las redes.

Además, en la película de algún modo, está la premisa de que, llegados al mismo punto, todos actuaríamos de modo similar. Cuando la vi reflexioné sobre esa posibilidad. Lydia, a medida que progresa se vuelve dura, egoísta y autoritaria y abusona. No sé si pasaría así si hubiera muchas mujeres directoras de orquesta importantes. Quizás si, si hubiera muchas. Como les digo, la película ya me incomodó y ahora que sé que es un personaje inventado, me molesta el mensaje que transmite.

En ‘Maestro’ el énfasis en la bisexualidad de Bernstein es tan omnipresente que no nos deja apreciarlo en su faceta de músico como merece. «Biopics» de músicos de referencia ya tenemos. Por ejemplo, la BBC hizo en 2005, una serie de tres capítulos sobre Beethoven-- «El genio de Beethoven» se llama. «The Genius of Beethoven» es la mayor serie de ficción-documental sobre la vida y obra del gran compositor Ludwig van Beethoven. La vida de Beethoven y su música personifican el triunfo heroico de la voluntad del hombre sobre la adversidad. Vivió en una época turbulenta y su música fue igualmente revolucionaria. La serie toma relatos de la época de su trágica vida --su padre abusivo, sus relaciones amorosas fallidas y su sordera-- y los entreteje con un análisis de su innovadora música.

Ahí, como no puede ser de otro modo, nos muestra la complejidad del carácter del músico. Sus sufrimientos y traumática vida de los que trascendía creando. Cada crisis personal lo llevaba a una nueva creación en la que reinventaba los esquemas musicales. Hasta el culmen de hacer una sinfonía con un gran coro de voces como fue su novena. Si en la mítica serie de la BBC se hubiesen detenido solamente en la descripción de las miserias, sufrimientos, inseguridades, tristezas de la vida del genio alemán, habrían hecho un buen melodrama, pero, por suerte, la BBC no hace culebrones.

Estando en estas reflexiones, oí un programa de Café Zimmermann de radio clásica en el que analizaban las dos películas enfatizando la profesión de director de orquesta. Me gustó un comentario que decía que un buen director se adelanta a los intérpretes y así los guía en el modo de interpretar. No es alguien que sigue a la orquesta con su batuta. En todo caso un buen director de orquesta sin excelentes intérpretes no podrá ser excelente. Es, y así lo reivindico, una parte esencial de un equipo que tiene que trabajar unido. La batuta tiene glamour, pero la música es un proyecto colectivo de compositor e intérpretes que junto con el director nos llevan a un universo nuevo; y digo «nos» porque el público también es parte de la obra.

Para Bernstein, ser un músico significaba ser un comunicador de emociones y experiencias humanas a través de la música, y defendía su poder transformador en la sociedad. Bernstein, el único personaje real de las dos historias, fue un maestro porque enseño creó contó y dirigió y les sugiero volver a ver y escuchar ‘West Side Story’, un gran musical y más actual que nunca.

Suscríbete para seguir leyendo