Opinión | tormenta de verano

Cuenta de resultados

Para medir el éxito, no mires el saldo de tu cuenta, ni los metros de tu vivienda, ni los caballos de tu coche

Cae el telón de este año 2023. Asistimos a los últimos coletazos de estos doce meses que nos sirven de medida del tiempo y, para algunos, darnos cuenta también de lo veloz que pasa todo. El recogimiento del invierno junto al calor del hogar y ese carácter más intimista de estas fiestas familiares, nos invita a trazar nuestro particular balance de gestión. No sólo los líderes políticos glosan sus dichas y logros al terminar el año. También los responsables empresariales analizan su cuenta de resultados. Y cada uno de nosotros, al menos yo trato de hacerlo desde hace años, está llamado a mirar por el espejo retrovisor lo suficiente, para darse cuenta del camino andado con sus hitos más notables, con sus éxitos y sombras.

Mi mirada al último año me la planteo en cuatro dimensiones básicas: personal, familiar, profesional y social. Me pregunto si crecí como ser humano, en mi capacidad de escucha, de comprensión, de empatizar con realidades nuevas; si cultivé mi mente y cuidé mi cuerpo lo suficiente, si aprendí lo necesario, si aproveché todas las oportunidades que me brindaron estos meses y tantas personas y experiencias que me acompañaron durante los mismos. Una reflexión sobre la familia de la que formamos parte, los momentos compartidos, su comunicación y sus tensiones, sus obstáculos y progresos, sus ilusiones y avatares, y lo que yo añadí o no con mis ejemplos y actitudes. Una meditación también sobre ese trabajo que tantas horas y desvelos nos consume: me pregunto si hice todo cuánto pude para dar la mejor respuesta a quienes buscaron mi ayuda, si los medios utilizados fueron los adecuados, si la formación fue la requerida, si la cantidad de tiempo dedicado acompaña a la calidad del mismo. Y no me olvido nunca del mundo del que formo parte, si fui cómplice y me rebelé contra las pequeñas y grandes injusticias que ocurren a mi alrededor, si levanté la mano de la denuncia y la voz para señalar caminos de reconocimiento y encuentro, si tuve gestos solidarios y pasos decididos para la acogida. Eres lo que haces y lo que amas.

Más allá de repasar los detalles de la película de nuestra vida, el sentimiento que sobresale en este último acto, es la gratitud por tantos dones recibidos, por tantas oportunidades y personas que pude aprovechar y conocer. Gratitud por la salud razonable de la que disponemos, por tantos talentos y maravillas a nuestro alcance, por quienes confiaron en mi palabra y en mi esfuerzo. Porque las ilusiones y las ganas fueron más grandes que los miedos, porque conquistamos esas pequeñas metas que fueron jalonando el calendario.

Desde que era joven, en el dintel de cada mañana, tengo presente lo que hace dos mil años escribiera Ulpiano, como guía y norte de mis pasos: vivir honestamente, no hacer daño a nadie y dar a cada uno lo suyo. No es muy complicado de entender ni aplicar. Y para mí es suficiente, al final, para sentirme en armonía, en paz conmigo mismo, para querer a quienes me rodean y sentirme apreciado por quienes dan sentido a mis días. Por eso, para medir el éxito de este año, no mires el saldo de tu cuenta, ni los metros de tu vivienda, ni los caballos de tu coche. Acuérdate de la gente que te quiere, de los amigos que tienes, de lo disfrutón que te has vuelto, de lo que valoras el aire y el sol, y de tener mucho más de lo que necesitas para vivir. Son las mejores uvas de nochevieja con las que empezar un nuevo año que llama a tu puerta y la mía. Disfrútalo, es un regalo muy valioso. Feliz año nuevo.

* Abogado y mediador

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