Opinión | colaboración

¿A quien y qué votaría Platón?

La Filosofía, ya saben, es esa cosa densa y soporífera que no sirve para nada, que no tiene futuro ni salidas profesionales y que carece de utilidad. Además, tiene un defecto terrible y peligroso: hace pensar. Y eso hoy en día, con el rodillo del pensamiento único y uniformado, resulta inquietante para los poderosos y para el ministerio de lo políticamente correcto. Por eso en los colegios se quitan horas de filosofía para dar cabida a materias «más actuales» como la gimnasia, la informática, finanzas etcétera. Es más, ¿tiene algún valor aquello que no tiene un uso práctico? Como se ve, la simple pregunta de si la filosofía sirve para algo nos permite ya filosofar al preguntarnos sobre la diferencia entre valor y utilidad, una pregunta fundamental.

Así se crea un ejército de homo faber sumiso, manipulable y manso, incluso hoy se menciona mucho comunidad de rebaño o enjambre, aquel hombre capaz de producir, competitivo, rentable, económico para la empresa y el estado. Una pieza más de la colosal máquina en que se ha convertido nuestra sociedad de bienestar. Tanto produces, tanto vales. Pero no pienses, tú limítate a aceptar las consignas que te vengan de arriba. No cuestiones nada o, mejor aún, cuestiónate solo aquello y a aquellos que yo te diga que tienes que cuestionar, ama lo que yo te diga que debes amar y odia a aquel al que yo señale, así estarás contento, aunque anestesiado.

Por eso es conveniente zambullirse en las fuentes de la filosofía clásica, porque ahí está todo o casi todo. Hace 2.500 años, la situación política de Grecia tenía, salvando, queda claro, las distancias, nos encontramos también con charlatanes, sofistas, vendedores de humo y demagogos que alcanzaban el poder halagando y regalando el oído a los atenienses con falsas promesas por medio de una estupenda oratoria y poder de persuasión que no de argumentación. Platón se rebela contra esto. Y se atreve a cuestionar el sistema corrompido que ha sentenciado a muerte a su maestro Sócrates, «el más justo de entre los hombres».

El filósofo griego afirma que en una democracia al gobierno solo deberían acceder los que demuestren conocimientos y virtud, como actitud, que no perfectos, para que dirijan al pueblo a la luz de las ideas eternas de justicia, bien y belleza, (La República. Capitulo 3) ¿Se imaginan aplicar este rasero a nuestra clase política actual? Por eso, estoy convencido de que Platón, hoy en día, libremente, votaría valores, por encima de la utilidad, porque solo esos valores serían la medicina política para los defectos democráticos, y pueden realmente mantener y sostener una democracia. En fin, sería una osadía por mi parte dar siglas, pero que cada uno saque sus propias conclusiones filosofando, y que no te timen.

*Licenciado en Ciencias Religiosas

Suscríbete para seguir leyendo