Opinión | PARA TI, PARA MÍ

Decálogo para un verano de encrucijadas

No dejes que la vida camine por su cuenta. Y tú a remolque, cansinamente. Ponte en sintonía con la vida. No como autómata

Ha llegado el verano como llegan siempre las estaciones del año, con su carga de pronósticos meteorológicos en el reloj del tiempo, y esta vez con una convocatoria electoral marcada por nuevas encrucijadas en todos los ámbitos, que el pueblo soberano tendrá el deber y la responsabilidad de despejarlas con su buen saber y entender, con su mejor recepción del bien común y, muy especialmente, con su sentido común, procurando que las maniobras políticas no nos cojan de sorpresa o, al menos, no torpedeen la voluntad popular hasta decisiones impensables. Nuestro poeta Pablo García Baena contemplaba la vida en uno de sus más bellos poemas, como un bosque: «Oh, sí, la vida es como un bosque. / Un bosque donde un día entramos confiados. / Un bosque interminable / que sólo acaba cuando creemos liberarnos de sus torpes lianas, / de sus cicutas híbridas / y de la saeta cómplice y venenosa de sus flores». Pablo nos previene de todo lo que el «bosque de la vida» nos va ofreciendo, para que estemos atentos y no caigamos en ninguna de sus trampas, que él subraya poéticamente: «A veces pasan sombras por mi mismo camino, / amigos o enemigos que se cruzan, / que pasan ocultando sus virtudes / o derramando el bálsamo agrio de sus pecados». Gracias, Pablo, por tus advertencias tan estéticas y dinámicas, en esta hora tan difícil de la historia que hasta el mismo papa Francisco ha señalado para prevenirnos de esa nueva enfermedad que nos acecha y que él denomina «alzhéimer espiritual»: «No caigan, nos dice, en el alzhéimer espiritual, no pierdan la memoria, sobre todo la memoria de donde los sacaron. Uno de los límites de las sociedades actuales es tener poca memoria, liquidar como una carga inútil y pesada lo que nos ha precedido. Pero esto tiene consecuencias graves». Bueno será confeccionar nuestro «decálogo» para este verano de encrucijadas, con un puñado de ideas nuevas y mensajes urgentes. Primero, «acuérdate de vivir», nos aconseja Alessandro Pronzato. No dejes que la vida camine por su cuenta. Y tú a remolque, cansinamente. Ponte en sintonía con la vida. No como autómata. No como depredador de placeres. No como coleccionista de ilusiones. No puedes tomar la vida como viene. La vida viene como tú decidas. Con la impronta que tú le des. Segundo, la vida es un don. Y este don se reconoce en el estupor y se celebra en la acción de gracias. Tagore nos decía que «la vida nos ha sido dada y sólo se merece dándola». Tercero, vive desde la orilla de la fe, no sólo desde la trinchera de la materia más atrayente o placentera. Logra el mayor equilibrio entre la razón y el corazón. Cuarto, elige un lema, un eslogan, que concrete los pasos de tu caminar. Algunos lemas tienen un encanto especial, como el de san Agustín, por ejemplo: «Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor. Si gritas, gritarás con amor. Si corriges, corregirás con amor. Si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos». Quinto, ofrece cada jornada la «mejor versión de ti mismo». Palabras cercanas y entrañables, gestos hermosos, aromas penetrantes de tu sentido fraternal de historia. Sexto, «no te conviertas en el triste espectáculo de un vehículo abandonado», le dice el papa Francisco a los jóvenes. «No sean autos estacionados, mejor dejen brotar sueños y tomen decisiones». Séptimo, lleva en tu mochila tres cosas muy importantes en la comunicación interpersonal: «Una respuesta, para una pregunta; una solución, para un problema; un argumento, para un debate, para una discusión». Octavo, cultiva amistades como se cultiva un jardín. La amistad es un regalo de la vida y un don de Dios. A través de los amigos, el Señor nos va puliendo y nos va madurando. Al mismo tiempo, los amigos fieles, que están a nuestro lado en los momentos duros, son un reflejo del cariño del Señor, de su consuelo y de su presencia amable. Noveno, «cada momento se ha de vivir en plenitud», dice el psiquiatra Enrique Rojas. Y apunta que la «felicidad está siempre relacionada con esa plenitud». Décimo, sé feliz. Cristián Salí nos ofrece la fórmula en su libro ‘Dos regalos maravillosos’: «Somos felices cuando nos convertimos en un don para los demás». Hasta aquí, el decálogo que elegiría para este verano de encrucijadas.

Al fin, como nos recordaba en sus versos Pablo García Baena, «la vida es como un bosque, / un bosque donde al alba resuenan las lejanas arpas suavísimas, / desvanecidos coros que tiemblan como telas de araña entre los árboles / y hay días en que el bosque serena todo viento».

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