Opinión | TRIBUNA ABIERTA

Sotos de la Albolafia, monumento urbano natural

Durante un periodo prolongado de tiempo no hemos llegado a saber valorar la importancia ecológica de nuestro río

Córdoba cuenta con un paisaje natural de rivera que la atraviesa. Desde su fundación el río tuvo un papel importante como lugar de encuentro, facilitando el movimiento de personas y el tráfico comercial, además de por el uso industrial de sus molinos hidráulicos. Sin embargo, cuando surge la ciudad moderna, abierta y dinámica, se fue generando una falta de conexión con el campo, quedando el río como algo marginal en una ciudad en proceso de expansión. Gracias a la declaración de nuestro Centro Histórico por la Unesco, en 1994, como Patrimonio de la Humanidad, así como al reconocimiento en 2001 de un tramo del río como Monumento Natural, los Sotos de la Albolafia (desde el Puente Romano hasta el Puente de San Rafael), se ha ido consiguiendo que volvamos a estar más cercanos a ese paisaje rural que nos rodea, aunque hay que decir que esta situación del río se debe en gran parte a acciones en la regulación de su cauce, sobre todo para evitar las recurrentes inundaciones que ha ido sufriendo la ciudad.

Durante mucho tiempo no hemos sabido valorar la importancia ecológica de nuestro río, aun cuando contamos con un tramo fluvial de gran calidad ambiental como parte de su paisaje natural. El nuevo bosque en galería de los Sotos de la Albolafia ha permitido el establecimiento, como refugio o como zona de paso, de una interesante avifauna que cuenta con el hecho añadido de que una parte de su alimentación se produce gracias a la relativa cercanía del área de reciclaje de residuos sólidos urbanos, otro ecosistema de carácter absolutamente antropogénico. La vegetación en estos bosquetes es diferente a la de las zonas al norte de la ciudad, en Sierra Morena, si excluimos todas aquellas formaciones, más o menos parecidas a esta, que residen en las orillas de sus ríos y arroyos con disponibilidad de agua, permitiendo el crecimiento de especies leñosas de alto porte y hoja caduca, como el álamo o chopo, el sauce, el fresno, la morera o el ailanto, entre otros, que son acompañadas por tarajes, carrizos, cañas y adelfas, entre otros. Este tipo de vegetación tan particular ha sido considerada como arboleda singular de la provincia de Córdoba, un tipo de vegetación más característico de zonas con clima templado-frío, relicto de la vegetación del periodo postglacial del Cuaternario.

Nuestro río y sus ecosistemas han ido sufriendo situaciones de riesgo a lo largo de su historia, producidas por la colmatación de sedimentos producidos aguas arriba, por la erosión del suelo y por los periodos de inundaciones recurrentes en los años lluviosos. Con el aumento de la actividad del hombre en los tramos altos y medios del río, otro fenómeno ha dado lugar a un empobrecimiento de la calidad de sus aguas, la contaminación por compuestos de muy diverso origen, sin olvidarnos de los que durante mucho tiempo ha originado la actividad olivarera de su cuenca. Recientemente, el Ayuntamiento ha apostado por la restauración del molino de la Albolafia y la Noria, así como por la limpieza del río ante una vegetación que ha invadido las dos orillas, a veces con especies exóticas invasoras, o que ha llegado a poner en peligro el fluir de las aguas casi cegando su discurrir. Durante este periodo de limpieza ha llamado la atención en los medios la presencia de una isla de toallitas y sedimentos, que ha puesto en evidencia el impacto que estamos llegando a generar. Cuesta trabajo comprender cómo con los avances que, considero, se están consiguiendo en educación ambiental sigamos siendo miopes y faltos de responsabilidad y sensibilidad hacia nuestro ambiente, no llegando a observar los grandes problemas que surgen, hasta que se hace tarde para resolverlos. La limpieza del río es necesaria, sobre todo para impedir las inundaciones en los periodos de avenidas, pero ésta debe basarse siempre en la protección y conservación de nuestro monumento natural. En este proceso se deberían haber eliminado solo las especies alóctonas, pero manteniendo la vegetación propia de nuestro paisaje, sin llegar realizar desbroces excesivos que afectan a la flora y la fauna de este ecosistema tan especial.

*Catedrática de Botánica de la Universidad de Córdoba

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