Opinión | HISTORIA EN EL TIEMPO

Stalingrado y la Rusia de Putin (y 2)

En el envite entre las dos memorias del terrorífico y grandioso Stalingrado ¿cuál se sobrepondrá?

El sobrecogedor enfrentamiento de Stalingrado entre la Rusia del primer zar soviético y la Alemania hitleriana ostenta varios récords en la historia de la guerra. Aparte de ser muy probablemente la batalla más sangrienta en los anales del pasado --dos millones de seres humanos sacrificados en el diabólico templo del dios Marte-- fue también la más decisiva en el desarrollo de las grandes contiendas mundiales desde las guerras púnicas hasta la desplegadas en la actualidad.

Contemplada así, bien se entiende el descomunal afán mediático del presidente Zelenski por aprovechar algunas de las pequeñas gestas bélicas de su heroico país para equipararlas a la resistencia admirable de enclaves y posiciones ucranianas de tamaño no muy grande en su defensa numantina frente al considerado durante más de medio siglo el mejor ejército del mundo. Se comprende y conmueve el sentimiento nacional del incomparable líder ucranio, pero en manera alguna ello debe llegar hasta infundir una directriz engañosa al curso de los acontecimientos de los que todavía varias generaciones hodiernas fueron testigos directos y, en más de una ocasión, hasta actores. Cuando la propaganda sustituye a la reconstrucción verídica del ayer --remoto o próximo-- se recoge invariablemente idéntica cosecha de falsedad y engaño, con secuelas a las veces más sorprendentes. Así se asiste estos días --y el fenómeno se prolongará varios meses-- a la reformulación en la Rusia de Putin de un sentimiento nacional que encuentra en la misma exaltación de la épica stalingradiniana uno de los mayores impulsores de la idea nacional-ortodoxa de la «Gran Patria Rusa», vencedora, entre otros duelos bélicos de semejante trascendencia si no en exclusiva, sí en medida crucial, del imperialismo nazi.

En el envite entre las dos memorias del terrorífico y grandioso Stalingrado ¿cuál se sobrepondrá? Lo desconocemos a ciencia cierta. Pero es seguro que como, en el terebrante invierno de 1942-43, su suerte postrera conmocionará al planeta, encausando además su derrotero por senderos hasta ahora celosamente ocultados por el destino.

** Catedrático

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