La pregunta ya era obvia pero pocos la formulaban en voz alta: «¿Y no habrá otro sitio donde celebrar la Feria?» De hecho, el primer debate sobre un futuro traslado del real no se recogió en Diario CÓRDOBA hasta 1972 y, como muestra la realidad, se obvió mucho tiempo ya que no se llegaría a materializar hasta 1994, dos décadas después.

Ciertamente, el real se estaba quedando muy coqueto y sombreado extendiéndose por Conde de Vallellano, incluso mucho más allá, ya que la Feria del Ganado se alejaba por Vista Alegre o la carretera de Palma del Río, y el Circo Ruso y el Teatro Lido se tenían que ubicar en la avenida del Aeropuerto (1978), como si la extensión de la fiesta fuera buscando ese otro alma paralelo de la Feria Taurina que es el coso de Los Califas. Pero también estaba claro que la Feria se estaba convirtiendo en un problema para la ciudad desde su planificación cada año, durante el montaje, la celebración, el desmontaje, el arreglo de jardines…

Había cierta sensación de ganas de cambios en la Feria, en la ciudad y hasta urgencia por algo nuevo en toda España, en una década posterior a la que revolucionó el mundo (en España, las cosas llegaban más tarde), pero en la que era evidente que, tanto si uno quería como si no, habría cambios. Se veía en las páginas de Diario CÓRDOBA (que también cambiaba de director, sustituyendo en 1972 Federico Miraz a Pedro Álvarez tras 28 años), mientras que fuera y dentro de España se sucedían revoluciones (desde la caída de Vietnam del Sur a los sandinistas en Nicaragua), contrarrevoluciones (el golpe de estado de Pinochet o la llegada del liberalismo de Margaret Thatcher y Reagan) y conmociones que fueron desde el Watergate (1974) hasta el asesinato por ETA de Carrero Blanco (1973)… Pero ningún hito como la muerte de Francisco Franco en 1975 y la apertura de un proceso político que, en apenas tres años, daba una Constitución democrática a España.

En la ciudad sí había un referente estable en una década tan tumultuosa: el alcalde Antonio Alarcón Constant, con retos para una ciudad con una expansión urbanística y demográfica desaforada. Pero, aún así, hay que recordar que fue el 8 de mayo de 1979 cuando un comunista (¡nada más ni menos!), Julio Anguita, tomó el bastón de alcalde para hacer frente a la nueva etapa que se abría para Córdoba, dos semanas antes de la última Feria de la década que, decididamente, se vivió de una forma muy distinta.

De hecho, y a nivel del real, la Feria ya era diferente un año antes, en 1978, al incorporarse casetas cuyo nombre había que pronunciar muy bajito en público un lustro antes si uno no quería ser detenido: la del PSOE-UGT, Partido Comunista, Organización de Izquierda Comunista, Comisiones Obreras… Por cierto, y política aparte, el Partido Comunista, años después, tuvo la idea de incorporar un Rincón cubano que, mojito va y mojito viene y entre sones caribeños, aún es referente de la fiesta cordobesa. Otra anécdota de aquella feria preconstitucional de 1978: fue una de las más lluviosas que se recuerdan.

El caso es que 1979 fue una Feria con todo el futuro por delante, donde además de coplas y sevillanas (en unos años llegaría el boom de esta música), también por la noche las orquestas o los casetes conectados a altavoces permitían que se pudiera escuchar desde Queen al incipiente rock andaluz. Ea, incluso, retomar temas del rock clásico de hace años, ya antiguos en el resto del mundo, pero para muchos toda una novedad para el baile en la Feria.

Y también empezó a molestar, y mucho, el volumen de sonido de las casetas. Sobre todo por parte de las carpas de estudiantes de facultades.

Feria de 1976 | Caballistas frente a la caseta conocida como El Abrevadero. La presencia del caballo se revitalizó en los años 70. RICARDO

La Feria Taurina, durante la década, se reponía, valga el término, de su propia revolución, la que supuso la incontestable figura de Manuel Benítez El Cordobés, precisamente el ganador del trofeo Manolete al comenzar los años 70. En ese periodo, Antonio José Galán fue el más laureado con dos galardones (1973 y 1974) y le acompañaron José María Manzanares (1975) y Francisco Rivera Paquirri (1977), ya que en cinco ocasiones en la década el reconocimiento quedó desierto.

No faltó alguna tarde de triste recuerdo como la del día 24 de mayo de 1975, con una corrida donde Rafael de Paula fue multado, Curro Romero no apareció y, encima, la lluvia sí que hizo acto de presencia.

La variedad de eventos incluidos en el programa de la Feria iba en claro descenso, aunque en 1974 nacía el primer Torneo Municipal de Tenis, mientras en 1976 el concurso de tiro al plato, con mucha tradición en este ciclo festivo, tomaba un carácter internacional. 

Por entonces, desde 1972, la promoción de la Feria hacia el turismo se comenzó a hacer conjuntamente con el mayo festivo y en los carteles figuraban tanto la Feria de Nuestra Señora de la Salud como el Festival de Patios, cuya programación se primaba por su supuesto atractivo para los visitantes, mucho más que el del propio Concurso Municipal de Patios. Eso también cambiaría, aunque décadas después.