Se veía venir y los pronósticos se cumplieron. Eso sí, todo muy ordenado hasta en el caos. Miles de jóvenes, sobre todo estudiantes de institutos y universitarios, se dieron cita la tarde de ayer en la zona habilitada por el Ayuntamiento como zona de encuentro. Se trataba del miércoles de Feria, la fecha tradicional donde, tras la interrupción de las clases, los estudiantes toman El Arenal con sus bolsas de bebidas.

Ayer, sin embargo, era la prueba de fuego para la iniciativa que ha puesto en marcha el Ayuntamiento este año: sacar el botellón del Real (los jóvenes utilizaron en otras ediciones la parte trasera de las casetas de la calle Guadalquivir) y llevarlo a un sitio tampoco muy lejano, concretamente, a un área del Balcón del Guadalquivir fácilmente evacuable y de limpiar. Todo estaba previsto por la mañana, según informó la teniente de alcalde de Presidencia y coordinadora de la Feria, Rosa Candelario, y el propio alcalde, Andrés Ocaña: Policías locales (con los máximos responsables sobre el terreno), una cuadrilla especial de Sadeco, otros servicios municpales y las instalaciones de la Cruz Roja estaban preparados.

Pero quizás no tanto como para la que se vino encima. Ya a las 17.30 horas, y con cientos de jóvenes acudiendo aún a la concentración, se había formado el mayor botellón que se recuerda en Córdoba. Y que conste que un servidor ha informado de buenos botellones . Pero ayer, una masa de miles de jóvenes que ocupaba dos hectáreas de terreno y que buscaba algo de sombra daba cuenta de la magnitud del fenómeno del botellón , que otros años pasaba más disimulado con las idas y venidas de los jóvenes entre el río y las casetas. Ayer, sin embargo, todo estaba bajo el sol. ¡Y de qué manera! El calor contribuyó a disparar las lipotimias y a agravar las intoxicaciones etílicas. Por la noche, trabajadores del centro de la Cruz Roja se confesaban "desbordados".

Y bastante poco pasó. En general, y con esa masa de gente, hay que felicitar a los jóvenes por su moderación, y a algunas promociones de estudiantes por el ingenio de las frases que lucían sus camisetas. Que también en cuestión de botellón hay elegancia.