La clave

El monólogo social

Trabajadores de una factoría

Trabajadores de una factoría / PERALES IBORRA

Francisco José Bocero

Francisco José Bocero

La aprobación esta semana del paquete de medidas laborales donde se incluye la modificación del Estatuto de los Trabajadores para, entre otras cosas, pagar el apoyo parlamentario de la investidura al PNV, no es un asunto cualquiera.

Imponer la prevalencia de los convenios colectivos autonómicos sobre los sectoriales, medida ya estudiada y rechazada en la última reforma laboral, abre la puerta a la fragmentación de la negociación colectiva con consecuencias fácilmente previsibles en materia de desigualdad territorial y divergencia económica.

Si hasta ahora algo ha funcionado en este país ha sido, precisamente, el diálogo social. Con todas las tensiones propias de la negociación, y más en el ámbito laboral, con partes enfrentadas por naturaleza, el diálogo social en España es uno de los activos intangibles que más valor aporta en el día a día, más allá de su institucionalidad (art 7 de la Constitución) y sus peculiaridades.

Este gobierno se ha acostumbrado a intervenirlo con convicción, más allá de su acreditada militancia antiempresa, por un mero ejercicio de supervivencia política que denomina voluntad democrática, cuando es, precisamente, todo lo contrario, una pulsión autoritaria que no respeta la autonomía y criterio de las partes consagrada gracias a la propia democracia. Es decir, un monólogo social.

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