Y El Arcángel dejó de ser un fortín. Era algo que muchos intuían a pesar de los números, sobre todo vistos los últimos encuentros ante la propia parroquia, incluido el triunfo ante el Hércules. Al menos, ese debate pueril de la excelencia de uno en casa y la ramplonería de otros lejos de El Arcángel se guardará por fin en el cajón, de donde nunca debió salir y que ha saltado por los aires. Era cuestión de tiempo. La derrota deja cuestionado a su técnico, Pablo Villa. De hecho, una persona muy cercana a él aseguraba ayer en una conocida red social que si no lograba ganar en La Romareda, el próximo domingo, sería destituido. A los pocos minutos borró el mensaje.

A pesar de que los rivales que tocan en suerte suelen tener lesiones y sanciones, en ocasiones muy sensibles, a las taras acumuladas por este Córdoba durante las últimas jornadas se añadieron ayer las de las bajas de hasta cinco de sus elementos, aunque la principal ausencia que padeció el conjunto blanquiverde fue la de ideas, circunstancia que cada vez más da la cara y que ha llevado a la primera derrota en casa de la temporada, por lo que el equipo de Villa ha sumado tan solo nueve de los últimos 27 puntos en juego. La temporada pasada, Juan Eduardo Esnáider, con una plantilla que no era ni mejor ni peor --simplemente no estaba-- sumó siete en sus últimas nueve jornadas, dos menos que este equipo.

Si los fríos números muestran esa estadística tan preocupante, las sensaciones que transmite este Córdoba son gélidas. Ya desde el primer minuto se vio ayer que no sería el día del equipo, principalmente por la falta de juego, de ese protagonismo que se reclama y se autoexige el técnico. Con Luso como acompañante de Abel Gómez y Caballero perdido (una vez más y van...) en la mediapunta, el conjunto blanquiverde se limitó a pegar el trasero de los extremos a la cara de sus propios laterales, intentar recuperar el balón siempre en las inmediaciones del área de Saizar y lanzar un patadón para ver si López Silva, Uli Dávila, o Pacheco eran capaces de convertir la sandía en delicatessen. El primero lo logró en apenas media docena de ocasiones. Los otros dos, aún menos. Así, desde el principio el filial azulgrana mandó en el encuentro, a pesar de que una individualidad de López Silva, en combinación con Uli Dávila, a punto estuvo de dar la sorpresa. Fue un espejismo. Los de Eusebio controlaban el tempo del encuentro y rondaban el área de Saizar con clara intención. Mientras, un Córdoba pleno de desconfianza, sin conexión entre sus individualidades, sin segunda línea y que había dejado la presión en el vestuario se limitaba a defender de una manera cuanto menos curiosa. Lo mismo se veía a Bernardo perseguir a Espinosa hasta el centro del campo que igual (en la segunda parte) se veían a los laterales cambiados durante casi 10 minutos. Luso Delgado, con la confianza retirada durante el último mes y medio, intentaba llegar a todos lados al ver que recuperaba la titularidad aunque fuera por circunstancias. De nada sirvió. Avisó primero Dongou y Dani Nieto se aprovechaba minutos después de la pasividad del conjunto blanquiverde para hacer justicia.

El Córdoba no tuvo ni capacidad de respuesta. El encuentro seguía en la misma tónica porque era imposible cambiar el guión escrito de antemano. El filial azulgrana se encontraba tan cómodo que a punto estuvo de cerrar el encuentro antes del descanso si no hubiera aparecido un ataque de rabia por parte

de López Silva, que se recorrió todo el campo detrás de Dani Nieto en una contra visitante, robándole el balón al extremo en el punto de penalti, cuando se disponía ya a fusilar a Saizar. El ex del Numancia pagó su excesivo individualismo.

Tuvo que verse el técnico blanquiverde con el agua al cuello, tanto en resultado como en sensaciones, para renunciar en el descanso a Abel Gómez, quinta vez en las 16 jornadas en las que ha sido titular, para dar entrada a Mendi, que anotó el gol del empate momentáneo en clara falta sobre Ortolá. Con la sustitución bajaba Caballero para intentar tener algo de posesión. Y la tuvo, casi siempre cuando Eusebio Sacristán lo quiso o cuando los nervios difícilmente controlables de sus pupilos consentían algún respiro a los blanquiverdes. El partido, por tanto, apenas cambió, porque como en anteriores jornadas, no era cuestión de nombres, sino de ideas. Y si de lo primero este Córdoba afrontaba mermado el encuentro, de lo segundo no ha ido sobrado durante toda la temporada. Demasiadas contingencias, por tanto.

Visto que el partido se moría, el técnico blanquiverde dio entrada a Pedro por Janse, todo el partido abandonado en las ayudas, pasando a defender con tres y desplazando a Pacheco hacia el centro, por detrás de Mendi y Uli Dávila. El cambio tuvo un efecto más anímico que futbolístico, pero lo cierto es que fueron los únicos minutos en los que se pudo ver un poco al equipo, un equipo más de empuje, de corazón, de ganas de algunos de sus componentes, que un conjunto con ideas, con la intención de buscar el camino a la portería rival, con sapiencia para anular al enemigo. Pero en ese cuartito de hora los locales lograron acercarse a la portería de un Ortolá al que no se le había visto. La tuvo López Silva a pase de Uli Dávila, también Pacheco tras conectar con él el onubense y de nuevo el mexicano, que no vio a Pedro. Incluso el alicantino remató un pase largo, cómo no, de López Silva, al que respondió bien el portero azulgrana. Y ahí se acabó toda la capacidad táctica del Córdoba.

Lesma López confirmó su categoría dando el gol de Mendi, en clara falta sobre Ortolá, y pitando un penalti inexistente de Pedro (vaya perspicacia la suya) sobre Dani Nieto para compensar su error anterior.

Poco después pitaba el final de un encuentro en el que el Córdoba fue superado en todas las facetas por un filial azulgrana que hizo lo justo, sin alardear en exceso de calidad individual, para llevarse los tres puntos y dejar el mensaje que ya se atisbaba jornadas atrás: El Arcángel no es inexpugnable. Este Córdoba también pierde ya en casa.

Estadio: El Arcángel

Asistencia: 10.589 espectadores

Terreno de juego: Mal

CÓRDOBA: (13) Saizar, (2) Janse, (27) Bernardo Cruz, (28) Fran Cruz, (14) Raúl Bravo, (6) Luso, (23) Abel Gómez, (20) Pacheco, (21) Caballero, (19) López Silva y (10) Uli Dávila.

Cambios: (35) Mendi por Abel Gómez en el 46', (15) Pedro por Janse en el 58' y (36) Juan Guerra por Luso en el 77'.

BARCELONA B: (25) Ortolá, (15) Bagnack, (6) Ilie, (3) Sergi Gómez, (5) Planas, (16) Samper, (23) Edu Bedia, (10) Espinosa, (9) Dongou, (28) Toni Sanabria y (20) Dani Nieto.

Cambios: (29) Sandro por Toni Sanabria en el 72', (18) Pol Calvet por Sandro en el 78' y (12) Babunski por Dani Nieto en el 89'.

LOS GOLES:

0-1 (31') Subida de Planas por su banda con pase raso atrás que no controla Edu Bedia pero al que sí llega Dani Nieto quien, completamente solo, fusila a Saizar.

1-1 (84') Pase de López Silva que atrapa Ortolá, aunque Mendi choca con el portero, que suelta el balón y el canterano empuja a la red.

1-2 (88') Penalti de Pedro sobre Dani Nieto que transforma Espinosa.

EL ÁRBITRO: Lesma López (C. Madrileño)

Amonestó a los blanquiverdes Bernardo Cruz (16'), Caballero (63'), Mendi (82') y Pedro (87') y a los azulgranas Edu Bedia (29'), Dani Nieto (37'), Ortolá (75') y Espinosa (81'). También expulsó a su entrenador, Eusebio Sacristán, en el minuto 84.