Córdoba: Saizar; Cristian, Tena, López Garai, Dubarbier; Pedro (Fede Vico, 115’), Alberto Aguilar, Caballero, López Silva, Pepe Díaz (Petcoff, 75’) y Joselu (Rennella, 65’)

Elche:Goles:Árbitro: Incidencias: LA CRONICA

El Córdoba celebró anoche sin excesos pero con entusiasmo final otro pase en la Copa del Rey a costa del Elche (1-0). Una competición propicia y regeneradora en los últimos tiempos. El mérito estuvo en el convencimiento. Machacón como antes. También en la exposición al peligro a través de un fútbol más ofensivo que el pasado domingo, con las líneas más adelantadas, con más acumulación en las zonas de peligro, con jugadores de más habilidad. Pero, además, a una mejor adaptación al asfixiante calor. Desesperante.

Vale que el Elche en nada se pareció al de la Liga. Solo repitieron un par de jugadores y un par de arreones a mitad de cada tiempo. Se mostró poco ambicioso y fallón --Jonet, Coro (72') y poco más--. Rafael Berges, por su parte, también movió el banquillo. Sin duda, sus jugadores son conscientes de que pueden dar mucho más. Falta creérselo. También saben que sobre ellos se proyecta la sombra del pasado ejercicio. Imposible de olvidar tan pronto por más que se intente. Y la Copa vino a ser ese retorno al punto de partida, a una identidad desorientada (¿momentáneamente?), a un patrón de juego. Todavía resultan inevitables las comparaciones. De hecho, ellos fueron los que anunciaron la continuidad de lo que en nada se parece aún al pasado. Tiempo habrá para cambiarlo. Y en esa tesitura, un tanto despistado anda todavía el equipo, el entrenador y el resto dando forma a la nueva etapa. Se notó mucho en la primera parte. La ocasión más clara la tuvo Joselu, solo, en el minuto 23. Se mostró inmaduro en el mano a mano. Caballero se intercambió con Garai en la conducción, con enroques continuos; Duba dio veinte pasos al frente desde el lateral con más presencia ofensiva y salieron dos puntas de inicio: Joselu y Pepe Díaz. La variación solo trajo una especie de colección de posturas del Kamasutra pero sin latido. Mucho Pedro, muy activo, y pocas nueces. Sin embargo, el Córdoba quería el balón no como artículo de defensa sino como arma arrojadiza. Por eso, el triunfo de ayer ante el Elche servirá de mucho en adelante. Más aún cuando en medio del sopor, de la humedad, del calor y del juego pastoso, afloraron algunos brotes verdes. Tuvo mérito. Por ejemplo, Damián y Rennella. Salieron a partir del minuto 65. Vale que es un partido, pero ambos ofrecieron una visión más amplia de los recién llegados, que no solo son Joselu o Abel Gómez. Uno, el medio, puso el cerebro y el descaro. El otro, el delantero, el criterio en el movimiento ofensivo, la visión en el ataque. Otra mirada de espaldas. Ambos, de los más jóvenes del plantel, trajeron anoche ese aire fresco en medio del ahogo generalizado. La chispa en la prórroga que desatascó Cristian con su gol del triunfo. Pero a estas alturas, cualquier coartada puede servir para obtener beneficios partidistas. Vale menos la crítica que la demagogia. Por eso, habrá que decir también que el Córdoba solo ganó un partido. Aburrido para más señas. Pero prometedor y rico por todo lo que quiso proponer con más o menos acierto.