Ante esta y este Córdoba de extremismos es obligatorio recordar el comienzo de la temporada pasada, con una goleada en el Villamarín tras la que a punto estuvo alguno de echarse a la calle por los jugadores que se habían fichado, por el juego del equipo --que iba a estar descendido en enero, decían--, por la debilidad del técnico por Pepe Díaz y hasta por la reiterada y uniforme vestimenta con camisa a cuadros del director deportivo, Javier Zubillaga. Y quizás en ese momento el mejor motivo era este último. O puede que el único.

Viene a colación porque lo apuntado por el Córdoba de la temporada 2010/11 ayer, en El Helmántico, dibujó sonrisas a gran parte de la expedición que acompañaba al conjunto blanquiverde y a algún que otro aficionado, algunos de ellos los mismos que estuvieron en el coliseo bético hace 12 meses, precisamente, y preparando pancartas.

Y esas sonrisas dejaban entrever una esperanza ante lo apuntado por el equipo sobre el césped salmantino. Y como siempre, siendo el primer partido, hay que apelar a la prudencia, porque son sobre todo eso, apuntes. Queda muchísimo trabajo y aunque por lo visto en 90 minutos de competición hay más materia prima que entonces, el árbol, sin herramientas ni esfuerzo, no se convierte en escultura de madera por mucho que queramos. Con las manos vacías y sin faena, mucha faena, el árbol seguirá siendo árbol. Y en este caso muerto, porque estaría cortado. Y, como en el pasado, habrá que tirar también de inspiración e incluso de suerte.

El carpintero Alcaraz decidió de inicio dejar en la banqueta a Iñigo Díaz de Cerio y prefirió a Alberto Aguilar sobre Beobide. Su apuesta por Richy Alvarez es conocida, por lo que no fue sorpresa la inclusión del gallego en el centro de la defensa.

Por acotar los 90 minutos del debut liguero blanquiverde se pueden dividir estos en tres partes. Podría decirse que en los primeros 15 minutos fue al intercambio de golpes perdiendo a los puntos, así como en los últimos 15. Los 60 restantes fueron suyos, en algunas fases con más claridad que en otras. Ese inicio irregular se debió a dos factores: el trabajo de los pivotes y la falta de entendimiento, en general. Alberto Aguilar se mostraba demasiado blando y Fernando Usero saltó al campo con una empanada manchega traída de su tierra. Quique Martín campaba a sus anchas y no digamos Miguel García. Así, casi sin dar ocasión a nada más, los charros se adelantaban en un córner provocado tras una contra propiciada por el de Benamejí. Quique Martín sacó magistralmente y Miguel García remataba aún mejor, si cabe.