ENTREVISTA | Vicente Amigo Guitarrista

«Creo que el andén del tiempo es un poco la eternidad que buscamos»

El artista cordobés actúa este viernes en el Teatro Real, donde estrenará algunos de los temas de su nuevo disco, ‘Andenes del tiempo’, que publica a finales de mayo

Vicente Amigo, en un concierto en la Mezquita-Catedral de Córdoba.

Vicente Amigo, en un concierto en la Mezquita-Catedral de Córdoba. / Archivo / A.J. González

Ángeles Castellano

Guitarrista precoz, el cordobés Vicente Amigo fue considerado enseguida uno de los grandes del flamenco. Lo sigue siendo. Después de haber conseguido éxitos propios y acompañando (y componiendo) para otros, dentro y fuera del flamenco, sigue siendo considerado un artista que captura la sensibilidad como pocos. De mi corazón al aire (Sony Music, 1991) fue su primer éxito, y Memoria de los sentidos (Sony Music, 2017) su último trabajo discográfico publicado, con el que ganó su segundo premio Grammy Latino y fue nominado al Grammy (general) a Mejor disco de World Music. Fue el artífice de los discos que más vendieron en la carrera del cantaor José Mercé (Del amanecer, en 1998 y Aire, en 2000) y además de haber trabajado con infinidad de músicos (entre los que están Alejandro Sanz o Miguel Bosé, sólo por citar algunas estrellas del pop) formó parte del elenco que grabaría un disco imprescindible: Omega, de Enrique Morente y Lagartija Nick. Amigo vive en una gira perpetua, que le sigue llevando a grandes escenarios en los que interpreta sus composiciones recientes y no tanto. Este viernes se enfrenta a un concierto en el Teatro Real de Madrid, en el que dice que aprovechará para presentar sus composiciones más recientes, las de un disco que publicará a finales de mayo y que lleva por título Andenes del tiempo. El encuentro tiene lugar precisamente en uno de los salones del templo de la ópera de la capital.

Este viernes actúa en el Teatro Real de Madrid, pero no es la primera vez que lo hace. ¿Qué recuerdos tiene de otras ocasiones?

No, no es la primera vez, yo creo que debe ser la tercera o la cuarta. El Teatro Real es comprometido, es un sitio que te impresiona desde el escenario más que desde el patio de butacas. Yo he estado viendo algún espectáculo allí y desde el escenario impresiona más, porque es como muy grande, el público está muy cerca, y es muy alto. Yo he sufrido vértigo hacia arriba desde el escenario, parece que se van a caer encima los espectadores.

Está por sacar disco nuevo, ¿va a seguir la línea de trabajos anteriores?

Se va a llamar Andenes del tiempo y tengo mucha ilusión. Lo hemos producido entre Boris (Alarcón) y yo. Creo que el andén del tiempo es un poco la eternidad que buscamos, que evoca el arte. Pero los andenes del tiempo son para donde tiramos. También para los recuerdos, para el pasado, quizá lo único que tenemos es la memoria. Hay un tema un poco inspirado en la música brasileña que se mueve mucho por la armonía. No sé, es como que da un paseo. Y en ese tema toca Marcus Miller, se llama Pan de azúcar y luego hay una rumba muy flamenca en la que colabora Dave Weckl, el batería, que es un genio. Es un tema bastante distinto a lo que he hecho antes. Luego hay una soleá, que parece un poco clásica, pero también tiene pasajes que parecen de música clásica y hay un tanguillo que yo llamo Con V de Cádiz, que está en tonos menores. Además, hay un bolero, El bolero del hermano, que le dedico a mi hermano Javier, y hay un tema que se llama Andenes del tiempo que es lento, como con mucha tristeza, pero también tiene esperanza.

Hace cinco años del estreno del disco anterior. ¿Ha tenido algo que ver la pandemia con un periodo tan largo entre el último disco y este?

Yo las guitarras las tenía grabadas prácticamente antes de pandemia, ya tenía el armazón del disco. De hecho, no sabía si hacerlo de guitarra y poco más. Ese era el concepto del disco al principio, pero con la pandemia empezamos a darle vueltas y algo también novedoso de este disco para mí es que me he aventurado a hacerle algunos arreglos de cuerda, que era un sueño que yo tenía, lo que pasa es que para eso necesitas también tiempo para no meter mucho la pata. Yo creo que ha merecido la pena la espera. De todas maneras, yo nunca he tenido prisa por hacer los discos. Pero es verdad que ahora mismo estoy loco por que salga ya, para pensar en otras ideas que tengo ahí y, bueno, quiero tocarlo ya, porque después de que sale el disco tienes que hacer tuyo el repertorio y sentirte cómodo. Y eso es a base de tocar, claro. Además es un disco con muchos arreglos de cuerda y colaboraciones y tengo que trasladar eso al directo.

En la última Bienal de Flamenco de Sevilla se organizó un ciclo de guitarra flamenca sola, sin acompañamiento en el escenario, que clausuró Riqueni en el Lope de Vega. ¿Tuvo oportunidad de ver alguno de esos conciertos? ¿Qué le parece que se organicen conciertos así, de guitarra desnuda?

No vi ninguno, porque estaba metido en lo que tenía que tocar yo, que actué en el Teatro de la Maestranza. Pero a mí me parece fenómeno volver a la guitarra sola. Yo estuve unos años viajando solamente con un cajón, el cajón y yo cuando era joven, pero bueno, completamente solo no he actuado nunca. Pienso también que hay que ser muy respetuoso con el público y no cansarlo, que el tiempo es oro, ¿sabes? Entonces yo creo que lo he hecho por eso. A mí me gusta mucho tocar solo cuando me siento en libertad en el escenario, es como mejor estoy, porque cuanto más gente haya es más difícil, cada uno con su pulsación y su emoción y se va de madre muchas veces. A veces se pierde un poco el espíritu de lo que estás tocando. Si estás solo es más fácil.

Su primer disco se publicó en 1991. Enseguida se le consideró el heredero de Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, incluso ellos lo dijeron así públicamente. Ahora, cuando echa la vista atrás, ¿eso lo vivió como una losa o le ayudó en el desarrollo de su carrera?

Siempre fue una losa eso, porque fueron mis maestros. Y, por otro lado, era un regalo también, pero con el que apechugué toda mi vida, intentando ser responsable con ese legado. Pero es que el mundo es más ancho que nosotros. Hay muchísima gente con muchas cosas que decir y la música es infinita. Entonces yo soy un exponente más de dentro de este universo musical.

Fue discípulo de Manolo Sanlúcar pero en un sentido literal, porque incluso vivió con él. ¿Cuáles fueron las enseñanzas más importantes que recuerda del maestro? ¿Cómo fueron aquellos días de convivencia?

Con Manolo sobre todo aprendí mucho esa disciplina que él tenía, aunque yo también la tengo, la tenía desde chico. Sabía que más o menos tú tienes unas condiciones idóneas para la música, pero si no trabajas, si no te pones con el instrumento ahí, a sacarle partido y a sacarle el sonido que quieres... y eso es a base de horas. Con Manolo es verdad que era un hombre con mucha disciplina para insistir en la técnica, y recuerdo que eso lo viví muy de cerca. Manolo Sanlúcar ha sido un gran maestro para muchos.

¿Cree que se le reconoce lo suficiente? Se habla mucho de Paco de Lucía, pero no sé si tanto de Manolo Sanlúcar...

Yo creo que sí. Es que no estamos comparando, cada uno es cada uno, como decía Alfonso Guerra. Yo recibo muchos comentarios, a veces la gente se lo comenta a mi mánager, diciendo que yo tenía que haber hecho tal o cual cosa en mi carrera... Pero entonces, ¿quién soy yo, quien soy o quien tú quieres que sea? ¿Cuáles son las expectativas que tenemos que cumplir los artistas?

Bueno, a veces el paso del tiempo es el que le da valor a obras que en su día no fueron bien tratadas. Usted trabajó en ‘Omega’, de Enrique Morente, por ejemplo, que ahora tiene una gran consideración aunque en aquel momento no fue tan reconocido. ¿Cómo fue aquella colaboración?

Es que nosotros como músicos lo vivimos de una forma, creo, más natural, sabiendo lo que se está haciendo en cada momento. Para mí no es más rico ese que otros que había hecho Enrique. Es un camino largo el de la creación, el de la búsqueda del artista, y para mí no ha tenido más importancia que otros discos de Enrique. No sé. Esa es mi verdad. Es como decir que el disco Tauromagia de Manolo Sanlúcar es más disco que el de Miguel Hernández o que Siroco de Paco de Lucía es más importante que Fuente y caudal... Son momentos de búsqueda distintos y de lo que se trata es de ir poniendo cada uno su granito de arena e intentar alimentar a los amantes de la música y del arte. Las cosas no se hacen espontáneas, las cosas tienen que tener un sentido.

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