Pedro Guerra y Javier Álvarez, dos trovadores atemporales en el Teatro Góngora

Ocho de la tarde en Córdoba y el Teatro Góngora recibía con una enorme ovación a dos grandes del mundo de la canción en España; Pedro Guerra y Javier Álvarez, que aparecían con sus guitarras y voces como únicos complementos, sus letras ya se encargarían de crear la magia. 

Comenzaron cantando juntos, como acostumbraban a hacer en sus comienzos, donde se movieron por distintos y parques y locales de Madrid, y lo hicieron además con una canción inédita que el público cordobés acogió totalmente encandilado. 

“Qué nervios”, se le escuchaba susurrar a uno de ellos, y acto seguido Javier Álvarez regalaba a una Córdoba totalmente embelesada por la belleza de la canción, un pedacito de su arte más reciente, y otro de sus comienzos, Mar y La Edad del Porvenir.

Canciones a dúo

Le tocaba el turno en solitario a Pedro Guerra, que decidía empezar el viaje de canciones y emociones con Dos mil recuerdos y Pasa.

Tampoco quisieron perder la oportunidad de cantar a duo canciones del otro, mostrando en todo momento la admiración y cariño mutuo entre ambos y hacia sus composiciones. Y así el acontecimiento histórico dentro del mundo del cantautor tuvo lugar, allí, en el Teatro Góngora de la ciudad de Córdoba, cuando los dos propulsores del género en los 90 compartieron De menos de Guerra, y posteriormente, De aquí a la eternidad, de Álvarez.

Continuaba una noche llena de encanto y sorpresas en la que los dos artistas, amigos, se daban su espacio individual. Se quedaba así solo en el escenario el madrileño Javier Álvarez, quien rompió de la manera más inesperada con el transcurso de la noche. 

"Ponme el primer 'playback'"

“Ponme el primer playback”, le pedía al encargado de sonido, y comenzaba una versión de Chiquitita de ABBA que dejó cautivado al público. 

“Yo siempre digo que todos los caminos llevan a ABBA y que hay que bailar muchísimo más”, y el madrileño pedía el segundo playback que llevaba preparado, Lose Yourself to Dance, que sorprendía a todos los asistentes, aunque así ninguno dudó en levantarse de sus asientos y unirse a la fiesta que de repente se formó en uno de los teatros más emblemáticos de la ciudad de Córdoba.  

“A ver cómo remontamos ahora esto” decía entre risas Pedro Guerra mientras su compañero abandonaba el escenario bailando y él volvía a su guitarra. Y no podía ser otra que Deseo quien consiguiera “remontar aquello”.