RECONOCIMIENTO

Hacer historia, construir memoria: Francisco Moreno Gómez y Antonio Barragán

El II Premio Memoria Viva reconoció la trayectoria de Francisco Moreno Gómez y a Antonio Barragán Moriana

Sus aportaciones a la historiografía de la provincia se han convertido en imprescindibles

Batería antiaérea republicana en Torres Cabrera en el verano de 1936.

Batería antiaérea republicana en Torres Cabrera en el verano de 1936. / PIORTIZ

José Luis Casas Sánchez

José Luis Casas Sánchez

En una de sus obras, Francisco Moreno recordaba que su libro sobre la guerra civil en Córdoba no lo planteó como una recuperación de la memoria histórica, y que si lo hizo fue «sin saberlo, por instinto». En mi opinión, hacía historia, pero en los últimos años hay una cierta confusión entre historia y memoria, cuando en realidad la primera, en determinados casos y en particular para ciertos acontecimientos, puede dar paso a la formación de una memoria colectiva. Los estudios sobre memoria histórica tienen una larga trayectoria en la historiografía europea, desde los clásicos de Maurice Halbwachs a las aportaciones más recientes de la historiografía francesa con Pierre Nora o Paul Ricoeur. En nuestro país fue pionera Paloma Aguilar con ‘Memoria y olvido de la Guerra Civil española’ (Madrid: Alianza, 1996). En todo caso, es preciso establecer una «necesaria diferenciación» entre memoria e historia, y en este sentido es clarificador el libro de Josefina Cuesta ‘La odisea de la memoria. Historia de la memoria en España. Siglo XX’ (Madrid: Alianza, 2008).

Tampoco se debe confundir producción historiográfica con políticas de memoria, aunque gracias a estas últimas se produzcan avances en el campo de la historia, como ha ocurrido actualmente. Sobre esta cuestión se pueden consultar Paloma Aguilar: ‘Políticas de la memoria y memorias de la política’ (Madrid: Alianza, 2008); Paloma Aguilar y Leigh A.Payne: ‘El resurgir del pasado en España. Fosas de víctimas y confesiones de verdugos’ (Madrid: Taurus, 2018); Jordi Guixé, Jesús Alfonso Carballés y Ricard Conesa (eds.): ‘Diez años de leyes y políticas de Memoria (2007-2017)’ (Madrid: Libros de la Catarata, 2019).

Entre las aportaciones recientes de historiadores españoles, citaremos a Xosé M. Núñez Seixas, por ‘Guaridas del lobo. Memorias de la Europa autoritaria, 1945-2020’ (Barcelona: Crítica, 2021) y Miguel A. del Arco, con ‘Cruces de memoria y olvido. Los monumentos a los caídos de la guerra civil española’ (1936-2021) (Barcelona: Crítica, 2022).

Francisco Moreno Gómez

En Córdoba, los trabajos pioneros en el estudio de la guerra civil, de ámbito provincial, tienen como autor a Francisco Moreno Gómez. En primer lugar con el Premio Díaz del Moral de 1982: ‘La República y la Guerra Civil en Córdoba (I)’ (Córdoba: Ayuntamiento, 1982). A este trabajo le seguiría otro centrado en exclusiva en la guerra, analiza la evolución de la misma en las diferentes zonas de la provincia, así como la represión en todos los pueblos: ‘La Guerra Civil en Córdoba (1936-1939)’ (Madrid: Alpuerto, 1985). Ambas obras se completaron con una tercera: ‘Córdoba en la posguerra. (La represión y la guerrilla, 1939-1950)’ (Córdoba: Francisco Baena editor, 1987). En su conjunto, las tres obras aportan una gran cantidad de datos y han servido de base para estudios locales. En colaboración con Juan Ortiz Villalba, de aquellos años es el estudio dedicado a la masonería cordobesa, donde estudian la expansión de las distintas logias por los pueblos y la capital, y dedican un capítulo a la represión contra la masonería en nuestra provincia: ‘La Masonería en Córdoba’ (Córdoba: Albolafia, 1985).

Francisco Moreno Gómez (con la distinción) y Alejandro Ruiz-Huerta. | CHENCHO MARTÍNEZ

Francisco Moreno Gómez (con la distinción) y Alejandro Ruiz-Huerta. | CHENCHO MARTÍNEZ / José Luis Casas Sánchez

Se ha ocupado de la historia del Partido Comunista en Andalucía entre 1920 y 1936 en su libro ‘La última utopía’. Y es de resaltar la recuperación de la figura del poeta Pedro Garfias, nacido en Salamanca pero andaluz de corazón y de acento, como dijo José de la Colina: ‘Pedro Garfias, poeta de la vanguardia, de la guerra y del exilio’ (Córdoba; Diputación, 1996), así como con la edición de sus poesías, en el Ayuntamiento de Córdoba en 1989 y otra edición definitiva: ‘Pedro Garfias. Poesías completas’ (Madrid: Alpuerto, 1996). En varias de sus obras se ha ocupado de la resistencia guerrillera, como en ‘La resistencia armada contra Franco: tragedia del maquis y la guerrilla: de Madrid al Guadalquivir’ (Barcelona: Crítica, 2001).

Antonio Barragán y el rector, en la entrega del reconocimiento. | CHENCHO MARTÍNEZ

Antonio Barragán y el rector, en la entrega del reconocimiento. | CHENCHO MARTÍNEZ / José Luis Casas Sánchez

Con posterioridad, Moreno Gómez dio un paso significativo al calificar como genocidio lo ocurrido en nuestra provincia: 1936. ‘El genocidio franquista en Córdoba’ (Barcelona: Crítica, 2008). Sus conclusiones sobre la represión en Córdoba son: «La cifra de 4.000 fusilados en la capital y otros 4.545 como mínimo en los pueblos (durante la guerra), más otros 1.600 fusilamientos en la posguerra, más 220 exterminados en la persecución de la guerrilla, más 160 de personal civil eliminado por la ‘Ley de Fugas’ por supuesto apoyo a la guerrilla, más 223 cordobeses exterminados en los campos nazis (cálculo incompleto), más 750 presos exterminados por hambre en la prisión de Córdoba (faltan datos de los pueblos). Todo ello nos sitúa en un balance mínimo e incompleto de 11.581 víctimas del genocidio franquista en Córdoba, que son cifras absolutamente brutales».

Sobre aspectos bélicos ha vuelto a trabajar en una obra donde pone en conexión los acontecimientos de esta provincia con los de otros lugares, así como la presencia de cordobeses: ‘Trincheras de la República, 1937-1939. Desde Córdoba al Bajo Aragón, al destierro y al olvido. La gesta de una democracia acosada por el fascismo’ (Córdoba: El Páramo, 2013). En la «Introducción» lleva a cabo lo que denomina como «Auto-Memoria», con críticas a la historiografía revisionista, de ahí que nos advierta de que en su obra encontraremos «el más absoluto desdén para quienes, pudiendo haber narrado estas cosas, las están negando, bajo la falacia de la ocultación cómplice, de la equidistancia imposible, la neutralidad falsa y la falacia de las ‘militancias’ y de las ‘ideologías’ (cuyo único problema es que las ‘ideologías’ de «unos» no son las de ‘los otros’, por la inclinación de los primeros al ‘pensamiento único’). Demasiada soberbia para construir un país, una cultura y una ciencia. Que la Historia se lo demande». Dedica un apartado a la última gran ofensiva republicana a comienzos de 1939, con el norte la provincia de Córdoba por escenario.

Y en la línea de recuperación de la memoria: ‘La victoria sangrienta, 1939-1945: un estudio de la gran represión franquista para el Memorial Democrático de España’ (Madrid: Alpuerto, 2014); ‘Ni localizados ni olvidados: las fosas del cementerio de San Fernando de Sevilla, 1936-1958’ (Sevilla: Aconcagua, 2016) y ‘Los desaparecidos de Franco: un estudio factual y teórico en el contexto de los crímenes internacionales y las comisiones de la verdad’ (Madrid: Alpuerto, 2016).

Antonio Barragán

Antonio Barragán Moriana representa para la historiografía cordobesa la innovación en cuanto que sus investigaciones han abierto camino en ciertos temas. Un primer ejemplo lo tuvimos con: ‘Realidad política en Córdoba, 1931. Un estudio electoral’ (Córdoba: Diputación, 1980). Y cuando se pensaba que en Córdoba, a través de Díaz del Moral, estaba todo dicho acerca del trienio bolchevista, nos sorprendió con su ‘Conflictividad social y desarticulación política en la provincia de Córdoba, 1918-1920’ (Córdoba: Ayuntamiento, 1990), que obtuvo el premio Díaz del Moral. Un estudio de coyuntura fue: ‘Córdoba: 1898/1905. Crisis social y regeneracionismo político’ (Córdoba: Universidad, 2000) y un planteamiento metodológico original lo aportó con ‘Crisis del franquismo y transición democrática en la provincia de Córdoba’ (Córdoba: Universidad, 2005), por cuanto abordaba una cuestión a veces olvidada como es el de la transición sindical. Investigaciones sobre el sindicalismo que también le han llevado a participar en una obra colectiva sobre la historia de CCOO en Andalucía. Asimismo, ha sido coordinador del volumen ‘La articulación del franquismo en Andalucía’ (Sevilla: Centra, 2015)

Si la represión física a lo largo de la guerra civil y de la postguerra fue importante en la provincia de Córdoba, algo similar podemos afirmar de la desatada en otros ámbitos, y en este sentido destaca su investigación sobre las repercusiones que tuvieron las incautaciones de bienes y los juicios en aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas, con la obra que obtuvo el premio Corpus Barga en 2008: ‘Control social y responsabilidades políticas. Córdoba (1936-1945)’ (Córdoba: El Páramo, 2009). A lo largo de la guerra, se incoaron en la provincia de Córdoba un total de 4.408 expedientes de incautación de bienes, que afectaron no solo a personas físicas pertenecientes a la clase obrera, sino también a grupos de clase media de adscripción republicana, y asimismo a las sociedades obreras. En cuanto a la aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas, hubo 6.454 expedientes, si bien a la altura de 1947 aún quedaban 2.855 expedientes por resolver. Con ambas medidas se consiguió ejercer un amplio control social y político sobre el conjunto de la población cordobesa, máxime si tenemos en cuenta que fue objeto de represión, como medida ejemplarizante, buena parte de la élite política republicana. También debemos resaltar en relación con esta obra que es una referencia indispensable para quienes se ocupan de la cuestión de la represión y que se ha convertido en modelo para el estudio del tema en otras provincias.

Por último, debemos referirnos a una obra magna, en todos los sentidos: ‘Enterado. Justicia militar de guerra en Córdoba, 1936-1945’ (Córdoba: Utopía, 2022). Aquí estudia la justicia militar en la provincia de Córdoba desde la creación del Consejo de Guerra Permanente en febrero de 1937 hasta octubre de 1945. Ha manejado un volumen de documentación abrumador: cerca de 11.000 expedientes. Y ante tal volumen de datos, encontramos uno de los aciertos de la obra, de carácter metodológico, al ofrecernos en sucesivos capítulos cómo se desarrolló la represión en distintos sectores. Primero, contra los miembros del estamento militar y cuerpos de seguridad que no se sumaron a la sublevación. Segundo, contra quienes habían formado parte del ejército de la República. Tercero, contra sectores de la sociedad civil, en especial los cargos públicos en los ayuntamientos o en la Diputación, o por su militancia en los partidos republicanos y en los sindicatos obreros. Un cuarto capítulo analiza la represión en distintos ámbitos geográficos, establecidos en función de varios parámetros: los pueblos donde triunfó la sublevación militar, los de la cuenca minera de Peñarroya, que se mantuvo fiel a la República, las poblaciones con «procesos de violencia revolucionaria», y al final la zona del último frente de guerra, la comarca de Los Pedroches. Por último, se adentra en el análisis de las comisiones de examen de penas, y que en el caso de Córdoba significó un volumen de 2.497 expedientes. Al final se recogen varios anexos, entre los cuales merece la pena destacar el de los nombres de los miembros de los tribunales intervinientes en los consejos de guerra y otro con los de todas las mujeres encausadas entre 1937 y 1945.

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