SINGULARIDADES Y NO

La poética del espacio

El cine y la literatura han mirado más allá de la Tierra

Imagen del nacimiento de una estrella. Firmafoto  NASA ANDOUT / EFE

Imagen del nacimiento de una estrella. Firmafoto NASA ANDOUT / EFE / NASA ANDOUT / EFE

Nuestra obsesión por el espacio y planetas viene de antiguo. Siempre hemos mirado hacia el cielo y firmamento, y no solamente en su inspiración divina o romántica. El cine de ciencia ficción y autores del siglo XIX ya escribieron sobre ello. También, entre lo más cercano a nuestro cotidiano vivir, ya habló, entre otros, Orson Welles, en aquel guion para la radio y juego de ficción de la clásica novela ‘La guerra de los mundos’ de H.G. Wells, y posterior película de Spielberg. En los años cincuenta, en nuestro país, existía un serial radiofónico con el título ‘Diego Valor, el piloto del espacio’. La luna ha sido cantada por los poetas durante siglos, seguimos mirando a las estrellas fugaces, incluso de manera organizada, en una noche de sueños y miradas.

Hoy estamos en esa otra conquista en la que el mundo se empeña por llegar a Marte y mudarnos a ese planeta, aunque «esos sueños son», como cantaban los Stone en un viejo blues. Bob Perelman en su texto ‘China’ nos dice: «Vivimos en el tercer mundo contando desde el sol. Número tres, nadie nos dice qué hacer». Carmen Conde, en el poema 'El universo tiene ojos', escribe: «Nos miran; / nos ven, nos están viendo, nos miran / múltiples ojos invisibles que conocemos de antiguo». Ahora Marte es el principal atractivo. Queremos ir hasta allí y quedarnos, el hombre se lo está planteando, pero la otra cara de la moneda sería no colonizar, no repetirnos, para qué queremos viajar a Marte y hacer o vivir lo mismo que en la Tierra y con los mismos errores. Eso parece que dicen los versos del poema «Vida en el planeta Marte» del libro ‘Fronteras de niebla’ de José Luis Amaro, donde se habla de la caída del dólar, de muertos, de los índices del paro o perder la razón de ser.

La lírica siempre atenta no es ajena a su tiempo y, últimamente, algunos poetas, se han subido a una nave en un viaje sideral y están poetizando al espacio exterior. En algunos de los libros publicados el relato y contenido es, en cierta manera, inesperado. También los fantasmas de nuestra infancia se han incorporado a este viaje, hartos de caminar por los tejados y palacios abandonados bajo una sábana blanca, o perseguidos por los cazas fantasmas.

Títulos y autores de obras publicadas, sólo una muestra, con dicha temática: ‘Vida en Marte’, de Trancy K. Smith; ‘La policía celeste’, de Ben Clark; ‘Los planetas fantasmas’, de Rosa Berbel; ‘Geometría de fantasmas’, de María Rosal; ‘El Sol y otras estrellas’, de Raquel Lanseros, este último premiado recientemente y aún no publicado.

Con la mirada hacia el cielo, ahora también por donde pueden llegar los misiles, nos levantamos y volvemos a creer en las horas de nuestro tiempo, mientras los titulares de la prensa nos cuentan que arde Australia, la Antártida se derrite, o la muralla china es un hilo desde la mirada de un satélite.