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Reseñistas / Diario CÓRDOBA

Había dudado, y mucho, si titular esta columna «Reseñistas» o «Presentadoristas», en realidad se trata del mismo personaje. Ese ser triste y de rostro argumentario, que igual escribe una reseña laudatoria en demasía o realiza la presentación de un libro, que previamente ha reseñado en grado de alabanza mutua, vulgarmente conocido como «peloteo de interés».

Son seres sonrientes, agradecidos, siempre tienen la palabra justa y el calificativo adecuado, preparan su rostro, sacan su chuleta (también sirve el ‘post-it’) y enumeran uno tras otro los elogios como si fueran justificaciones. Y una justificación puede ser real o envidiosa. Escribía Séneca que proporcionalmente al número de los admiradores crece el de los envidiosos.

Generalmente entre estos seres aquello de la «titulitis» también ocupa un valor fundamental, a ver quien posee la bibliografía más amplia, esa que ocupa las dos solapas y la contraportada de un libro, aquella que no se lee nunca, aquella que desaparece con tu propia muerte.

Debemos darnos cuenta que este tipo de actuaciones hace que se abandone la esencia de la persona en sí, creando unas falsas expectativas que no se cree ni el más pintado. Una persona no es más persona por sus cargos, por sus premios, por su nota bibliográfica, por sus títulos, por las reseñas que recibe. Tampoco es mejor autor por ello (de eso saben bien aquellos que fueron un instante y dejaron de ser en el mismo instante). Una persona es persona tan solo por sus actos y, desde luego, los actos laudatorios pasan desapercibidos muy pronto.

Cuando ocurre algunos de los aspectos que aquí comentamos siempre acudimos al motivo principal del hecho en sí: editorial conocida que publica sus libros, próxima petición a editorial, favores personales, engreimiento, hoy por ti y mañana por mí -pero en los mismos términos-, e incluso, creerse que es el nuevo Menéndez Pelayo de la literatura, por decir algo. Pero en realidad hay que agradecerlo todo, sobre todo si eres el protagonista de un día, de una tarde o de una noche. Fíjese, protagonista en todos sus términos. Cuando las cosas se hacen de verdad sobran las adulaciones.

Ahora se habla mucho, en diversos medios, del debut narrativo de algunos poetas, pero este es otro asunto que requiere dedicación, a fin de cuentas, la literatura no es eso. Y fíjense si tienen ocasión, que estos que hacen su debut narrativo después de haber pasado por otros géneros, también poseen un rostro argumentario, les suele hacer falta para el desenlace.

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