RELATOS

Esa gente corriente de los 90

‘Échale la culpa a Milli Vanilli’, de Juan Plaza

Juan Plaza, autor de 'Échale la culpa a Mili Vanilli'.

Juan Plaza, autor de 'Échale la culpa a Mili Vanilli'. / CÓRDOBA

Como viene a decir Juan Plaza en el prólogo de su segundo libro de relatos, ‘Échale la culpa a Milli Vanilli’, España fue auténtica en los 90. Lo de los 80 fue ficción, años movidos de exceso después de que la democracia quitara «el tapón de la represión», pura sobreactuación que daría paso a algo más real. Y como España tiende naturalmente a sobreactuar, los 80 se llevaron la fama a modo de recopilatorios, documentales, ensayos y programas especiales en la televisión pública. De los 90 hablamos poco, hasta ahora. Es tiempo nuevamente de sacar los chándales de dos piezas de colores chillones, de dejarse la coletilla de Roberto Baggio, pinchar a Chimo Bayo y pedir sin complejos en los karaokes –resurgirán– ‘Soldados del amor’ de Olé Olé.

En ese espacio estético se sitúa una parte importante de los 14 relatos de este volumen, editado por La Consentida, en el que el autor parece encontrar la salvación a través de la escritura, la ficción como escapatoria. Esto es solo una hipótesis. Al menos a sus personajes le ocurre: suelen ser gente corriente a la que –de súbito, como ocurre en los cuentos– les pasan cosas no corrientes, imprevisibles, acelerando el ritmo de la narración. Tan corrientes son que algunos no tienen nombre, pero empatizamos con ellos cuando desvelan en primera persona sus inseguridades, sus sufrimientos, sus oscuros pasos por la adolescencia, las tensiones padre-hijo, su vulnerabilidad o sus gustos inconfesables. Personas corrientes que pasan a ser personajes solo cuando algo les empuja a hacerlo, sea un sueño o la venganza.

Los 90 están en parte importante de los relatos, pero el libro no es un ensayo sobre ese tiempo, sino que el recuerdo parece un asidero del propio autor a la memoria sentimental del final de su adolescencia y el principio de su juventud, a veces solo perfilado a través de un póster en la pared, un cigarrillo mentolado, un walkie-talkie o el olor a madre.

La escritura tiene un papel vital en las historias: los personajes la usan como terapia. Muchas veces, ellos y ellas escriben de prisa en un cuaderno para desahogarse o soñar; también para revelar lo ocurrido, como fedatarios, o buscar una alternativa a sus bloqueos: para salvarse, en definitiva.

En este libro subyace igualmente un interés por señalar los cadáveres que el poder deja en el camino. No son relatos moralistas, no es eso, pero hay una mirada de comprensión hacia quienes sufren acoso laboral o ‘bullying’, hacia los excluidos, quienes son incomprendidos por ver la realidad de una forma menos convencional, o hacia quienes son únicamente soldados rasos, pequeñas piezas en un engranaje que los desgasta sin piedad.

La variación en los formatos y técnicas que posibilita el género del relato permiten a Plaza ensayar modelos distintos, la narración es siempre ágil, las caracterizaciones de los personajes pueden ser tan sencillas como una letra inclinada en un cuaderno de anillas, un olor a pepinillos o un bikini desbordado. El humor es socarrón y, por momentos, loco al punto de desclasificar un secreto de estado, como en ‘Hay que animar a las tropas’, en el que el lector sonríe al cruzarse con los noventeros Marta Sánchez y, camuflado, Expediente X.

Este es un libro generacional, que puede ser leído por muchos otros, pero cómodo para quienes pueden tumbarse sin problemas a ver otra vez ese wéstern, entienden qué es el carey, recuerdan un Renault 12, conocen el poder televisivo del polígrafo y añoran a las videntes muy maquilladas en ‘prime time’.

‘Échale la culpa a Milli Vanilli’.

Autor: Juan Plaza.

Editorial: La Consentida. 2023.

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