El Córdoba CF cumple el plan y gana el Trofeo Ciudad de Linares

Al Córdoba CF le salió el plan. Despachó una actuación más que decente, con algunos tramos en los que sometió de modo rotundo a un Linares que, no se olvide, es vecino de la Primera Federación y, con los números en la mano, mejor expediente que los cordobesistas en esta categoría. Un gol de Albarrán decidió el partido y proporcionó al equipo -y a sus aficionados- una sensación gratificante. Le faltan cosas, desde luego, pero las que tiene ya prometen. 

Quienes lo vivieron lo saben. Pocos partidos hay tan traicioneros como el último de la pretemporada. El personal se debate entre hacer un alarde de entrega para sumar méritos o mantenerse en un perfil cauto, sin arriesgar más de lo debido porque, al fin y al cabo, la competición real está a pocos días de llegar y nadie quiere perder el sitio que se ha ganado -o así lo cree- durante el verano. El tramo final del mercado de fichajes es el aliño final para un acontecimiento singular, la bisagra entre las probaturas cándidas y los problemas de adultos.

Iván Ania tiró de un repertorio de primera línea, de lo mejor que ahora tiene. Le faltaban Adilson y Simo, dos nombres de referencia, además del pujante Cristian Delgado. El asturiano metió a tres centrales -Gudelj, Lapeña y Castellano-, a Recio en el pivote al lado de Diarra y a Alberto Toril, el último en llegar, como encargado de resolver en el área. El Linares aguardaba con el traje de siempre: equipo modesto, moldeado a bajo coste, soportando la marcha de los que más destacan cada campaña y asumiendo un perfil de humilde rebelde, que a menudo funciona y siempre enamora a los seguidores. Lleva dos años siendo de los mejores en Primera Federación, con un play off de ascenso a Segunda y otra tentativa con fundamento.

Primeras ocasiones del Córdoba

A los dos minutos la tuvo Kike Márquez, pero cuando trató de acomodar el disparo se le había echado el defensa encima. El sanluqueño tiene la confianza de Ania, que le ha buscado hueco en ataque. Los cordobesistas se plantaron con personalidad, mandando y moviendo la pelota con soltura. A los 12 minutos, Diarra se llevó la pelota con habilidad en una ruleta y soltó un trallazo raso que pasó cerca del poste. Con Recio como compañero, el malí puede tomarse la licencia de progresar y ensayar disparo, una virtud semioculta en el pasado. Poco después, Toril entró con decisión de cabeza y la mandó arriba.

Llorente, el último fichaje del Linares, levantó a la gente del asiento con una acción dentro del área en la que burló a tres cordobesistas antes de fusilar, con excesiva potencia, a Carlos Marín. El balón se perdió por encima del larguero. Calderón, muy activo en ataque -actuó más adelantado, por las bajas-, estaba en casi todas. La llegada de los nuevos ha sentado bien a los que ya estaban. Se ve otro aire, con una recuperación del entusiasmo que se había perdido en el horroroso tramo final del pasado curso.

El Linares, con unos o con otros, nunca pierde su esencia: lo pelean todo, son tenaces y solidarios. Mawi, con un centro peligroso, y Dani Perejón, en una internada, probaron a Carlos Marín. El pleito se fue equilibrando, dentro de una progresiva tendencia al tedio. El grito en la grada se oyó en el rincón blanquiverde, donde un puñado de fieles celebraron con alborozo un remate en carrera de Albarrán dentro del área para colocar el 0-1 en el intermedio.

Retorno impetuoso

En la primera acción, Kike Márquez y Carracedo rozaron el segundo gol. Los de Ania retornaron con ímpetu, buscando abrir brecha y, en todo caso, intimidar a un Linares que seguía siendo sometido en cuanto a posesión de balón. Las situaciones de riesgo se sucedían en la meta del lituano Ernestas, que había suplido a Samu Casado. Óscar Fernández, entrenador local, empezó a remover el once con cambios y el Córdoba seguía gobernando.

Toril, con muchas ganas, estuvo a punto de marcar con un remate de cabeza a ras de hierba en el minuto 62. Ania metió ahí un triple cambio, colocando arriba a Casas y un doble pivote con Isma Ruiz y Sala, adelantando como enganche a Diarra. El rambleño probó a Ernestas muy pronto, en medio de una fase de control completo de los cordobesistas. Lapeña rozó el segundo de cabeza.

La primera intervención de Carlos Marín fue un lanzamiento lejano de Carrillo, un canterano local que tiró de osadía a falta de un cuarto de hora. Los cordobesistas seguían coleccionando llegadas y amagos, sin concretar. Les bastó con el tanto de Albarrán en los estertores de la primera parte. El final de los experimentos llegó con una justificada sonrisa general.

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