Córdoba ocupa por derecho propio un lugar preeminente en la historia de la tauromaquia, cuyo arranque se pierde en la lejanía de los siglos. Asimismo, su aportación en lo que a lidiadores se refiere ha sido considerable. Toreros que en sus distintas categorías han inscrito en ella sus nombres con letras de oro. Esto no quiere decir que en el transcurso de los años, junto a largas etapas de esplendor, no haya conocido periodos con cierta escasez de profesionales. Siempre se ha dicho que Córdoba podrá tardar algún tiempo en dar un torero de gran relevancia, pero cuando de verdad se entrega a uno y lo lanza, éste resplandece con vitola de auténtica figura del toreo. Uno de estos paréntesis de carestía en lo que a matadores de toros se refiere surgió al inicio de los años setenta del pasado siglo, precisamente tras la gran brillantez disfrutada en la década anterior, cuando, junto a la fuerza arrolladora de Manuel Benítez El Cordobés, ejercieron en los ruedos con mayor o menor relieve hasta quince diestros de alternativa: José María Montilla y Palmeño (doctorados en 1962), Zurito y El Pireo (1964), El Puri y Sánchez Fuentes (1965), Paco Raigón (1966), Pedro Benjumea, El Barquillero y Manolo Gallardo (1967), Fernando Tortosa (1968) y, finalmente, Paco Asensio, El Hencho y Vicente Linares, que la tomaron en 1969. En sentido contrario, durante el ciclo comprendido entre 1970 y 1990, nada menos que veintiún años de por medio, solo ascendieron de categoría trece novilleros.

Con lo expuesto vengo a decir que la irrupción de Finito de Córdoba en la fiesta de los toros constituyó un gran estímulo para los aficionados y los cordobeses en general. Fue ese aldabonazo que despertó a una afición que llevaba demasiado tiempo adormecida, como aletargada, y por consiguiente muy alejada de la actividad taurina. Faltaba ese revulsivo que le devolviera el entusiasmo por los espectáculos taurinos y le hiciera ilusionarse de nuevo con un torero capaz de llevarle tras de sí por las plazas de toros, tal y como había sucedido en etapas anteriores, alguna de ellas, como ya ha quedado apuntado, no muy distantes en el tiempo. Ese revulsivo vino a ser Juan Serrano Pineda Finito de Córdoba. Pero, ¿quién era ese torero surgido entonces, como suele decirse, de la noche a la mañana?

Según consta en la sección 1ª, del tomo 281, folio 283: «Juan Serrano Pineda nació a las catorce treinta horas del día seis de octubre de mil novecientos setenta y uno, en la Clínica Santa Fe, de Sabadell, hijo de Melitón Serrano Palacios, natural de La Carlota (Córdoba) y de Mª del Carmen Pineda Luna, nacida en Guadalcázar (Córdoba)». Como ascendencia taurina solo cabe indicar que su abuelo materno, conocido por Juanito Miñana (apodo que le vino por decir miñana en lugar de mañana), fue mayoral en la finca Dehesa de Yeguas, enclavada en el término de Guadalcázar, donde también trabajaba su padre en funciones de yegüerizo y lugar en el que pastaba la ganadería que, con reses de Eduardo Sotomayor, formaron hacia 1950 los hermanos Baldomero y Manuel Sánchez de Puerta Guerrero, excelentes aficionados que formaron parte del reducido grupo de amigos íntimos de Manuel Rodríguez Manolete, llegándose a establecer entre ellos una relación muy estrecha, al punto de que cuando falleció el torero, los restos fueron depositados en el panteón de dicha familia hasta su traslado al que definitivamente ocuparían. Volviendo al entorno familiar de Juan Serrano, su nacimiento estaba previsto que se produjera en Córdoba, pero la muerte de su citado abuelo a consecuencia de la caída de un caballo, producida unos meses antes del parto, motivó que los padres descartaran venir al prescindirse de cualquiera celebración festiva más allá de la que en sí supone el propio natalicio.

Pase de pecho de Finito en una de sus actuaciones como novillero. FRAMAR

Alrededor de un millón de andaluces, familias enteras, se calcula que emigraron a Cataluña durante los años sesenta y setenta del pasado siglo, en busca de un futuro más prometedor. Una de estas familias fue la formada por Carmen y Melitón, empleándose él en el ramo de la construcción. Y en la sabadellense barriada de San Quirze del Vallés creció Juan junto con su hermano Francisco, al que familiarmente llaman Tali, que dicho sea de paso, hizo probaturas como rejoneador. La arraigada afición taurina del padre prendió con tal fuerza en el chaval que todo el tiempo libre lo dedicaba a torear de salón y a ver vídeos con faenas de famosos espadas, haciendo que en su cabeza anidara la idea de hacerse torero. Aunque residiendo en una zona poco habitual en la crianza del toro bravo, la primera vez que se puso delante de una res, cuando apenas contaba diez años de edad, fue en la finca que López Ros tenía en Pueblonuevo, donde se las vio frente a una vaca resabiada procedente de Pérez de la Concha: «el primer día me dio una paliza, pero en el siguiente la entendí mejor». Los revolcones que recibió no serían sino un acicate para seguir en ese empeño que de manera irrevocable ya tenía decidido.

Manuel Aguilera, fontanero de profesión, fue otro cordobés, de Priego, que recaló en Sabadell buscando mejores horizontes laborales. En su juventud llegó a participar en varios festejos sin picadores, como el celebrado en el desaparecido coso de Los Tejares, el domingo 17 de septiembre de 1961, cuando en compañía de Limones y El Pireo (que hacía su presentación y resultó gravemente herido) se enfrentaron a reses de Alfonso Olivares. Dado que su hijo Francisco también era un chaval que soñaba con la gloria torera, de acuerdo con Melitón Serrano, en abril de 1985 decidieron organizar una feria taurina instalando una plaza portátil en Barberá del Vallés. Dicha programación se componía de una novillada picada, otra sin caballos (en la que alternó Manolo Aguilera) y dos becerradas a la portuguesa (al ser menores no podían hacer uso de la espada), en las que ambos jóvenes, vestidos de corto, actuaron por primera vez en público lidiando añojos de Félix Hosco, de Pina de Ebro (Zaragoza), los días 26 y 27, teniendo por compañeros, respectivamente, a Juanito España y Eugenio Perucha. Curiosamente, se anunciaron como Paquito Aguilera, del Colegio San Francisco de Sales, y Juanito Serrano, del Colegio Pau Casals. Así fue como comenzaron su andadura taurómaca dos toreros en ciernes, que, aun con distintas trayectorias novilleriles, alcanzarían la soñada alternativa.

El parque acuático isla fantasía

Isla Fantasía era un parque acuático de Premiá de Mar, a unos 20 kilómetros de Barcelona, convertido hoy en complejo de ocio, que inaugurado en 1981 contaba con una placita de toros de fábrica, capacitada para tres mil espectadores y dotada de todas las dependencias necesarias para la celebración de espectáculos taurinos. En ella, un aficionado sevillano, conocido como Paco el de la Bética, organizó durante varios años unos certámenes taurinos en los que, por el sistema de selección, participaron numerosos toreros noveles, entre ellos Juan Serrano y Paco Aguilera, que en 1986 ya lo hicieron aunque fuera de concurso.

Finito abandona a hombros la plaza de Valencia en 1989. EFE

Sin dejar de entrenar y montándose imaginativas actuaciones caseras en las que toreaba dando lances y muletazos al aire, en 1987 le llegó a Juan ese paso importante y muy deseado por quienes se inician en el arte de Cúchares, cual es poder debutar en público vestido de luces, efeméride que disfrutó en la localidad sevillana de Santiponce, el sábado 27 de junio. Anunciada como becerrada de oportunidad, compartió cartel con tres jóvenes toreros de aquella provincia, José Manuel Niño del Mesón del Águila, de Utrera; Luis de Pauloba, de Aznalcóllar y Pedro Manuel Cid El Payo, de Salteras, quienes dieron muerte a cuatro becerros de Carmelo Rubio. Para tan señalado acontecimiento estrenó un traje caña y oro, con bordado de los llamados mexicano en la taleguilla (que creo conserva como recuerdo), por el que pagó veintiuna mil pesetas, en lugar de las quince mil que le pedían por su alquiler para una sola ocasión. Este mismo año, pero rivalizando ya con la pléyade de aspirantes que en cada edición concursaba, volvió a Isla Fantasía logrando clasificarse para la final (5/9), rivalizando con Eugenio Perucha y Alberto Soler en la lidia de tres erales de Pedro Fumador El Charnego, cuya vacada pastaba en Alfara de Carles, y cuando parecía que sería claro triunfador, su fallo con la espada le privó del primer premio.

El invierno 1987/1988 transcurrió haciendo campo por ganaderías andaluzas, ocupando asiento de tapia, que es el lugar destinado a cuantos jóvenes acuden a los tentaderos ilusionados con que los diestros de turno les permitan dar algunos muletazos, en no pocas ocasiones cuando el animal está ya casi exprimido, pero esa es la única forma de poder torear que tenían a su modesto alcance. Recuerda Juan que Ángel Medina fue una de las escasas personas que le dio carácter de invitado, recibiendo también por aquellos entonces el apoyo de José Luis Cazalla, apoderado del novillero Luis de Pauloba. Junto con su padre, que no reparaba en sacrificios con el único fin de buscarle oportunidades, fueron días de muchos desvelos, haciendo kilómetros en coche con más ilusión que medios y comiendo a base de bocadillos o improvisadas comidas al aire libre.

Bien puede decirse que en 1988 fue cuando empezó a tomar forma la carrera taurina de Juan Serrano. Así, en el mes de abril llegaron sus dos primeras intervenciones, que tuvieron por escenario Carrión de Calatrava (Ciudad Real) y Carmona (Sevilla). En la primera de ellas, por mediación de Ángel Rodilla Angelín, subalterno cordobés afincado en tierras manchegas, en festejo suspendido por lluvia quince días antes, se enfrentó a un ejemplar que dio un peso en canal de 180 kilos, teniendo como compañeros a Cascorrito, de la Escuela Taurina de Madrid y Óscar Salcedo, otra joven promesa de Córdoba que se alejó pronto de los ruedos. Respecto a la localidad sevillana, en una placita mitad de obra y mitad de madera, se corrieron cuatro erales marcados con el hierro de Hermanos Quesada, de los que, vestidos de corto, dio cuenta junto con Alfonso Bermudo, El Santi y El Onubense, en tanto que El Niño del Tentadero se encargó de un toro, que fue picado, de Guardiola. En el mes de mayo volvió a vestirse de luces para hacer el paseíllo en una plaza portátil que se instaló en Hospitalet (Barcelona), y días después repitió actuación en Carmona.

Finito y Chiquilín, días antes de compartir cartel en Los Califas. A. J. GONZÁLEZ

Conviene indicar que sobre este tipo de espectáculos modestos no se dan noticias en prensa o radio salvo en el ámbito del lugar donde se celebran, resultando muy difícil poder obtener información de ellos. Por lo tanto, todos estos datos fueron tomados en su día por mediación del propio torero o personas allegadas a él. Me refiero a su padre y subalternos que le acompañaron, a los que agradezco que hoy se puedan citar.

La festividad de San Isidro Labrador es un día festejado en muchos pueblos de nuestra provincia, celebrándose en ellos romerías, procesiones y fiestas de diversa índole, por lo que no es extrañar que se anuncien también espectáculos taurinos, como aconteció dicho año en El Arrecife, cuarto departamento del municipio cordobés de La Carlota. Para tal ocasión se instaló una plaza portátil, delante casi de la vivienda familiar en la que entonces residía Juan, de donde salió enfundado en un terno rosa y plata, adquirido por sesenta y cinco mil pesetas a Justo, conocido sastre de toreros, terno que más tarde cambiaría con el banderillero de su cuadrilla y anterior novillero Antonio Manuel de la Rosa, por otro recamado en oro. En el cartel figuraban también Carlos Gago, Luis de Pauloba y Paco Aguilera, con ganado de Muñoz Flores. El punto final a este mes de mayo lo puso en Lora del Río (Sevilla) y en Albaida (Valencia).

Su nombre comienza a conocerse

Al llegar a este punto quiero hacer una especial consideración. Aunque entre los aficionados cordobeses venía ya hablándose de Finito de Córdoba, fue a raíz de su actuación en El Viso de los Pedroches cuando su nombre despertó un interés poco habitual, por tratarse de un joven novillero que daba sus primeros pasos vestido de luces y además no estaba visto por aquí. Los que asistimos al festival taurino que con motivo de la Feria de la Abuela Santa Ana se daba en la citada localidad serrana el 25 de julio, quedamos gratamente sorprendidos, sobre todo por la capacidad y solvencia que demostró aquel chaval ante el novillo al que tuvo que enfrentarse, el de más cuajo de los enviados por Cayetano Muñoz. Según se rumoreó, fue el que le correspondió en sorteo al negarse alguno de los espadas actuantes a que él pudiese escoger por ser un compañero todavía novel. Y a este animal le realizó una faena plena de torería y buen gusto, por la que paseó en triunfo los máximos trofeos cuando ya había oscurecido la tarde. Añadir que completaron el cartel la rejoneadora Loria Manuel y los diestros Fermín Vioque, Emilio Oliva y Carlos Gago.

Finito, con sus padres, Melitón y Carmen, y sus hermanos, Francisco y Melitón. FRANCISCO GONZÁLEZ

La primera vez que en una misma función se enfrentó a dos reses, que pertenecían a la ganadería de Pérez Solá, sucedió el 13 de agosto en Fiñana (Almería), en tanto que el primer traje de alamares que él estrenó fue un verde manzana y oro con cabos negros confeccionado por la maestra Nati, que cinco días después lució en Puente Genil. Continuando con su gira por pueblos de nuestra provincia, toreó a continuación en Fernán Núñez el día 16; Dos Torres, el miércoles 17, donde tuvo lugar un festival en el que por primera vez coincidió con Rafael González Chiquilín, a los que acompañaron Jesús de Córdoba y el rejoneador Pedro Cárdenas, con novillos de Alonso Moreno, dándose la curiosa y poco taurina circunstancia de que al cuarto se le dio la vuelta al ruedo con una máquina pala; y después en Fuente Palmera, el día 20. Rematando el mes de agosto el domingo 28 en Sierra de Yeguas (Málaga).

La noche del 3 de septiembre se proclamó claro ganador del concurso para noveles de Isla Fantasía, compitiendo con Pepín Monge y Domingo Triana en la lidia de tres erales, que ya eran casi utreros, de distintas ganaderías, correspondiéndole a él un ejemplar de Rogelio Martí Albalart, con el que consiguió el premio de 250.000 pesetas y un equipo de torear completo que se ponía en liza.

Primer triunfo en Los Califas

Después de cumplir en Osuna (Sevilla), el festejo que venía aplazado del 10 de julio, llegamos al sábado 10 de septiembre, fecha en la que, rodeada de una gran expectación, tuvo lugar su muy esperada presentación en Córdoba, alternado con Pedro Carretero de la Haba y Carlos Gago en la lidia de seis novillos de Antonio Muñoz Flores. Tarde triunfal para Finito de Córdoba, que salió a hombros por la Puerta de los Califas tras cortar tres orejas con petición de rabo, demostrando además que estaban totalmente justificados los muchos elogios que con marcada insistencia se venían haciendo sobre sus condiciones como torero de gran proyección. Lógicamente, la repetición no se hizo esperar, por lo que, salvados los compromisos de Bujalance, el martes 13, y La Carlota, cuatro días después, el sábado 1 de octubre Finito volvía a salir por la puerta grande del coso cordobés. En esta segunda ocasión se lidió un encierro de Ramón Sánchez y alternaron con él Chiquilin y Oscar Salcedo. Tres orejas cortó el torero de El Arrecife, sonando un aviso en su primero por prolongar en demasía la faena, pero lo más significativo de su brillante actuación fue la soltura con que anduvo ante la cara de las reses. Por tan feliz intervención, fueron muchos los aficionados que al día siguiente se desplazaron a Palma del Río para presenciar el festejo que, con lleno absoluto en la plaza portátil, se celebró con motivo de la velá de San Francisco. Igualmente, y para su Feria de la Virgen del Rosario, Montoro programó una novillada que congregó numeroso público llegado tanto de pueblos limítrofes como de la capital. Nuestro compañero Ángel Mendieta firmaba su crónica en CÓRDOBA con este titular: «Finito de Córdoba confirma su buen momento en Montoro». Dos salidas en la plaza Pignateli de Zaragoza, los días 30 de octubre y 13 de noviembre, pusieron punto final a la campaña 1988 de Finito de Córdoba, sumando veintiocho actuaciones y dejando una magnífica impresión de cara a la siguiente temporada, en la que un grupo de amigos apostaron por él formando lo que en argot taurino se llama un gallinero, con el exmatador de toros Gabriel de la Haba Zurito en funciones de apoderado. Anteriormente había dirigido su andadura taurina el que también fue espada de alternativa Rafael Soria Lagartijo. En realidad, Juan fue un torero que comenzó muy pronto a rentabilizar su carrera profesional.

Finito de Córdoba posa con unos jóvenes seguidores durante una cena homenaje al novillero. FRAMAR

Después de llevar a cabo una intensa preparación invernal recorriendo diferentes ganaderías del campo charro y andaluzas, afrontó su nueva temporada taurina, que comenzó el sábado 5 de marzo en Chiclana (Cádiz), alternando con Cristo González y Jesulín de Ubrique en la lidia de seis ejemplares marcados con el hierro de Manuel González. El día siguiente mató novillos de Antonio Gallego, acartelado junto a Chiquilín y Cristo González en la localidad cordobesa de Montoro, donde repitió actuación el 11 de marzo con el citado torero gaditano y Carlos Gago, para dar cuenta de un encierro procedente de Antonio Gallego, ganadería a la que también pertenecían los novillos que el día siguiente salieron en Écija (Sevilla), a los que se enfrentó acompañado de Cristo González, nuevamente, y Paco Peña. Estas fueron las intervenciones sin picadores en las que participó Finito de Córdoba. En lo sucesivo actuaría ya con plazas montadas, y por lo tanto son festejos de los que se disponen de más información, de ahí que hasta llegar a la alternativa solo nos detengamos en aquellos que revistieron mayor relevancia. La cuadrilla con la que inició su nueva etapa novilleril estaba formada por los varilarguero Martin López y Antonio Gómez Almenara, que sería reemplazado este mismo año por Alfonso Barroso, y como subalternos de a pie José Rodríguez El Pío, Antonio Manuel de la Rosa y Antonio Tejero, con José López Muñoz Pinturas en funciones de mozo de espadas.

Debut con picadores

El deseado debut con picadores tuvo por escenario la costasoleña plaza de Marbella, el día 25 de marzo, Sábado de Gloria, escogiéndose para tal efeméride un encierro de Juan Pedro Domecq, en cartel que completaron dos destacados novilleros: Francisco José Ruiz Espartaco Chico y Pepe Luis Martín. Estrenando un terno blanco y oro, Finito redondeó una magnífica actuación que fue premiada con cuatro orejas. Pacurrón resaltó en su crónica del diario Sur: «Hizo dos faenas parecidas, aunque fue mejor la primera, en la que bajó las manos y dejó la impronta de una gran personalidad». El día siguiente despachó ganado de Soto de la Fuente en Algeciras, con Julio Aparicio y Pepe Luis Martín. Dado que los festejos de Badajoz y Albacete fueron suspendidos a causa de la lluvia, tres fueron los paseíllos que realizó en el mes de abril, los domingos 16, 23 y 30, en las plazas de Benalmádena (Málaga), Zamora y Ronda, en cuyo bicentenario ruedo estoqueó novillos de Manuel González con Julio Aparicio y Jesulin de Ubrique, que hacía su debut con los del castoreño.

El 7 de mayo viajó a la alicantina localidad de Ondara estrenando un coche-furgón marca Citröen, rotulado con su nombre, para los desplazamientos junto con la cuadrilla. Y con el balance de seis novilladas picadas en las que obtuvo 14 orejas, el miércoles 24, envuelto en ese ambiente especial que acompaña siempre a los festejos de feria y rodeado de una inusitada expectación en los alrededores del coso de Ciudad Jardín, realizó Finito su primera aparición con picadores ante sus paisanos. Vestido de grosella y oro con cabos negros tuvo como compañeros a Espartaco Chico y Jesulín de Ubrique, para dar cuenta del encierro enviado por Gabriel Rojas, que se vio remendado con un ejemplar de Ramón Sánchez corrido en sustitución del quinto, que fue rechazado por cojo. Con este sobrero, de nombre Cocinero, que salió frenándose ante los capotes y cuya muerte brindó al ganadero, cuajó Juan una magistral faena de principio a fin. De las más completas que recordamos de su etapa como novillero, que si solamente tuvo el refrendo de una oreja fue debido a que precisó de varios golpes con el descabello. Gran alboroto en los tendidos mientras el torero daba una apoteósica vuelta al anillo. Este triunfo le hizo acreedor del trofeo de la Tertulia Taurina El Coto y la Oreja de Oro que concede el Club Taurino Calerito, que pasa por ser el galardón más antiguo de cuantos se conceden en la feria taurina de Córdoba. A propósito de sociedades taurinas, en estas fechas ya contaba Finito de Córdoba con una tertulia a su nombre, ubicada en la acreditada Bodega de Rafael Guzmán, en calle Judíos, cuya brillante inauguración congregó a numerosísimo público. Recuerdo muy bien, cuando acompañado de Paco Toscano, Rafael Castellanos, ya fallecidos los dos, y Juan Fernández, visitamos al torero en El Arrecife para exponerle la idea, que acogió con gran entusiasmo y cierta extrañeza por el escaso recorrido que aún tenía como torero. De esta entidad surgió el grupo que, con el entusiasta Manolo Cuevas a la cabeza, fundaron el Club Taurino Finito de Córdoba y su Tauromaquia, de reconocida actividad en torno al titular.

Finito convalece tras la cornada sufrida en Málaga en agosto de 1989. CÓRDOBA

Bilbao y Valencia, el fenómeno comienza a deslumbrar

El 4 de junio toreó en Antequera (Málaga), y el sábado 10 regresaba al ruedo califal, para liquidar ganado de Bernardino Píriz, alternando con Jesulín de Ubrique y Chiquilín. El quinto bicho saltó limpiamente las tablas y fue a caer sobre Gabriel de la Haba Zurito, apoderado de Finito, que fue atendido en la enfermería de la plaza de una fuerte contusión en el pecho, pasando después a un centro sanitario. El siguiente compromiso lo tuvo un día después en Bilbao, frente a novillos con poco fondo de la ganadería portuguesa Santa María, logrando la única oreja del festejo, puesto que Pepe Luis Martín no pasó de ser ovacionado en su lote y Sergio Sánchez dio la vuelta al ruedo al acabar con su segundo. Según escribió Alfonso Carlos Sáiz de Valdivieso (El País, 11/6/1989): «Después de verle ayer, ante dos novillos descastados, sin brío, recitar poemáticamente el toreo, intuyo que el día que una res brava acuda media docena de veces seguidas a la muleta, quedará abierta, en las postrimerías del siglo XX, una nueva dimensión del arte de torear (…). Quedan anotadas las señas de identidad de un próximo Califa, al que me gustaría ver, cuanto antes». Nueva cita (17/6) en el coso de Los Califas, en tarde sin trofeos pese a ser un cartel prometedor, Martín, Finito y Jesulín, debido únicamente a que el encierro de los Herederos de Carlos Núñez no dio el juego que cabía esperar. Y peor fue el lote que le correspondió en el festejo mixto que se dio en Málaga el domingo 25, con cuatro novillos de Cebada Gago, que despachó mano a mano con Pepe Luís Martín, en tanto que el matador de toros Miguel Márquez lidió dos astados de Marcos Núñez.

Ya en el mes de julio actuó en el pueblo abulense de Villa de Mombeltrán, en Ronda, en el coso marbellí de Puerto Banús y en La Línea de la Concepción (Cádiz), para finalizar en Valencia el miércoles 26, donde consiguió un clamoroso éxito, de gran resonancia dada la importancia de la plaza y por tratarse, además, de un espectáculo incluido en el programa de la Feria de Julio, llamada hasta hace unos años de San Jaime. Tres orejas cortó Finito al lote de Salustiano que le tocó en suerte, alternando con Rafael Valencia y Jorge Mazcuñán. Todos los periodistas taurinos se volcaron en elogios, muy merecidos, hacia el torero del Arrecife. Sirva como muestra de ello el encabezamiento que Vicente Zabala daba a su crónica en ABC: «Inolvidable debut de Finito de Córdoba en la plaza de Valencia. Tres orejas, puerta grande y locura colectiva». Para escribir seguidamente: «Hacía mucho tiempo que no salía tan conmovido de un recinto taurómaco como esta tarde del histórico coso de la calle de Játiva. Cuando hilvano a la carrera estas líneas, llevan en volandas por las calles a un chaval de Córdoba, al que yo no había visto torear nunca, apenas un adolescente, que viene con un toreo preñado de clasicismo, que desprende un aroma a perfume caro que llega directa al corazón». Y concluía con estas líneas: «Córdoba tarda en dar toreros, pero cuando sale uno es para echarse a temblar. Repito con El Choni. ¿Será éste el torero del porvenir? Insisto ¿Será éste el torero del porvenir? No es un pronóstico. Es una pregunta que me gustaría convertir en presagio y que el presagio se hiciera realidad. ¡Le hace tanta falta a la fiesta un torero así!». Y en muy parecidos términos coincidían todos los informadores del suceso. A sus manos irían también la totalidad de trofeos destinados a significar la labor del novillero triunfador: Agencia Efe, Hogar Castellano Leonés, Peña Taurina El Soro y Sociedad gastronómica-cultural De Tinto y Oro. Un gran triunfo que tuvimos la suerte de presenciar un grupo de cordobeses, y bien puedo decir que por donde quiera que aquella noche fuimos pasando, al conocer nuestra procedencia, nos felicitaban por el solo hecho de ser paisanos del torero.

Grave percance en Málaga

Alrededor de veinte actuaciones tenía comprometidas para el mes de agosto, que se vieron reducidas a cuatro por culpa del grave percance sufrido en Málaga. Lo inició el sábado día 5, acaparando tres orejas y un rabo en Villanueva de Córdoba; y tres apéndices le fueron concedidos el siguiente día en Vinaroz (Castellón), donde pudo verse en el tendido una pancarta que decía: «Finito califa catalán». El domingo 13 salió a hombros del coso antequerano; y el 14 resultó gravemente herido en Málaga, entrando a matar a Jardinero II, astifino ejemplar de Cebada Gago con el que había dibujado un toreo cadencioso, de manos bajas, pleno de plasticidad y hondura a la vez. Su cuadrilla paseó las dos orejas merecidamente ganadas. En este festejo estaba anunciado junto a Julio Aparicio y Antonio Caba, pero a última hora se cayó del cartel el madrileño argumentando una lesión muscular, siendo sustituido por Curro Vega, alumno de la Escuela Taurina malagueña que hacía su debut con picadores y sufrió un palotazo en un ojo, percances por los que Caba despachó cuatro novillos.

Finito comparte una sesión de ejercicio con El Cordobés. A. J. GONZÁLEZ

Había interés por comprobar el retorno a los ruedos de Finito tras su bautismo de sangre. Estos primeros percances, y más si revisten seria gravedad, pueden repercutir en la trayectoria de toreros jóvenes, de ahí que su reaparición se esperase con cierta vara de medir, pero quedaron aclaradas las dudas cuando el 2 de septiembre salía triunfalmente a hombros en Mérida, después de cortar cuatro orejas y un rabo al lote de Cayetano Muñoz que le correspondió en sorteo con Aparicio y Posada. Seguidamente vendrían las actuaciones de Sotillo de la Adrada, Haro, Albacete, Belmez, Arganda del Rey, Almodóvar del Campo, Ubrique, Écija, Valladolid y Nimes, ésta en función matinal el día 24, que constituiría su presentación en plazas francesas, estoqueando utreros de José Luis Marca en compañía de Denís Loré y Jesulín de Ubrique. Finalizando dicho mes en la riojana localidad de Arnedo. A estas novilladas, mayoritariamente marcadas por el éxito, hay que sumar las seis correspondientes al mes de octubre, acontecidas en Torremolinos, Algemesí, Zafra, Jaén, Bilbao y Arenas de San Pedro, más el festival que el día 15 toreó en la original plaza del pueblo madrileño de Chinchón. Finito de Córdoba finalizó la temporada 1989 con 39 novilladas en su haber, en la que fueron numerosos los trofeos que se le otorgaron como torero triunfador de diferentes ciclos feriales, entre los que cabe citar los alcanzados en Cáceres, Valladolid y Málaga, donde ganó el Capote de Paseo con que el Ayuntamiento premia la mejor faena de la feria, que por primera vez y de manera excepcional se otorgó a un novillero. Asimismo, se le concedió la Oreja de Plata con la que el programa taurino Clarín de Radio Nacional de España distingue al novillero más destacado de la temporada.

Al margen de su campaña, cabe citar la res (estaba previsto que fueran tres) que impecablemente vestido con ropa campera (camisa blanca de bullones, pantalones con golpes de plata, zahones y sombrero cordobés) y bajo una lluvia torrencial toreó en la finca Lo Álvaro, donde pasta la ganadería de Juan Pedro Domecq, ante una reducida y selecta concurrencia, entre la que se encontraba la condesa de Barcelona, reconocida aficionada a la fiesta de los toros, que había mostrado su interés por verle torear.

El 31 de noviembre partió con rumbo a Ecuador para participar el domingo 3 del mes siguiente en la novillada que con motivo de la feria Jesús del Gran Poder se celebra en Quito, donde estoqueó ganado de Campo Bravo, junto con el también novillero español Víctor Manuel Blázquez y el nacional Juanito de la Cruz, alumno la Escuela Taurina de Madrid. Desafortunada actuación, oyendo los tres avisos en su primero, debido a las pésimas condiciones de un lote descastado y sin fuerzas, motivo por el que le fue permitida la lidia de un sobrero, marcado con el hierro de Santa Rosa, que igualó en comportamiento a los dos que había matado con anterioridad.

Puerta grande para Finito de Córdoba en la Monumental de Barcelona en 1991. EFE

De vuelta a nuestro país, fue obsequiado con una cena homenaje ofrecida por quienes hasta aquí le habían venido apoyando, al final de cuyo acto el conjunto cordobés Los de Sierra Morena interpretaron el pasodoble compuesto para el torero por Rafael Castro. Indicar finalmente que el jurado convocado por Diario CÓRDOBA (cuyas instalaciones había visitado unos días antes) para designar a los Cordobeses del Año 1989, en el apartado de Sociedad eligió a Finito de Córdoba. También cabe recordar que en la noche del 5 de enero encarnaba al Rey Gaspar en el desfile de la Cabalgata de Reyes Magos cordobesa, junto con Juan Villalba, presidente de la Agrupación de Cofradías, y la escritora Juana Castro.

Por razones de espacio, al igual que en la temporada anterior, solo iremos destacando los acontecimientos más sobresalientes de 1990, que comenzaron con dos actuaciones en la temprana feria de Valdemorillo (Madrid), los días 9 y 10 de febrero, viéndose en los tendidos a numerosos aficionados llegados de la capital, junto con personalidades de la vida social y política como los entonces ministros del Gobierno Mújica, Chaves y Corcuera. Siguieron dos intervenciones en Nimes, para cerrar el mes de febrero en el ruedo de Écija el Día de Andalucía. En marzo debutó en plazas portuguesas, con un festival en Mourao, toreando después en Andújar, Castellón y Málaga. El 6 de abril se le impuso la medalla de la Hermandad de Jesús Caído, reconocida en Córdoba como la Cofradía de Los Toreros. En el terreno profesional lo más importante de este mes fue su debut en Sevilla, pero con anterioridad le vieron torear en Puerto Banús, Arles (Francia), Murcia, Bilbao y Cáceres. El sábado 28, en función matinal que contó con la presencia de numerosos cordobeses desplazados para el acontecimiento y rodeada de la gran expectación que despiertan los carteles de lujo en la Real Maestranza, se presentó Finito ante la afición hispalense, que, aun cuando pudo apreciar la calidad de su elegante toreo, como quiera que al igual que les pasó a sus compañeros Antonio Manuel Punta y Martín Pareja Obregón, se quedó sin trofeos, no faltó quienes pusieron en duda la auténtica valía del diestro debutante, sin tener en cuenta las condiciones que ofrecieron los ejemplares de Torrestrella que le correspondieron. El día siguiente actuó en Salamanca y comenzó el mes de mayo en la ciudad francesa de Aire Sur L’Adour, seguidas de Écija y Zaragoza, antes de regresar al dorado albero maestrante, para reafirmar la calidad de su toreo aun sin conseguir redondear la actuación. Con ganado de Jandilla le acompañaron en esta ocasión Fernando Cámara, que dio la única vuelta al ruedo del festejo, y Jesulín de Ubrique. Jerez y Osuna precedieron a su retorno a Córdoba, para realizar dos paseíllos en el coso de Los Califas, que cumplía el vigésimo quinto aniversario de su inauguración.

El domingo 20, con cinco astados de Gabriel Rojas y uno de Los Guateles, le acompañaron un triunfador Jesulín de Ubrique y Chamaco, malogrando Juan con la espada una faena que fue de menos a más, en tanto que en su segundo, al que había lanceado con exquisitez, solo consiguió muletazos sueltos con calidad ante un novillo que presentó dificultades en el tercio final. Gratísimo recuerdo guardarán los espectadores que tres días después llenaron la plaza para presenciar su segunda actuación, que fue mano a mano con Chiquilín, más el añadido del rejoneador Luis Domecq, frente a los Torrestrella que de variopinto pelaje llegaron procedentes de Los Alburejos, a los que el torero de Santa Marina les cortó dos orejas, y cuatro se fueron para El Arrecife, ganándose el presidente una monumental bronca por no concederle otra de su tercer ejemplar, actitud que enmendó el público obligando a Finito a dar ¡hasta cuatro! vueltas al redondel. Al final del brillante espectáculo los dos toreros salieron triunfalmente a hombros, mientras los aficionados dividían sus apasionadas opiniones. Es la salsa de esta incomparable fiesta.

Natural de Finito de Córdoba a un novillo entregado. FRAMAR

Con una actuación en Sanlúcar de Barrameda pasó Juan al mes de junio, en el que sumó catorce festejos, entre ellos figura el del día 16 en Pozoblanco, a beneficio de la construcción del Polideportivo Don Bosco, corriéndose bichos de Peralta para los rejoneadores Antonio Ventura y Rafael Peralta, encargándose de los cuatro restantes Jesulín de Ubrique y Finito de Córdoba, que, con sus respectivos y personales estilos de interpretar el toreo, se repartieron siete orejas y salieron triunfantes a hombros. En la noche del viernes 22, con lleno a rebosar en los tendidos, se repitió en Córdoba el mismo cartel del pasado 23 de mayo, volviendo a formar un auténtico alboroto Finito y Chiquilín, con un balance favorable en esta ocasión para el segundo, que paseó el rabo que cortó al noble ejemplar que cerraba el festejo. Actuaba como sobresaliente Carlos Sánchez El Carli, que resultó herido en la pierna derecha al realizar un quite. El día 28, y vestido de celeste y oro, se presentó Juan en El Puerto de Santa María para lidiar ganado de Fermín Bohórquez, junto a Jesulín y Cristo González, sonando la música en honor del picador de su cuadrilla Alfonso Barroso. Finalizó este mes con las actuaciones de Haro y Burgos, donde actuó en compañía de Jesulín y Chamaco, que fue una terna muy repetida a lo largo de aquella temporada. De las ocho novilladas toreadas en julio merece fijar la atención en los tres paseíllos que realizó en Barcelona, los días 18, 25 y 30. En la primera debutaron los tres novilleros de moda, Finito, Jesulín y Chamaco, y los tres tocaron pelo, el de Ubrique por partida doble, frente a un noble encierro de Jandilla. En la siguiente, con Antonio Punta y Manuel Caballero, realizó con el sexto ejemplar de los Herederos de Atanasio Fernández una extraordinaria labor y, aunque falló con los aceros, le obligaron a recorrer el anillo con el público puesto en pie y entre gritos de ¡torero, torero! Por esta faena recibiría el Trofeo Can Eladi al final de la temporada. Su tercera comparecencia en el ruedo de la Monumental lo realizó sustituyendo a Chamaco, acompañado de Martín Pareja Obregón y Jesulín de Ubrique, que fue el que logró cortar la única oreja al deslucido encierro de Montalvo.

Hasta dieciocho actuaciones realizó durante el mes de agosto, en las que hay que anotar una en Villanueva de Córdoba y dos en Aguilar de la Frontera, mereciendo destacarse su participación en las Fiestas Colombinas de Huelva, donde se alzaría con el trofeo que la Asociación de Periodistas, Críticos y Aficionados Taurinos de aquella capital concede al novillero triunfador, por su extraordinaria actuación del día 4, mano a mano con Antonio Borrero Chamaco, sellada con el corte de cinco orejas y apoteósica salida a hombros por la puerta grande del coso de La Merced.

La segunda novillada que toreó en el mes de septiembre fue el lunes 3 en Priego de Córdoba, pero su compromiso más serio estaba en Madrid, donde se presentó el domingo día 23. Hasta entonces no habían conocido los madrileños un caso igual. Varios miles de paisanos, incluido el alcalde Herminio Trigo, viajaron hasta la capital de España para presenciar el acontecimiento, que tampoco quiso perderse la condesa de Barcelona. Los aledaños del coso venteño parecían los alrededores de Ciudad Jardín en una tarde de toros. Recuerdo que cuando pasé por las oficinas de la plaza para recoger las entradas que previamente había encargado, me preguntó con su sorna característica el desaparecido amigo Manolo Cano, a la sazón gerente de la empresa: «¿Os habéis vuelto locos? Esto no sucedió ni con El Cordobés». Y no le faltaba razón. En la parte artística la cosa no resultó como todos deseábamos, y el torero más que nadie, pero no tenía justa explicación la dureza con la que algunos críticos le enjuiciaron. Se lidiaron novillos de Jandilla y le acompañaron Luis de Pauloba y Cristo González, que también se marcharon de vacío. A Finito, que salió vestido de blanco y oro, le correspondieron los ejemplares llamados Dominante y Alcahuete, ambos de pelo negro. Un resultado muy distinto cosechó el día siguiente en Barcelona, donde, acartelado con Manuel Caballero y Chamaco, le cortó el rabo a un bravo ejemplar de Santiago Domecq, apéndice que hacía nueve años no se concedía en la Monumental. Al final de temporada recogió el trofeo con el que Radio Hospitalet premia al triunfador de la temporada.

La Maestranza se rinde a Finito. El novillero cordobés pone en pie la plaza de Sevilla el 20 de abril de 1991. FRAMAR

El jueves 27, y dentro del programa taurino de la Feria de Otoño, repetía actuación en Madrid, en compañía de Mariano Jiménez y Manuel Caballero, para lidiar reses de cuatro ganaderías diferentes, correspondiéndole a Finito, que en esta ocasión vistió de rosa y oro, sendos astados de Aguirre Fernández y Caridad Cobaleda y tampoco le acompañó la suerte. Vicente Zabala escribiría en Aplausos: «Mientras Jesulín de Ubrique ha tomado la alternativa sin dignarse a debutar en Madrid, Finito de Córdoba, con mejor o peor suerte con sus lotes, ha venido a Las Ventas a presentarse de novillero. La verdad es que se le recibió con más hostilidad que aliento, como si produjera alegría que no le acompañara la suerte en los lotes, como si no se reparara en los destellos toreros que tuvo».

Dos participaciones en la feria de novilleros de Algemesí (Valencia) precedieron a las cinco que sumó en octubre, mes que abrió consiguiendo el preciado Zapato de Oro que anualmente se disputan los novilleros más destacados en la localidad riojana de Arnedo. También participó con señalado éxito en la Feria del Pilar de Zaragoza, poniendo punto final a su brillante temporada en Fuengirola (Málaga) el día 14, con cinco novillos de Javier Molina y uno de herederos de Carlos Núñez, junto con Manuel Caballero y Francisco José Porras que hacía su debut con picadores. Con anterioridad había tomado parte en un festival benéfico celebrado en San Roque (Cádiz). En 1990 toreó en total 82 novilladas, llevando a sus vitrinas diferentes trofeos como mérito a sus faenas.

Tarde histórica en Barcelona. Finito corta las dos orejas y el rabo en 1990. EFE

El año 1991 comenzó con una importante noticia para la afición cordobesa, el arrendamiento del coso taurino de Los Califas por la empresa malagueña Manuel Martín Gálves SL, a la que un compañero de tareas informativas y no sin falta de imaginación denominó el frente boquerón. En cuanto a Finito de Córdoba, su temporada, que iría precedida de una minicampaña como novillero, arrancó con un festival en el pueblo onubense de Santa Olalla de Cala, y ya vestido de alamares pasó a tierras levantinas para participar en los importantes ciclos feriales de La Magdalena en Castellón, aplazada por lluvia a la mañana del sábado 9 de marzo, y Fallas de Valencia, cinco días después, acartelado en ambas ocasiones con Caballero y Paco Senda. El viernes 15 lidió reses de José Luis Marca, junto a Caballero y Marcos Sánchez Mejías, en el coso taurino y antiguo circo romano de Nimes (Francia), donde repetiría actuación el domingo 17, esta vez con Antonio Puntas, y Erick Cortés ante ganado de Guadalest. Entre ambas citas toreó en Utiel (Valencia) el día 16. Tras cinco actuaciones sin obtener trofeos y casi siempre por su falta de acierto con los aceros, el martes 19, festividad de San José, cortó una oreja en Écija, en una terna de toreros cordobeses que completaron Rafael Gago y Chiquilín, enfrentándose a un encierro de Manuel González. El sábado 23 actuó en un festival benéfico celebrado en Huelva, para abrochar el mes en Ronda, con Caballero y Senda; en Málaga, nuevamente con Gago y Chiquilín, que resultó herido leve en una pierna por un astado de Manuel González; y en Arles (Francia), junto con San Gillen y Sánchez Mejías.

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En otra localidad francesa, Mugrón, inició el mes de abril toreando en compañía de Domingo Valderrama y Cristo González. El domingo 7 compartió con Caballero y Chamaco un quedado encierro de Juan Pedro Domecq en la Monumental barcelonesa, ruedo en el que repitió actuación siete días después, esta vez para estoquear reses de Santiago Domecq junto con Antonio Manuel Punta, que se despedía como novillero, y Chamaco. En festejo fuera de abono, la mañana del sábado 20, Finito deslumbró con su toreo, tanto de capote como con la muleta, al numeroso público que asistió a la Real Maestranza de Sevilla. Vestido de rosa palo y oro cortó una oreja a cada uno de los torrestrellas que mató, pero en honor a la verdad y conforme a la mayoritaria petición de los espectadores debieron ser tres los apéndices auriculares concedidos. Desde los cadenciosos lances de capa a los ayudados por bajo con gran empaque, las dos faenas contaron con esos olés que en la Maestranza suenan de manera especial. Testigos de excepción fueron sus compañeros Manuel Caballero y Chamaco, que debutaba en el coso del Baratillo. Lástima que los juanpedros lidiados ocho días después en este mismo ruedo no tuvieran el mismo comportamiento que los del familiar hierro de don Álvaro, motivo por el que solo pudieran dejar detalles de calidad, cada uno a su estilo, los componentes de la terna actuante, que fueron Chamaco y Sánchez Mejías. Finito de Córdoba figuraría en el elenco final de los toreros distinguidos de la feria. Entre ambas intervenciones toreó el día 23 en Cáceres. Dos festejos toreó en el florido mes de mayo, que fueron los celebrados el miércoles día 1 en Jerez, acompañado de Caballero, Chamaco y Miguel Peña Miguelete, para matar los ocho ejemplares de Juan Pedro Domecq. Y tercera a parición en Sevilla, el domingo 5, alternando con Sánchez Mejías y Chamaco en la lidia y muerte de seis reses de Jandilla, bien presentados pero faltos de fuerzas y mansurrones. En realidad, como suele decirse, se juntaron el hambre con las ganas de comer, puesto que resultó un festejo anodino con muy pocas cosas destacables. La siguiente actuación de Finito sería ya la de su ascenso al escalafón de matador de toros en la plaza de Los Califas, pero eso forma ya parte de otro capítulo.

Como colofón a este apartado de su trayectoria taurina es de toda justicia recordar lo que Finito de Córdoba significó y sigue siendo digno de tenerse en cuenta, no lo olvidemos, para la fiesta de los toros en nuestra ciudad. Ahí quedan los más de treinta años contando con su presencia en el ruedo de Ciudad Jardín, la mayoría de ellos, como suele decirse, tirando del carro en muchas ferias. El tiempo, que es el juez más imparcial en todos los órdenes de la vida, se encargará de marcar, una vez que cuelgue el traje de luces, la verdadera importancia de su paso por el Toreo, con mayúsculas, como sin duda es el arte que atesora Juan Serrano Pineda Finito de Córdoba. Un TORERO con denominación de origen.