La tarde, por fría y lluviosa, estaba para salir corriendo en busca del brasero. Desde luego, nunca para saltar al albero a calarse hasta los huesos y enfrentarse a un toro con el ruedo convertido en una piscina. Pero los toreros, una vez más, dieron una lección de compromiso. Echaron puntualmente para adelante --tan solo se retrasó el paseíllo tres minutos-- para evitar que una suspensión y las consiguientes devoluciones de entradas mermaran la recaudación a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer. Al fin, la lluvia ya había hecho su daño, impidiendo que se colgara el "no hay billetes" que ha lucido en las últimas dos ediciones de este festival.

El que no participó fue Espartaco, y no quedó muy claro por qué. La empresa dijo que presentó un parte médico, circunstancia que no reseñaba la nota informativa de la autoridad en las taquillas. Solo se decía que la organización había comunicado el cambio a las 13.30 horas, después del sorteo y cuando la cuadrilla y el hermano de Espartaco habían estado presentes en el apartado.

Sí acudieron a la plaza, en cambio, miles de personas que pronto buscaron refugio en las zonas techadas de palcos y gradas o que aguantaron el festejo bajo los paraguas que poblaron los tendidos. Mientras, en el exterior, componentes del colectivo ACMA contra el maltrato animal y medioambiental, ocultos tras unas máscaras blancas, mostraban una pancarta que rezaba: "Contra el cáncer pero sin tortura".

Menuda tarde cerrada en agua. Y para colmo, diez minutos después de acabar el festejo dejó de llover. Pero nada frenó el compromiso solidario del mundo del toro.