Cooperativas, agricultores, almazaras, envasadores y olivareros han saludado la prohibición de las aceiteras rellenables en restaurantes, porque reforzará la trazabilidad e imagen de calidad del producto y los derechos del consumidor, y descartan que la medida perjudique al canal Horeca.

El presidente de la Interprofesional del aceite de oliva y, a su vez, de la organización agraria Asaja, Pedro Barato, ha agradecido al ministro "el compromiso con el sector" oleícola, al continuar adelante con la medida en España a pesar de que la Comisión Europea no quiso aplicarla, "y no entendemos por qué".

Barato ha afirmado que la norma permitirá algo "tan sencillo" como que las botellas que se ofrecen al consumidor estén convenientemente etiquetadas y "con todas las garantías del mundo".

Ha lanzado un mensaje a la restauración: con los precios actuales que tiene el aceite, "tienen que estar muy tranquilos" en que la iniciativa no les perjudicará por un incremento de costes.

Para Primitivo Fernández, director de la patronal de envasadores Anierac, "el Gobierno ha corregido un error de Bruselas", después de que la UE rechazara un reglamento para todo su territorio, lo que "nos dejó un mal sabor de boca".

El Real Decreto no impondrá tamaños, sino que el restaurante podrá elegir formatos que se adecúen a su conveniencia, que tendrán que estar perfectamente etiquetados y con un tapón "que pierda su integridad" en su primera apertura y que sea irrellenable, una "garantía absoluta" para el consumidor.

Sobre el coste que implicará para el sector, ha recordado que el uso de aceite apenas llega a 10 mililitros para una tostada y 20 en el caso de una ensalada.

Sólo en el caso de que un empresario se decida a cambiar una garrafa de 5 litros con las que hasta ahora rellenaba sus aceiteras por una nueva botella irrellenable de medio litro en vidrio, el sobrecoste sería "de tres o cuatro céntimos" para un desayuno de alrededor de 2 euros -con tostada de aceite de oliva- y el doble para una ensalada, "si es que se produce", ha detallado.

Fernández ha insistido en que "es importantísimo para nosotros que se venda con mejor imagen y cuidado", así como los beneficios para el ciudadano, que sabrá qué tipo de aceite, categoría o incluso variedad consume, no hay riesgo de que se utilicen aceites deteriorados y en que mejora la higiene de las presentaciones.

Ve esencial cuidar la apariencia del producto en un país turístico como España para que los visitantes "se lleven" el producto o lo acaben adquiriendo en sus países y recuerda que los operadores de Portugal e Italia, los dos países de la Unión Europea que tienen prohibidos ya los envases rellenables, la iniciativa "funciona muy bien y están muy contentos".

Para el secretario general de la patronal de almazaras industriales, Infaoliva, Enrique Delgado, era una medida "imprescindible" para "cuidar la calidad" del aceite y "para que el consumidor sepa realmente" lo que contienen las botellas.

Sobre las reticencias en el sector de la restauración, Delgado ha incidido en que ve ya "desde hace muchísimo tiempo" los envases irrellenables en provincias productoras de aceite de oliva y "la gente con la que hablo de la hostelería no se queja de que les suponga un sobrecoste, ni nada".

Con la nueva norma, "se saca la botella de la caja, se pone encima del mostrador y se sirve al cliente lo que quiere. Ya no tendrán que coger las garrafas y limpiar hasta cinco veces la aceitera para rellenarla", ha añadido.

El máximo responsable del sector oleícola de Cooperativas Agro-alimentarias (y de su federación andaluza Faeca), Rafael Sánchez de Puerta, ha remarcado que es un objetivo largamente reclamado, así como "el mérito" de Arias Cañete de cumplir "su promesa" al sector de impulsar la medida a pesar de que la prohibición no fructificó a nivel de toda la Unión Europea.

Ahora "mejorará la imagen del producto y se llevarán una buena sensación los 47 millones de turistas que anualmente nos visitan" y "el consumidor sabrá de verdad" lo que está tomando, y de alguna manera aprenda a conocer el producto y a valorarlo, ha apuntado .

En su opinión, la repercusión de precios para el consumidor, en un desayuno o una comida, será "absolutamente ridícula", por lo que "no entiendo el argumento, que no tiene ningún sentido", de los detractores.

Ahora, los restaurantes "seguramente se verán obligados a tener un buen producto" y "no cualquier aceite en las mesas", ha afirmado.