Opinión | Colaboración

Amnistía (II): la ley

El PSOE ya no tiene un proyecto para el conjunto de España, está olvidando un principio democrático elemental como es la igualdad política

La Ley Orgánica de Amnistía no es sólo una manipulación del concepto y de la realidad, sino una manipulación del Estado de Derecho. Y basta leer la exposición de motivos para comprobar el grado de cinismo jurídico del PSOE y sus socios.

Comparar, para empezar, esta ley de Amnistía con la de 1977, que sentó las bases de nuestra reconciliación nacional, es lo mismo que decir que en Cataluña se ha vivido en la última década en una Guerra Civil y una Dictadura. De igual forma, sugerir que la Cataluña de los últimos años ha vivido una situación homologable con la Francia de la ocupación nazi, la Italia fascista o la España franquista es una sencillamente una exageración, que invalida la razonabilidad de la misma ley.

Y siendo esto grave, más grave es, desde un punto de vista jurídico, que la homologación que dice la norma que tiene esta ley con el Derecho europeo no se deduce de lo que dicen los textos que cita. De igual forma, las sentencias a las que se refiere no dicen otra cosa que lo evidente: que es posible hacer una ley de amnistía (ha habido más de 40 en Europa en los últimos cincuenta años), pero no avalan la juridicidad de ésta. Más aún, se llega hasta a citar una sentencia, la de Margus contra Croacia, que se refiere a la Amnistía de la ¡guerra de los Balcanes! que nada tiene que ver con lo que aquí se dirime.

Pero el grado de cinismo jurídico llega a su máxima expresión, cuando en la exposición de motivos se argumenta la constitucionalidad de la ley, pues, con ello, el PSOE y sus socios están escribiendo la sentencia que ha de firmar el Tribunal Constitucional. Dicho de otra forma, si la constitucionalidad de una norma la puede establecer la misma norma en su exposición de motivos (sin valor normativo, pero sí interpretativo, según el mismo Tribunal Constitucional) ¿para qué queremos al Tribunal Constitucional? A partir de ahora toda norma será, por definición, constitucional, sencillamente, porque así lo dice el PSOE y sus socios.

Finalmente, y es lo más profundo, esta ley es contraria al artículo 14 de la Constitución que recomiendo que se lea. Artículo que es radicalmente igualitarista por tres palabras importantes de su formulación: la preposición «ante» («delante de» y «respecto a»), el pronombre indefinido «alguna» y el adjetivo indefinido «cualquier». Por estas tres palabras, no hay ley que pueda permitir el privilegio de unos pocos, y más un privilegio penal, atendiendo, además, a su intención.

Las consecuencias de esta ley no serán baladíes. Para empezar, porque los independentistas lo volverán a intentar, antes o después, y el Estado de Derecho no podrá hacer casi nada (salvo un nuevo 155), bien con una declaración unilateral (improbable), con un nuevo Estatuto (una mini-Constitución catalana y un referéndum) que será, ¡cómo no!, constitucional. Para continuar, porque Bildu reclamará el indulto de los pocos etarras encarcelados con las manos manchadas de mucha sangre (alguna de ella, socialista), de la misma forma que muchos reos de malversación y corrupción en Cataluña se librarán de restituir y de dar explicaciones. Para seguir, porque esto y las negociaciones sobre la financiación autonómica nos llevarán a un Estado confederal (el PSOE habla de «co-gobernanza»), en el que la solidaridad entre regiones se quebrará y habrá ciudadanos de primera (los catalanes y los vascos) y de segunda (todos los demás). Y, para finalizar, porque en el trámite y aplicación de esta ley, el PSOE ha entrado en conflicto con el poder judicial y está manipulando a los Tribunales (¿alguien confía en el Constitucional?), está generando un precedente muy peligroso de discriminación positiva (¿por qué no una ley de amnistía para los malversadores en la pandemia?) y está quebrando definitivamente la convivencia entre Cataluña y el resto de España.

En mi opinión, y lo siento por mis amigos socialistas, el PSOE ya no tiene un proyecto para el conjunto de España (más allá de una confederación mal avenida), parece que no recuerda lo que es un Estado de Derecho y la separación de poderes, está olvidando un principio democrático elemental como es el de la igualdad política e incumple el más sencillo de los valores de la ética pública: no mentir.

Quizás porque el PSOE ha dejado de ser lo que era para ser sólo una maquinaria trumpista que mantiene al Sr. Sánchez en Moncloa.

Lástima.

*Profesor de Economía Universidad Loyola

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