Opinión | Entre líneas

Un patrimonio común en cifras

En Córdoba, sus 38 hermandades cuentan con 32.592 hermanos, de los que más de un tercio procesionan

Aunque la lluvia arruinó con precisión casi milimétrica las procesiones de Semana Santa (comenzó a caer agua la tarde del Domingo de Ramos y no dejó hasta la hora en la que tendría que haberse recogido el Resucitado), cofrades y no cofrades podemos alegrarnos de que el fantasma de la sequía se aleje un tanto. No hay mal que por bien no venga, incluso para las hermandades a medio plazo porque se nos olvida que con un sector primario tan importante una Córdoba seca es una Córdoba en retroceso económico, incluso en la capital. Menos agua es menos ingresos en el campo y en el sector servicios, sueldos estancados, más cierres de comercios, menos recaudación de las administraciones, menos renta familiar... Menos ingresos en las cofradías.

Es cierto que cuando se encadenan varios años en los que no puede salir una corporación en Semana Santa es fácil registrar un ligero descenso de hermanos, generalmente y salvando todas las distancias, entre los más jóvenes, en los que más puede pesar el desencanto. Sin embargo, esta lluviosa Semana Santa, y a falta de ver estaciones de penitencia en la calle, también ha permitido hablar y escuchar más en tertulias cofrades. Como con esas reveladoras cifras que aportó en el especial de Semana Santa de 7TV Manuel Herreros, exhermano mayor de los Dolores. Herreros cuestionaba tópicos de quienes reprueban la Semana Santa de Córdoba al confrontarla con la de Sevilla. Y es verdad que no se puede hacer comparaciones con la magnitud de esa Semana Santa de una población de 651.000 habitantes, 60 hermandades de penitencia, 197.206 hermanos, de los que 61.117 nazarenos pasan por carrera oficial. Pero no puede olvidarse que, con cifras actualizadas a 2024, en Córdoba sus 38 hermandades en carrera oficial (proporcionalmente a la población muchas más que en la capital hispalense) cuentan con 32.592 hermanos (un 10% de la población), de los que más de un tercio participan en las procesiones: 11.979 cofrades (de no haber llovido, habrían salido un 9,53% más que en el último año), 8.492 de ellos de nazarenos. Como ven, las frías cifras nos recuerdan que la Semana Santa de Córdoba no está nada mal tampoco y que ese 10% de población cofrade da cuenta de una fortísima implantación social que se ha visto reconocida últimamente, por ejemplo, con el aumento del apoyo económico por parte del Ayuntamiento y de la Junta, ésta última para la preservación del patrimonio cofrade. De hecho, en la pasada Semana Santa se ha hablado mucho de patrimonio, comenzando por el pregonero, Juan José Primo Jurado, director del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.

Curiosamente, lo que más me llamó la atención fue la opinión de una amiga que no es hermana de ninguna cofradía pero que se confesaba preocupadísima porque la lluvia dañara el patrimonio de aquellas corporaciones a las que le sorprendieran un chaparrón en su procesión. Y es que, sin ser creyente, sentía como algo propio, al menos en parte, esas obras de arte expuestas, los bienes de las cofradías y hasta la salud del nazareno que podría pillar un resfriado tras quedar empapado.

Quizá ese patrimonio artístico, histórico y humano de las hermandades cordobesas sea el mejor punto de encuentro del mundo cofrade con esa población alejada del mismo. Solo cabe esperar cosas buenas de que este otro sector social reconozca como algo propio el fruto del trabajo de las hermandades, y que, por su parte, las hermandades tengan en cuenta que no solo guardan un tesoro exclusivamente propio, sino también un bien de todos los cordobeses (creyentes y no creyentes) e incluso un patrimonio de la nación y de la Humanidad, aunque la Unesco no le haya dado (aún) un título expresamente. Eso sí, no deja de ser un argumento que pone aún más carga y presión sobre los hombros de quienes participan en los cabildos de agua. Pero nadie ha dicho que sea fácil tener un puesto de responsabilidad en ningún sitio. Y en una cofradía tampoco.

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