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Lo normal

Las tres. A contracorriente, esquivando cientos de cuerpos adolescentes que describen caóticas trayectorias al finalizar su jornada escolar, la madre accede al interior del instituto acelerada, con necesidad de quitarse el chaquetón. Tiene cita con la tutora de su hijo y quiere causar buena impresión respetando puntualmente la hora convenida para el encuentro. Se le ha hecho tarde. La tutora le dijo que si llegaba a menos cinco se evitaría el follón de la puerta a la hora de salida. No tenía que haber entrado en Deza. La pechuga de pollo, la culpa es de la pechuga de pollo que no le puede faltar al niño para seguir la dieta. Todo sea por el rápido aumento de la masa muscular.

La tutora,─Educación Física, cuarenta y tantos, más o menos de su edad, cercana, tuteando, sonriente, no como el rarito del curso pasado,─ le dice que el problema no es solo de notas, que lo que más le preocupa es que últimamente Rubén o está tristón o está muy borde, que por eso decidió mandarle el mensaje, para comentárselo en persona y que ella le dijera si en casa también lo habían notado, sí, sí, borde, como peleado con el mundo, que los dos partes que le habían puesto últimamente por pasarse de la raya podían ser más, el otro día sin ir más lejos en mi clase lo vi reaccionar por una tontería con un pronto agresivo que me dejó descolocada... se negó a jugar al baloncesto porque lo puse en un grupo que no le cuadraba y terminó dando un golpetazo en la puerta de los vestuarios que se tuvo que hacer hasta daño en la mano.

La madre justifica que su hijo no quisiera jugar porque está en un equipo de fútbol federado y dentro de poco tiene la semifinal de lo que sea. La tutora asiente sin perder la sonrisa, aunque le responde que el riesgo de lesión era mínimo, que ningún alumno puede dejar de hacer una práctica de Educación Física así como así y que, en todo caso, Rubén tiene que aprender a mantener las formas cuando recibe una indicación de lo que hay que hacer. La madre le da la razón a la profesora, hombre, por supuesto, eso en casa lo llevamos a rajatabla, tanto cuando está conmigo como cuando le toca con su padre... ¿Problemas?, no, ninguno, en casa él está como siempre, cariñoso conmigo y con su hermana y sin alterarse ni nada... bueno, vamos a ver, algunas cosillas de la edad, pero lo normal... se ve que es en el instituto donde se le cruzan los cables... claro, claro, cuenta con ello, hablaremos con él seriamente para que no se equivoque, faltaría más.

La madre sale del instituto a paso ligero. Va tarde. Calor. Su hijo estará cansado de esperar las pechugas de pollo. La madre entra en casa con miedo, con un malestar en la boca del estómago que le resulta familiar. Y otra vez piensa en lo que oirán los vecinos

** Profesor

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