Opinión | campo y ciudad

En Navidad

¿De qué podemos tener miedo? Sólo de nuestra incompetencia, de nuestro atolondramiento, de nuestra estupidez. ¿Qué es lo que hay que temer? Aquí nada de lo que traemos entre manos, ningún asunto, es lo que pueda parecer ante ojos ajenos, que no es una cuestión personal, nada en contra de nadie per se, pues en ello sólo hay negocios. Operaciones, grandes negocios. Se trata de rendimientos y beneficios económicos adecuados y necesarios, procedentes y en relación con nuestros intereses, por encima de otras consideraciones que no nos incumben. Buenos negocios, en definitiva. Y a tales efectos, ¿no tenemos en nómina a políticos, parlamentarios, sindicatos, jueces, periodistas y grupos de comunicación? A servidores y colaboradores, a testaferros. Sus lealtades se deben a que se encuentran bien pagados, o retribuidos. Todos reciben puntualmente sus asignaciones. Ninguno se queja. Y cuando es menester sus ayudas las tenemos a nuestra disposición. Meros intercambios ¡Afectos y relaciones que otros ya quisieran que compartiésemos! ¿Habrá que recordar que aquí todos somos personas honorables que cumplen cada cual con sus deberes y obligaciones para y por la causa que nos agrupa? Nadie está capacitado para ponerlo en duda.

Tú y yo somos, y nos consideramos, hermanos, aunque no corra por nuestras venas la misma sangre. Hace mucho tiempo que nos conocemos. Hemos intimado. Y no concibo hacerte daño. ¿Cómo se puede esperar que haga yo eso? Así que no voy a castigarte, no obstante sepa que nos has traicionado. Lo que espero de ti es que me confieses quién te ha comprado. Sí. Y no me digas que no, pues ofenderías a mi inteligencia. Sé bien que lo has hecho. ¿No esperarías que tu traición se me hubiese escapado, como si fuese desapercibida? No sería entonces quien soy. Así que dímelo. No temas nada malo. Aunque tu castigo será que te aparte, que te aleje, de mí.

Dudaba cómo continuar la narración que imaginaba, y si la sentencia a muerte sería inmediata. Y entonces entró su nieta. Te estamos esperando, la mesa está puesta. Es Navidad. ¡Vamos que se hace tarde!.

*Doctor Ingeniero Agrónomo. Licenciado en Derecho

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