Opinión | EL ARTÍCULO DEL DÍA

Una Navidad de arte

Es tiempo de ilusión para aquellos proyectos que deseamos acometer en el próximo año

Al llegar estos días navideños, la familia y los recuerdos se agolpan en nuestros corazones, por los que están y por los que ya se fueron. Es también un tiempo de balance de todo aquello que hicimos y lo que no pudimos realizar. Es tiempo de ilusión para aquellos proyectos que deseamos acometer en el próximo año. En todo caso, es un período para mirar atrás, pero sin olvidar mirar hacia delante. Es, sin duda, una época para felicitarnos por tener la fortuna de vivir junto a cada uno de los demás seres humanos. Si nos sintiésemos más Humanidad cada día del año, seguramente seríamos mucho mejores y más felices porque no hay más felicidad que hacer felices a los demás.

Quiero, pues, felicitar en nombre de la Universidad de Córdoba a todos los cordobeses y cordobesas y a la propia comunidad universitaria por la oportunidad que me han brindado durante este año para continuar trabajando por Córdoba y su Universidad. No se puede pedir más por tanto recibido. Por ello, deseo aprovechar este tiempo de balance para ofrecer el mejor regalo que la Universidad podría hacer en esta Navidad a la ciudad. Con gran ilusión, dedicación y tesón, hemos organizado tres exposiciones que actualmente pueden ser contempladas en diversas salas de Córdoba. Exposiciones con las que queremos dar un mensaje de ilusión, compromiso y pasión por el arte como fundamento de la cultura, que no solo nos hace mejores, sino que nos permite trascender a nuestra propia naturaleza limitada en el tiempo.

La colaboración del Ayuntamiento de Córdoba, de la Diputación de Córdoba y de Vimcorsa en estos proyectos da prueba de que cuando las instituciones trabajan juntas se pueden alcanzar objetivos nobles para disfrute de todos. Siempre es momento de reconocer que la Universidad de Córdoba es grande por el trabajo de los que forman y han formado parte de esta institución durante más de cincuenta años. Pero también por el apoyo que a lo largo de estas décadas han recibido y reciben de las dos instituciones, Ayuntamiento y Diputación, que nos representan a todos los que vivimos en esta milenaria ciudad y en su provincia.

Cuando alguna vez me preguntan por qué la Universidad desde hace años, especialmente desde el rectorado de Eugenio Domínguez, continuado por José Manuel Roldán y José Carlos Gómez Villamandos, ha hecho una apuesta intensa por la cultura en sus diferentes expresiones, siempre me acuerdo de un fragmento del libro ‘Alicia en el país de las maravillas’.

«Era mucho más agradable estar en mi casa --pensó la pobre Alicia--, allí, al menos, no me pasaba el tiempo creciendo y disminuyendo de tamaño... Casi preferiría no haberme metido en la madriguera del conejo... Y, sin embargo, pese a todo, ¡no se puede negar que este género de vida resulta interesante! ¡Yo misma me pregunto qué puede haberme sucedido! Cuando leía cuentos de hadas, nunca creí que estas cosas pudieran ocurrir en realidad, y ¡aquí me tenéis metida hasta el cuello en una aventura de estas!».

Si nos quedamos en el confort de nuestras vidas y no arriesgamos, nunca llegaremos a transformar la realidad. Esa realidad, que como dijo Marcel Duchamp es la que imita al arte, porque el arte es lo que nos sobrevive. Él mismo, que revolucionó el viejo arte contenido en la comodidad de los museos para apostar por el arte efímero, vital, contemporáneo, en continua construcción. No hay arte sin obsesión, ni colección sin pasión. Porque la vida se va entre los dedos, pero lo inmanente que contiene la creación humana permanece. Así, también debió pensarlo Pilar Citoler cuando hace más de 50 años comenzó a coleccionar en aquella España en blanco y negro, donde tímidamente el color --mi recuerdo aquí a Equipo 57-- comenzaba a llenar el lienzo de una nueva vida. Para ella era mucho más atractivo acercarse a la realidad del arte actual, el de aquellos artistas vivos que dialogaban con su tiempo, sin que ello desmereciese lo clásico que siempre es el fundamento de lo nuevo.

Pilar Citoler que da nombre a nuestro Premio Internacional Bienal de Fotografía Contemporánea es, sin lugar a dudas, la protagonista de las tres exposiciones a las que invito a disfrutar. Ella apoya desde el año 2005 --Claves de arte fue la primera exposición de su colección en Córdoba-- el compromiso contraído por la Universidad con el arte contemporáneo, con especial énfasis en la fotografía que llenó todo el siglo XX y que continúa siendo el referente plástico de la imagen en lo que llevamos de esta centuria, como arte en sí mismo y también como elemento de comunicación y denuncia. La imagen es la dueña de nuestro tiempo y quienes tienen el privilegio de captar con sus miradas, con la luz, con la oscuridad, con el objetivo de sus cámaras, el palpitar de la vida, sea para gozarlo o sea para apelar a nuestras conciencias, merecen que cuidemos su trabajo y que lo hagamos público. En ello nos encontramos, como nos enseñó Pilar, recordando al gran coleccionista italiano Giuseppe Panza di Biumo: «Lo que yo amo puede ser amado por muchas otras personas... Este es el placer más grande. No hay nada más bello que compartir con muchas otras personas este amor». Así nos lo enseñó cuando la conocimos y así creemos que es nuestro deber transmitirlo como Alma Mater que pretende hacer mejores ciudadanos.

Cumpliendo estos fines, me gustaría invitar a la ciudadanía a compartir la belleza de tres exposiciones que van a estar toda esta Navidad y durante varias semanas después. La primera, en la Sala Vimcorsa, donde la ganadora de la XI edición el Premio Citoler, Pilar Anta, ofrece un maravilloso recorrido lleno de sensibilidad, concepto, plasticidad y elegancia. Desde la fotografía sobre pan de oro, hasta la inmensidad de las playas de Senegal y el colorido de Corea, el espectador puede aislarse durante su contemplación del bullicio de nuestro tiempo.

En la Sala de exposiciones del centro Ucocultura, en la plaza de la Corredera, se recogen las piezas de los 15 seleccionados en la XII edición del citado premio, entre las que se encuentra la obra ganadora de esta edición del reconocido fotógrafo guatemalteco Luis González Palma. El interés de la visita a esta sala radica en el hecho de que se pueden contemplar estilos muy diferentes de entender la fotografía, pues cada artista plasma su concepción y su técnica en modos muy distintos.

Para concluir nuestro paseo por esta explosión de luz, color y sensaciones, en la galería de presidencia del Palacio de la Diputación expone una serie de su obra Begoña Zubero, que fue la ganadora de la primera edición de nuestro premio de fotografía. Esta exposición es un contrapunto, pues presenta un motivo de reflexión en torno a veinte imágenes de gran formato que congelan las cicatrices de la guerra de Irak en la ciudad de Mosul. Sin estridencias innecesariamente violentas, las imágenes tamizadas de luz y suavidad dejan constancia de lo que quedó de la vida en las calles de una ciudad destruida.

Este regalo que queremos hacer a Córdoba tiene un nombre propio que enlaza las tres exposiciones: Pilar Citoler. Además, tiene detrás el esfuerzo, la ilusión y el cariño de toda la comunidad universitaria y, especialmente, de aquellos profesionales que más directamente han trabajado en su realización. Disfruten de esta Navidad de arte con el mismo sentimiento y la misma pasión con la que hemos trabajado para que la cultura en general y la fotografía contemporánea en particular, puedan ser un elemento de referencia de Córdoba. Un atractivo dinamizador de la cultura con mayúsculas de una ciudad milenaria que no se resiste a quedar anclada en su pasado, por brillante que este fuera.

* Rector. Universidad de Córdoba

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