Opinión | sedimentos

Libros y librerías

«Una librería es un faro que derrama luz sobre la apasionante aventura de leer»

También librerías y libreros tienen su Día internacional, oportunidad para reconocer y rendir un merecido homenaje a la importantísima labor en pro de la lectura que realizan tales comercios y profesionales. Cuando se traspasa la puerta de una librería, al punto se encuentra alguien muy bien dispuesto a aconsejar y orientar en cuanto sea necesario al lector interesado y, si el cliente es habitual, serán bien conocidos de antemano sus gustos y necesidades. El librero establece de inmediato un diálogo enriquecedor pleno de empatía, puente providencial entre libros y lectores; así mismo, han desarrollado muchas estrategias para promocionar la lectura y, de paso, enfrentarse a la amenazadora tendencia que les puede conducir a bajar definitivamente la persiana.

Una librería es un faro que derrama luz, ilusión y entusiasmo sobre la apasionante aventura de leer... una empresa, sin embargo, con demasiadas zonas de sombra, pues cada día se lee menos, sobre todo en ciertas franjas de edad. Los adolescentes suelen mostrarse poco amigos del libro, dispersos entre diversos dispositivos y mínimos opúsculos que nunca fomentan una lectura serena, precisa y sin apremios; una práctica sometida a muchos condicionantes incompatibles con pausas que perduren durante algo más de un par de párrafos. A pesar de todo, los malos augurios surgidos con el advenimiento del libro electrónico no se han cumplido, pues el libro en papel ha conservado su encanto y su maravilloso poder de seducción, esa efervescencia que brota entre las páginas, todavía con olor a tinta recién impresa, y sugiere todo un mundo de palpitantes emociones.

El libro es un compañero leal y prodigioso que nos brinda todo un mundo de ideas fascinantes. Y está bien vivo todavía. Sobre todo, gracias a los lectores, pues esa es su razón de ser, lo que le da sentido.

*Escritora 

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