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Lo que el viento se llevó

El aeropuerto de Córdoba registró el domingo rachas de viento de hasta 128 km/h

Después de la sacudida de este fin de semana, puede resultar contraproducente acudir a la fábula infantil del ‘Sol y el Viento’, pero ahí va. Disputaron en su día ambos elementos quién sería capaz de quitarle un abrigo a un hombre. El viento sopló y sopló, hinchando sus carrillos de ráfagas huracanadas. Pero, por más que se lo propuso, no logró despojar al humano de su prenda. Llegó el turno del sol, y no más ponerse en acción, fue el hombre quien se quitó voluntariamente el abrigo.

Si hablásemos de Casas señoriales, Córdoba no oculta su vasallaje con el Astro Rey, como en su día la Córdoba romana se posicionó a favor de Pompeyo, para que luego César la arrasase como un ciclón. Pero parece que la naturaleza ha emprendido su tornaviaje para cobrarse los desmanes antropológicos. El aeropuerto de Córdoba registró el domingo rachas de viento de hasta 128 km/h. Circular por la ciudad sobre las nueve y media de la noche suponía materializar los pantallazos del televisor, comprobando cómo el ojo del huracán se ha ensañado tras la bonanza previa de las Antillas. Tal que un juego de naipes, he visto caer los abetos que custodiaban como atlantes la plaza del parque Figueroa. Y la filmada caída del San Rafael de la plaza del Alpargate parece un argumento novelístico para la siguiente entrega de Dan Brown. Visto el amanecido paisaje de la ciudad, y aunque los prevencionistas no somos propensos a creer en los milagros, estadísticamente hemos sido muy afortunados, pues era altísima la probabilidad de que se ocasionasen víctimas, más aún en el precedente de la palmera caída en la Puerta Gallegos. Aún así, los astrónomos pueden tirar de relativismo, observando lo que se gasta en otros planetas del Sistema Solar. En Neptuno se han detectado vientos de hasta 2.000 km/h, unas rachas que se llevan de por medio hasta la imaginación.

El sol gana por goleada. Frente a la proliferación de huertos y tejados solares, somos la única provincia andaluza sin parques eólicos. Y no será porque, al mentar a los molinos de viento, nos desentendamos de nuestro pasado cervantino, que es mucho. Hasta ahora, en el paisaje cordobés nos hemos librado de la espigada cacofonía de estos molinos. Pero no podemos mirar hacia a un lado en la creciente pujanza de las energías renovables, o meter todos los huevos en la cesta de nuestro santo patrón, ese sol que nos achicharra. El pasado 20 de octubre se generaron en España 423 gigavatios hora de energía eólica, lo que supuso el 54% del total de la energía producida en España. Más alentador es comprobar que ese mismo día el conjunto de las renovables contabilizó más del 70% del total de energía producida en nuestro país, un dato que no es flor de un día y demuestra una tendencia constante que ayuda a paliar un tanto esa serie de catastróficas noticias que venimos escuchando.

¿Árboles? El temporal no puede crear un efecto disuasorio, cuando esta ciudad necesita redoblar su población arbórea para arrebatarle a este aumento irreversible unos grados de temperatura. El viento ha hecho estragos en esta estruendosa tarjeta de presentación. Pero tenemos que anticiparnos para sobrevivir a los extremos; desde calores saharianos a mezquinas trombas que quieren concentrar en pocas horas la cuota anual de precipitación. Pese a que los tornados aún se muestran montaraces, aquel rudo viento incapaz de desabrochar abrigos se ha civilizado. Y en esta armonía nos jugamos buena parte de nuestra supervivencia.

*Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor

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