Opinión | LA CAFETERA DE ASPASIA

Los escalones de la avenida Barcelona

Hace unas semanas leí en este mismo periódico que un grupo de vecinos de la calle Platero Repiso no podían salir de sus portales porque la salida del pasaje en el que viven termina en unas enormes escaleras con ocho escalones, insalvables para muchos de ellos. La imagen era definitiva: ancianos y ancianas arriba de la escalera, alguno portando su andador o el carrito de la compra.

Hay zonas en Córdoba que tienen una personalidad muy singular. La avenida Barcelona es una de ellas. A esos bloques, en muchas ocasiones, llegaron jóvenes familias de pueblos u otras zonas menos favorecidas. Muchos eran matrimonios en los que trabajaba fuera de casa el marido, y con un único sueldo sacaron adelante a sus hijos dándoles, en muchos casos, unos estudios o una profesión que ellos no habían disfrutado.

Esos jóvenes matrimonios ahora son, en muchos casos, ancianos y ancianas que viven solos, que están viudos o viudas (con todo lo que esto implica) y que siguen manteniendo con su barrio un amor incondicional.

Muchas veces a las administraciones se les llena la boca con palabras como ‘accesibilidad’, ‘sostenibilidad’ o con proyectos como los fondos de los NextGeneration... pero parece que son incapaces de ayudar a resolver una demanda que no pueden atender los propios vecinos.

Es una lástima, porque en la avenida Barcelona viven personas como Mariluz, que no es que el Ayuntamiento tuviera que facilitarle la salida a la calle si su comunidad tiene dificultades para hacerlo, sino que el Ayuntamiento tendría que ponerle una alfombra roja, hacer caer pétalos o papelillos de colores y sonar violines cada vez que ella pisa la calle. Hacerlo, como se hace con las heroínas y la gente extraordinaria, porque su sola presencia es un contagio de alegría y amor para quien está cerca de ella.

Nuestro Ayuntamiento ha recibido 120.000 euros como premio por ser Ciudad Europea Accesible, parece que abrirá una línea de ayuda para mejorar la accesibilidad a pequeños establecimientos, a los negocios, que son privados también como ese pasaje de Platero Repiso.

Es una pena, porque el envejecimiento de la población española nos deja claro que este tipo de actuaciones serán imprescindibles ya que, en ocasiones, ocho escalones son una tragedia.

* Artista y profesora de la Univ. de Sevilla

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