Opinión | Formación de las Cortes

Armengol llega a la meta por delante de Sánchez

Puigdemont corona presidenta del Congreso a su candidata, mientras que Feijóo es afixiado por la pinza de Junts y Vox

Francina Armengol, elegida nueva presidenta del Congreso con el apoyo de 178 diputados.

Francina Armengol, elegida nueva presidenta del Congreso con el apoyo de 178 diputados.

Francina Armengol ha llegado antes a la meta que Pedro Sánchez. La presidenta del Congreso coronada por Carles Puigdemont sobresale por encima del aspirante a presidir el Gobierno por el PSOE, o cuando menos le toma la delantera. La diputada mallorquina ha sido aupada por un hombre, porque la paridad todavía no se ha perfeccionado, pero no por un varón socialista.

Sánchez no puede presumir hoy de los 178 votos amarrados en la primera vuelta, a cargo de la única diputada que muy a su pesar podía garantizarle la presidencia del Congreso, frente a unos esmirriados 139 del primer partido de la derecha. Quede claro que Armengol no aspira al liderazgo del PSOE que idolatra, de momento. El Madrid cada vez mas próximo a la visión cenagosa de los populistas se llevará una sorpresa, si minusvalora a una provinciana que en la pasada década supo estrechar los lazos con el nacionalismo catalán que la han convertido en la tercera autoridad del Estado.

La presidencia del Congreso para el PSOE era previsible desde el 23J, porque Junts desea mantener intacta su capacidad de arbitraje, pero Hitchcock apreciaría las capacidades de Puigdemont como creador de suspense. El destino de Armengol solo se desveló una hora antes de comenzar el pleno inaugural, su imagen contraída durante el recuento enfatizaba el peso adicional de una votación secreta que intensificaba su famosa risa nerviosa.

Feijóo también acentúa su perfil cinematográfico. Se asemeja cada vez más a Louis de Funes en gendarme desbordado, o a Peter Sellers persiguiendo con torpeza a la huidiza pantera rosa de Ken Sánchez. El presidente del PP se atribuyó el miércoles cientosetentaypico diputados, mediante una OPA sin avisar a Vox ni cederle un hueco en la Mesa. Para apearlo de su ensoñación, la tropa de Abascal no vota al día siguiente a Cuca Gamarra, una conducta que hubieran imitado con gusto numerosos diputados populares.

Difícilmente puede encomendar el Rey la presentación a la investidura a un humillado Feijóo, cuando solo está respaldado con seguridad por unos 140 votos. La prepotencia popular se disolvió en una jornada aciaga, el PP jamás podía imaginarse sometido a la pinza de la ultraderecha moderada actuando al unísono con el independentismo catalán.

La imagen del evacuado de Junts, nombrando a una presidenta que el PSOE tenía relegada, adapta al Congreso una escena habitual en la competición deportiva por equipos. Un club mantiene a una presunta estrella en el banquillo, y otra entidad la pretende para saltar al campo de titular.

Es el pan de cada día en la Liga o la NBA.

Al atraer los focos hacia su incertidumbre, Junts debe despertar por fuerza los celos de ERC, Bildu o PNV, que han aportado a Armengol caudales igualmente imprescindibles sin tanta prosopopeya. Mientras tanto, el inversor a futuros va estrechando su cerco. A cambio de cederles a regañadientes a la presidenta delCongreso que exigían, Sánchez le ha vuelto a tomar el pelo a los independentistas, aceptando medidas folklóricas en cuanto indefinidas.

La presidenta accidental, por el único mérito de su elevada edad, no perdió la oportunidad de adoctrinar en su minuto de gloria. Cristina Narbona emitió un discurso absolutamente innecesario sobre la transparencia y el respeto, en las antípodas de las negociaciones inconfesables a navaja desenfundada que su partido llevaba a cabo simultáneamente en la trastienda. Además de robarle protagonismo a su correligionaria Armengol, incidió en la línea regañona felizmente agotada con la salida de Meritxell Batet. AcertóVox al no abuchear a la espontánea socialista, cuando apeló a los científicos para dirimir el cambio climático, porque las supercherías de la izquierda clásica desde su arrebatadora superioridad moral acunan el auge de los populismos.

La izquierda de la izquierda no se desenganchó del espectáculo visual paralelo a las votaciones, con un desfile ininterrumpido de diputados.

Los abrazos, besos y caricias de Yolanda Díaz a PedroSánchez bordearon lo pornográfico, un neofranquista de Vox emplearía el adjetivo "tórrido". La liquidación de Podemos quedaba reflejada en la desolación deIrene Montero, que ni se dignaba mirar a la cara de los diputados de izquierda que acudían a darle los besos del pésame, en compañía de su inseparable Ione Belarra. Imaginería lorquiana.

Las votaciones a la Mesa delCongreso definen el nuevo rumbo de la política estatal. El resultado del 23J no debía significar la victoria de Feijóo, que tampoco entusiasmaba en exceso a nadie, sino la muerte política de Sánchez. En cambio, ha sumido al PP en una nueva crisis, zarandeando el portaviones de la derecha española hasta el punto de colocarlo al acceso de un aventurero al estilo Milei. Por contra, Sánchez sigue vivo, a falta de redimirse con unos pactos que lo coloquen a la altura de los impresionantes 178 votos acumulados por su salvadora, Francina Armengol.

En el debut de la autoridad electa en vigor más importante de España, los guiños que caracterizan a la política actual llevaron a Armengol a recitar a Salvador Espriu en catalán, pero en los versos de La Pell de Brau que se refieren a Sepharad. Antes tuvo que responder a las protestas de ordenanza de PP yVox, para desembarazarse sin complejos desu rival Cuca Gamarra.

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