Opinión | TORMENTA DE VERANO

Volar

Córdoba necesita volar para crecer y perder los miedos, para mirar el mundo desde otra perspectiva

Necesitamos volar. Desde el inicio de los tiempos uno de los sueños dorados del hombre fue volar como las aves. Elevarse sobre la tierra y surcar los cielos con medios artificiales que suplieran aquellos elementos que la naturaleza nos negó. Pero antes, el ser humano hubo de cubrir otras muchas necesidades más básicas. Y ya varios siglos previos a los prototipos de Leonardo Da Vinci en el Renacimiento, con su máquina de pedales, palancas, cuerdas y poleas; cuentan las crónicas que nuestro paisano Abbas Ibn Firnás, en siglo IX, ya se arrojó desde una torre del palacio de verano del emir Abderramán I, la Arruzafa o Al-Rusafá (jardín de las palmeras), sobrevolando unos metros que terminaron con un aterrizaje más que forzoso.

Quiénes les iban a decir a los hermanos Wright, que en 1903 tripularon el primer vuelo a motor de la historia, que, en el año 2019, 4.500 millones de pasajeros iban a coger un vuelo de avión en viajes nacionales e internacionales. Lo que supone que poco a poco vamos recuperando esa cifra de 375 millones de pasajeros aéreos al mes en el mundo. Y en ese tránsito del siglo XX aparece por primera vez nuestro aeropuerto, inaugurado con la bendición del obispo Fray Albino el 25 de mayo de 1958, siendo alcalde Antonio Cruz Conde y ministro de infraestructuras su suegro, el conde de Vallellano, Fernando Suárez de Tangil. Aeropuerto que pasó de titularidad municipal a AENA, firmándose un convenio para su ampliación en 2007, entonces por la alcaldesa Rosa Aguilar con la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez. Todo ello, para desembocar en la reciente publicación de «la carta de aproximación», herramienta necesaria para la seguridad de los vuelos comerciales, que va a posibilitar que 16 años después, con una inversión cercana a los 100 millones de euros, comiencen con expectación el próximo día 6 de diciembre el primero de los vuelos comerciales a capitales europeas de la mano del touroperador internacional Mapatours, animándose otras compañías como Binter o Air Nostrum. Frente a la apatía de otras muchas iniciativas, por fin el vértigo ha desaparecido y existe gran expectación por la sociedad cordobesa. Tras completarse las plazas del primer Boeing 737, hay lista de espera. Y ya se estudian próximos viajes a Praga, Roma, Estambul y otras capitales europeas.

Viajes que no sólo serán de salida, sino también de llegada, y podrán potenciar de forma cualitativa nuestro turismo cultural y de congresos, haciéndonos mucho más competitivos con otros destinos cercanos como Málaga, Granada o Sevilla, dado que además las tasas aeroportuarias son bastante más baratas que otros aeródromos, lo que generará mayores oportunidades de riqueza y empleo en nuestra provincia. Sin duda, una magnífica noticia de la que hay que felicitar a todas las administraciones y protagonistas que la hicieron posible y que, ahora, la iniciativa privada multiplicará. Otros destinos como la costa mediterránea, norte de África o Reino Unido ya exigen la previsión y dotación de la correspondiente aduana para que lo que tanto tardó en ser una realidad, tenga la magnitud y el tráfico necesario para sacarle el máximo partido y hacerla una herramienta útil para nuestra maltrecha economía. Sí, definitivamente Córdoba necesita volar, para crecer y perder los miedos, para mirar el mundo desde otra perspectiva, para acercarse más a los cielos. Escribía Richard Bach, en ‘Juan Salvador Gaviota’, que «volar es tanto más importante que un simple aletear de aquí para allá». Cuanto más se eleva un hombre, más pequeño les parece a quienes no saben volar, Nietzsche ‘dixit’.

** Abogado y mediador

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