Opinión | LA CAFETERA DE ASPASIA

Cuadros de amigas

Ayer leí en este mismo diario a la escritora Inés Martín Rodrigo decir que la mujer homosexual es una figura bastante invisible, aún a día de hoy. Desde luego, en pintura ha sido uno de los temas más disfrazados de todos los desnudos femeninos representados a lo largo de la historia, que han sido muy numerosos. Estas relaciones han sido tan manipuladas en la pintura clásica, que las excusas para representar juntas (y normalmente desnudas) a dos mujeres, medio retozando, han sido de lo más dispares. 

Podríamos pensar en el grabador Goltzius, uno de los mejores de su tiempo. Artista célebre y exitoso gracias a sus oportunas ilustraciones de temas míticos, en los que casualmente se describían escenas muy afines al relato erótico. Ejemplo de ello podría ser su obra «Fortaleza y paciencia», que describe a dos robustas señoras desnudas en el campo, abrazadas y mirándose con entrega a los ojos. De las miles de formas en las que se puede representar la fortaleza o paciencia humana, parece que dos mujeres sin ropa en una escena erotizada sería una excusa perfecta para representar de un modo evidente estos aspectos del amor humano que no se querían explicitar. 

Más evidente fue la propuesta del realista Courbet con su pieza conocida como «El sueño», «Las dos amigas» o «Pereza o lujuria» quien, en 1866, el mismo año en el que pintó su célebre «El origen del mundo» (primerísimo plano de un pubis femenino), pintaba a dos señoras en la cama, felices, abrazadas y descansando desnudas entre un collar de perlas, peinas caídas, flores y demás restos de lo que parece un estupendo naufragio íntimo. Aquí no ha diosas ni simbología, hay dos jóvenes humanas, pero la excusa para representarlas es el sueño, una actividad tan femenina como masculina. Evidentemente, el cuadro no trata este tema del título.

Algunas autoras lesbianas abordaron el tema de frente, llenas de creatividad y valentía como Alice Austen quien, en plenos años veinte del pasado siglo, se autorretrató con su pareja Gertrud Tate en multitud de escenificaciones muy osadas para la época, con más fuerza que erotismo. En estos días que se va a celebrar el Día del Orgullo, los prejuicios nos recuerdan que, a veces, nos creemos muy modernos, pero seguimos cometiendo las mismas injusticias, que hace siglos.  

* Artista y profesora de la Universidad de Sevilla

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