El amor es más que palabras. Los poetas, incluso, lo magnifican, lo engrandecen. Y más cuando ese amor se convierte en pasado. También existe algo más que el amor y esa suele ser la eterna divagación de los seres humanos, de los poetas en ejercicio.

Álvaro Petit Zarzalejos (Bilbao, 1991) vive en Madrid y ha buceado en varias empresas literarias. Que aún me duelas ha sido seleccionado como merecedor a un accésit del Premio Adonáis de Poesía 2017 y en el amor se hace ausencia y dolor, recuerdo y esperanza. Si sus versos se acercan a los de Pedro Salinas, Luis Cernuda o García Lorca, también forman parte de un todo único capaz de suscitar la emoción que ese sentimiento se adueña del ser humano. Ya en su «Oración inicial» dedicada a Antonio Machado habla de ese dolor: «A ti vuelvo, a tus versos,/anhelando, herido y desdichado». Lo que sucede es que pocas veces el poeta es capaz de sincerarse, de dialogar con esa amada oculta, lejana, misteriosa o difícil. Cuando lo hace, podemos leer: «Será esperanza que tú aún me duelas,/después de tanto tiempo. Será que/aún permaneces-pura inmanencia-/clamando sordamente en lo absoluto». Estamos en la primera parte del libro, «Pura tradición de ruinas», donde cierta angustia existencial y, también, ese mensaje de soledad que azota al amante apartado del objeto de su amor produce una reflexión sorda, vital: «Querer/escribir un buen poema/sobre ti,/sin saber,/sin poder...». ¿Y qué decir cuando leemos: «Pesadamente avanzan las palabras,/innominadas sus dicciones,/aún en su sentido desmayadas?». Es la poesía.

La «No comprada gracia de la vida» es la segunda parte donde, y también el amor, otros recuerdos se convierten en motivo existencial para permanecer en el espacio lúdico de cierta soledad amenazada: «Yo quería ser todo un hombre culto,/de amplias referencias, con nombres propios/que mencionar en las conversaciones/de bar: un gentleman del espíritu». Es como ensayar una carrera hacia los grandes diálogos, los que son capaces de hacer inteligibles los deseos y las ambiciones del ser humano, a la ordenada vitalidad que únicamente parece no existir cuando se nos escapa. Así es como Petit escribe en el poema dedicado a María Rodríguez Lefler: «Hay cierto valor en una sonrisa,/cierto imperio. Es como batirse en duelo/con la existencia, como un jergón blando,/igual que una barbacana enlabiada,/o una osadía, signo de almas libres». En ese permanente estado de contemplación que es la poesía el mundo se hace amplio, inmenso, y el poeta trata de transformarlo, de acomodarlo a sus propias sensaciones. «Desde ahora, ceso en el recuerdo./Sabedlo. Recordadlo. Y, tan pronto/me veáis en alguna terraza/pensando, asaltadme sin remilgos/y recordadme esos pocos versos./Ceso ya en el recuerdo. Sabedlo». Es el valor simbólico del verso.

‘Que aún me duelas’. Autor: Álvaro Petit Zarzalejos. Editorial: Ediciones Rialp. Madrid, 2018.