A penas un año después de publicar Sea un arma , donde se recogía una muestra de la poesía visual y de los aforismos de Ismael Velázquez Juárez (Iztapalapa, Distrito Federal, México, 1960), Ediciones Liliputienses vuelve a apostar por el poeta mexicano y edita en España su sexto poemario, Poemas idiotas , publicado en 2019, en Bolivia, por la editorial Electrodependiente.

Bajo un título cargado de ironía, que se mueve entre la provocación y la captatio benevolentiae , y que, más allá de la falsa modestia, encierra toda una declaración de intenciones, Velázquez Juárez ofrece 73 poemas sin título, más o menos breves, escritos en metros cortos y aparentemente sencillos, nacidos de las pequeñas anécdotas cotidianas que son trascendidas por el descaro y el desparpajo de quien ve la vida con el escepticismo necesario para buscar un sentido a nuestra torpe e inútil existencia. Y aquí radica la fecunda idiotez de estos poemas.

Concebida la poesía como un instrumento de conocimiento que más allá de buscar respuestas ahonda en las preguntas que nos definen -como se plantea en el rotundo poema que abre el conjunto, en el cual un hombre excava un túnel sin intención de encontrar salida alguna-, los poemas, en apariencia simples, parten de situaciones triviales para, a través del poder de la palabra directa y despojada, poner el dedo en la llaga de los problemas que preocupan al autor: la incomunicación de la sociedad actual («un hombre sentado/quieto y mudo/al que le pican/las abejas/lo lame un perro/se le posan las moscas/y se deja cubrir tranquilamente/no es un hombre/es una silla»), el hastío («¿por qué dios/no nos hizo capaces/de dormir de pie/en mitad de cualquier lugar/a mitad de cualquier cosa/a cualquier hora/justo como hacen los caballos/cuando se aburren del mundo?»), el amor («tocan/a la puerta/otra vez/no eres tú/salgo por la ventana/y toco/ahora yo/la puerta/nadie abre/otra vez no estás tú/entro por la ventana/y me siento/espero»), la soledad («que tú vuelvas/y yo no me dé cuenta/ni esa noche/ni al día siguiente/ni al siguiente del siguiente/y siga mi vida/como si nunca te volviera a ver»), la vejez («envejecer es recordar/lo que no quieres/y olvidar lo que te importa»), la muerte (cambiar un foco/no requiere/casi nada/otro foco/como alguien/que nace/y se sabe/que es otro/que muere»), la ausencia o dejadez de Dios («o déjame usar/el tuyo/(me refiero a tu silencio tan omnipotente)/para calmarme/y no pensar/que pudiste/estar ahí/todo el tiempo/pero eras sordo»), la incertidumbre («los monstruos/no existen/tampoco/somos nosotros/ni los otros/y eso/es triste») o la propia poesía, como el poema que da título a este volumen sólido y homogéneo que muestra a un poeta en plena madurez creativa: «un/poema/de verdad/es como/un asesino/nunca/se muestra/solo/un poema idiota/lo hace».