ENTREVISTA | Ximo Tébar Guitarrista

«El jazz y el flamenco son músicas vivas con las que pasan cosas al interpretarlas»

El prestigiosos guitarrista cierra hoy en el Góngora, junto al organista Pat Bianchi y el baterista Nathaniel Townsley, el festival Qurtubajazz

Ximo Tébar, con su guitarra a las puertas del Teatro Góngora, donde actúa hoy.

Ximo Tébar, con su guitarra a las puertas del Teatro Góngora, donde actúa hoy. / Óscar Barrionuevo

El guitarrista valenciano de alcance internacional Ximo Tébar se encargará este sábado de clausurar en el Teatro Góngora el festival Qurtubajaz junto al organista Pat Bianchi y el baterista Nathaniel Townsley, dos brillantes músicos que, junto Tébar ofrecerán un concierto de esos que no se ven mucho, ya que recurren a la sonoridad del trío estándar del jazz -órgano, guitarra y batería-, un formato que no se suele dar. Con una veintena de trabajos publicados, numerosos reconocimientos, entre ellos dos premios nacionales, este músico polifacético que comenzó en el flamenco aún sigue sintiendo algo muy especial por el arte jondo, ya que, dice, «el jazz y el flamenco son músicas vivas en las que pasan cosas al interpretarlas».

Entró en el mundo de la guitarra a través del flamenco. ¿Cómo fue el salto al jazz?

Como muchas cosas que pasan en la vida, fue una casualidad. Se cruzó un amigo que tocaba la guitarra y dominaba las músicas brasileñas, el swing, y ese tipo de armonías y sonoridad que se diferenciaba de lo que yo acostumbraba a tocar, que era flamenco y clásica, me sedujo y empecé a estudiar ese tipo de música, a cambiar el ritmo.

 Ambos géneros son música de raíz, igual que otros que ha fusionado. ¿Es por eso que le gusta tanto el jazz a los flamencos y viceversa?

Sí, porque son músicas, sobre todo, vivas, en las que pasan cosas en el momento en el que se están interpretando, que trascienden y que no se ensayan. Es un lenguaje, y esa conversación puede desarrollarse en un tono u otro en función de cómo van participando los músicos en esa conversación, algo que no sucede en otros géneros en los que la música está escrita, encorsetada, y no tienen esa libertad y esa posibilidad de crearla en el momento. Por eso el flamenco y el jazz están tan vinculados.

De alguna manera, ¿el flamenco y el jazz son improvisación?

Sí. El jazz tiene la improvisación como esencia y el flamenco goza de las distintas interpretaciones de los cantaores, sus falsetas, es una música abierta también a la improvisación.

¿Qué es para usted el flamenco?

A nivel personal, ha sido la música que primero me llegó a la hora de formarme como guitarrista y como músico. Requiere una disciplina y un rigor muy serio, tanto para cantarlo, como para tocarlo. Es una música muy de raíz, pero no es para nada sencilla de interpretar y aprender.

Hace algo más de 30 años de la salida de ‘Son Mediterráneo’. ¿Qué supuso ese disco?

Supuso mi proyección internacional. Con ese disco firme con la compañía Warner y eso fue muy potente. Les gustó esa música diferente que yo había investigado en discos anteriores, había trabajado mucho en la fusión de músicas mediterráneas con el flamenco y el jazz, que es lo que me identifica como artista desde entonces.   

«Creo que el interés por el jazz es el mismo que hace treinta años. Es una música minoritaria»

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Acabó creando un estilo, como el son cubano.

Así es, Son Mediterráneo se convirtió en un disco de referencia y la crítica y los investigadores me hicieron creador del son mediterráneo, y eso es un honor para mí. Lo hice sin darme cuenta, que es como mejor surgen las cosas.  

En todo este tiempo ha cosechado una reconocida y meteórica trayectoria en el mundo del jazz, subiendo al escenario con los mejores. ¿Qué artistas han dejado huella en usted?

Sobre todo Lou Bennett, con quien estuve en Córdoba, por cierto. Fue mi mentor. Gané en dos ocasiones el Premio Nacional de Músicas Actuales y eso me llevó a encontrarme en un escenario con Bennett, y a partir de ese momento hasta que falleció estuve con él de gira por todo el mundo, lo que me permitió conocer a los más grandes del jazz. Eran sus amigos y yo estaba ahí. Y todo eso me aportó una formación impagable y conocer los lenguajes del blues y del jazz. También es muy importante para mí Jorge Pardo, una máxima referencia del flamenco que me introdujo en el objetivo de buscar un sonido propio. Antes era más ortodoxo, pero él me hizo abrir mi mente. Luego vinieron otros, y de todo ellos aprendí de música y de humanidad. 

«Jorge Pardo abrió mi mente para buscar un sonido propio. Antes era más ortodoxo»

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Conoció a Paco de Lucía. ¿Como era?

Sencillo y espontáneo, un tipo tranquilo y humilde. Además de tener una forma de transmitir conocimiento y sabiduría muy al modo de un maestro de Kung Fu, es decir, no te decía las cosas, pero de alguna manera te las estaba diciendo. 

¿Cómo cree que ha cambiado el panorama del jazz desde que empezó, allá por los años ochenta, hasta ahora? ¿Hay más o menos interés por parte del público?

Creo que el interés es el mismo, la música de jazz es minoritaria aquí, en Europa y en EEUU, aunque es una música tradicional americana. La diferencia que veo en los últimos 35 años es que cada territorio, de alguna forma, se ha ocupado de hacer cosas como las de Chano Domínguez o Jorge Pardo, que han construido su propio jazz. 

Disfruta con muchos tipos de música. ¿Cuál es el último disco que ha comprado?

Ya ni me acuerdo, ahora ya no se compran discos. Pero lo último que estoy escuchando es un disco del violonchelista francés Mathiu Saglio. Hace una fusión de jazz, música clásica y músicas del mundo muy interesante. 

Sus conciertos son muy distintos dependiendo del escenario y el público, y para eso se necesita mucha complicidad con el equipo. Y usted, el organista Pat Bianchi y el baterista Nathaniel Townsley la han demostrado con creces. Los tres clausurarán Qurtubajazz, el encuentro cordobés con el género. ¿Qué va a poder ver el público hoy en el Teatro Góngora?

El concierto va a consistir en una reunión de tres músicos que dominan el lenguaje del jazz y del blues. Una de las peculiaridades es la sonoridad del trío estándar de guitarras de jazz, órgano, guitarra y batería, y eso es un formato que no se suele dar. El sonido del órgano Hammond es envolvente, espectacular. Además, la intercomunicación entre los tres es muy dinámica y con una componente de virtuosismo muy potente. Bianchi está considerado el mejor organista de jazz del mundo, igual que Townsley en la batería. Es una oportunidad para el público de Córdoba .

Ha pasado muchas veces por Córdoba, ¿Cómo se siente en esta ciudad?

Es mi casa, conozco a mucha gente y, de hecho, he venido un día antes del concierto para disfrutarla.

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