CONMOCIÓN EN EL MUNDO DE LA CULTURA

El pueblo de Córdoba ofrece la última despedida a Antonio Gala en su Fundación

Residentes de anteriores promociones, de todas partes de España, homenajean al escritor | El antiguo convento del Corpus Christi se llena de dolor durante un acto sencillo, previo al traslado del féretro al crematorio

Todo el que de alguna forma, directa o indirectamente, haya tenido alguna vez relación o haya visto su vida modificada por la existencia de Antonio Gala, ha llenado este lunes el patio de entrada al antiguo convento del Corpus Christi, en cuya antigua capilla se ha celebrado el último acto homenaje al ingenioso creador antes del traslado de su cuerpo al crematorio para más adelante, ya en la intimidad intramuros, esparcir las cenizas en uno de los jardines.

La congregación de esta tarde en la Fundación, el mayor legado del poeta que lleva en su nombre, ha tenido poco carácter funerario dado que no ha habido misa, ni indicios de cualquier otra manifestación religiosa. Por el contrario, la sencillez ha primado en un acto relativamente breve, caracterizado por una intensa emotividad y mucho dolor entre los antiguos residentes, varios de los cuales han acudido desde otras comunidades para asimilar la pérdida de quien les impulsó en sus propósitos vitales.

Autoridades como Rafaela Valenzuela, subdelegada del Gobierno en Córdoba o Blanca Torrent, delegada de Reactivación Económica, quienes no habían acudido a la capilla ardiente esta mañana, han hecho acto de presencia junto con Carmen González, concejala del PSOE, y otros representantes de grupos políticos. Asimismo, se ha visto entre los asistentes a personalidades de la cultura como María Dolores Baena, directora del Museo Arqueológico de Córdoba o la actriz Marisol Membrillo.

La música de la Camerata Gala ha llenado la antigua capilla, convertida en salón de actos, con la incidencia del violín del músico de la Orquesta de Córdoba, Alejandro Muñoz. Asimismo, Cristina Megía, pintora de la primera promoción de residentes, ha dado un bello discurso en nombre de todas las promociones, para agradecer el efecto de esta institución en sus trayectorias. Iniciativa a la que se ha unido Rubén Jordan, tutor de música de la Fundación, con la lectura de uno de los sonetos de Zubia. Es hora ya de levantar el vuelo... Comenzaba el poema, lo que hacía saltar las lágrimas de los residentes junto a la siguiente lectura, la del poema Sierra de Córdoba, por María Sevilla.

Los aplausos se han escuchado desde la calle y las lágrimas han caído por los rostros más expresivos --los más contenidos tenían la mirada perdida-- mientras el féretro salía de la capilla ardiente a hombros de Antonio Hurtado, antiguo economista de la Diputación y candidato por el PSOE a las últimas elecciones municipales; Rafael Castejón, técnico del Ayuntamiento; Manuel Torralbo, actual rector de la UCO; el presidente del Ateneo de Córdoba, Federico Roca; el presidente de la Fundación Gala, Francisco Moreno y el músico Antonio Manuel Rodríguez, promotor de la idea de que pongan el nombre de Antonio Gala al Gran Teatro.

Entre aplausos que no paraban de sonar e incesantes guirnaldas de flores que han ido introduciendo en el séquito de coches fúnebres, sobre el patio del luminoso convento ha quedado una sensación de vacío, de anhelo. "Ya no podré defender mi tesis en vida de Antonio Gala, pero la defenderé en octubre, coincidiendo con su cumpleaños, para celebrar su vida", ha comentado Pedro J. Plaza, de la última promoción de residentes.

Antonio Gala creía en la idea de vivir para el arte y no del arte. Defendía el sentarse a mirar, escuchar al otro, para buscar el invencible amor, siempre detrás de la puerta. Veía belleza en la marginalidad, en la conexión entre las artes. El mejor homenaje posible es seguir creyendo en la cultura y lo extraordinario de lo cotidiano.