Al margen

Till, el crimen que lo cambió todo

"Estamos ante una cinta necesaria, pese a que alberga mejores intenciones que riesgos artísticos"

Fotograma de la película.

Fotograma de la película. / Diario CÓRDOBA

Es duro pensarlo, pero esta película se ha construido a partir de unos hechos. Más concretamente, esa realidad dio a luz un libro que inspiró este guion. Y para que conste, la directora nigeriana Chinonye Chukwu lo pone en imagen sin evitar mostrar el horror de aquello y sus consecuencias desde el punto de vista de una madre que se niega a dejar de sufrir ocultando lo sucedido. Estamos en Misisipi, año 1955. Un niño negro, Emmett Louis Till, es secuestrado, torturado y asesinado por, simplemente, decir a una mujer blanca que parece una estrella de cine. Y por silbarle... Vaya ofensa.

A partir de ahí, entra en acción la mujer que cambió todo gracias a su valentía y coraje a la hora de enfrentarse a ello; porque, en lugar de reconocer el cadáver de su hijo y taparlo con la sábana, lo muestra a la prensa y expone la situación ante la sociedad de la época, para así denunciar el racismo y la injusticia. No obstante, se narra correctamente cómo se desarrolló el caso y el proceso judicial a que dio lugar, así como la vergonzosa resolución del mismo.

Para ello, era necesario una actriz capaz de llenar de emotividad y expresividad a su personaje, a esa mujer que fue capaz de enfrentarse al racismo más radical, y desde luego no defrauda Danielle Deadwyller en el papel protagonista encarnando a Mamie Till-Bradley. Otro valor que posee esta producción sería el valor testimonial de lo narrado, y para remarcarlo conviene leer los textos que clausuran el filme, porque el gran público conocía lo que vino después: los asesinatos de Matin Luther King o Malcolm X… Pero este terrible suceso permanecía oculto y, ahora, gracias a este relato en forma de biopic, llegará a ser conocido setenta años después.

Por tanto, estamos ante una cinta necesaria, pese a que alberga mejores intenciones que riesgos artísticos en cuanto a lo puramente cinematográfico, por lo convencional del resultado final y algunos excesos innecesarios para acentuar el sentimentalismo de algunos pasajes.

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