¿Se pueden hacer juicios de valor sobre la idiosincrasia de grupos o revistas literarias fuera del contexto de su tiempo, costumbres y circunstancias? Tal vez no. Sería como una especie de revisionismo cultural o ajuste a las sensibilidades propias de cada época, que no lleva a nada y es un sinsentido. Es cierto que tiene un uso académico legítimo, pero otro improcedente que nada tiene que ver con la investigación y el estudio crítico. En el segundo se corre el riesgo de la verdad cuando se mira el ayer con la óptica actual.

A veces esto ocurre sin venir a cuento, como recientemente cierto empeño en buscarles «compañeras poetas» a los «cánticos». No basta lo coetáneo, la cercanía, las colaboraciones en las páginas de una revista ni las traducciones. Hay fervores que nada tienen de acreditados. La historia de este tipo de publicaciones literarias está repleta de nombres que no son ni siquiera afines y también de epígonos. Pertenecer a algo es mucho más que todo eso, es tener el mismo espíritu, formas de vida y valores, haber estado de manera decisoria y efectiva en su transcurrir del hecho, además de la poética, fundamental y principal.

Los grupos o revistas literarias no son entidades aleatorias y conllevan características muy peculiares, no podrían ser de otra manera, de lo contrario serían otra cosa. Nacen desde el fervor de la misma literatura y del talante afín de sus creadores, sustentados y vinculados entre sí, rodeados siempre de circunstancias muy concretas y de realidades nominativas, y no hay un antes y un después, existe el momento precursor y sus propiedades tangibles. Son pura libertad y gusto literario, y mucho tiene que ver el momento sociológico de su tiempo.