El atrevimiento que tuvo el entonces policía local de Hornachuelos Fernando Morales (creador de Moramiel) de presentarse en Córdoba con sus productos de apicultura, al que se sumó otro compañero de profesión y de afición colmenera de Montoro, Lorenzo Ruiz, fue el germen hace 25 años de la feria Expomiel que puso en marcha la Diputación.
También, cuenta Ruiz, se sumó COAG, la única organización agraria que les dio amparo cuando plantearon sus inquietudes. Hoy, en Expomiel siguen estando presentes los productos de ambos colmeneros, aunque del primero, ya fallecido, tomaron el relevo sus hijas. Pilar señaló a este periódico que mantiene vivo su compromiso con la feria, pese a estar viviendo un año «catastrófico», porque la producción se ha visto reducido en un 80%.
Un cuarto de siglo después, la feria de apicultura de Córdoba es todo símbolo para la actividad en Andalucía, hasta el punto de que, desde hace varios años, acuden a ella expositores de otras provincias y sirve, además, de ejemplo para otras experiencias. Así, ayer se dieron cita también en la Diputación los integrantes de una expedición marroquí, que, auspiciados por la oengé cordobesa Bosque y comunidad, pretenden poner en marcha un proyecto vinculado a la apicultura sostenibel con «enfoque de género», según explica su cicerone por la feria, Martina Zingari, que señala que el objetivo es poner en marcha una actividad apícola, muy masculinizada en Marruecos, en la que las mujeres se incorporen en la vertiente de creación de cosméticos y otros productos complementarios.
Expomiel es una feria que se presta mucho a la degustación y a la búsqueda de lo distinto, como la hidromiel, una bebida elaborada a base de miel de castaño, que presenta un expositor de la Axarquía malagueña o el sinfín de elaboraciones que se pueden desarrollar a partir de la miel y sus derivados, como una crema de chocolate que distribuye Miel Sierra de Montoro.
La feria de la apicultura es un lugar, asimismo, muy atractivo para los menores. Ayer, varios colegios se apresuraron a visitar el certamen. Los escolares tuvieron la posibilidad de sentirse apicultores por un día, vistiendo un atuendo preparado para recibir miles de agijonazos, como el que está dando este funesto año que está atravesando el sector.
