CRISIS DE REFUGIADOS

La historia de una gran familia: el gran gesto de un matrimonio de Hinojosa del Duque

Esta pareja ha acogido a un numeroso grupo de personas de Ucrania para no separar a los familiares que se iban a dividir | Viven en una casa que estaba vacía y ya se adaptan a su nueva vida

Alicia Murillo con algunos de sus hijos y las 14 personas llegadas a Hinojosa del Duque desde Ucrania huyendo de la guerra.

Alicia Murillo con algunos de sus hijos y las 14 personas llegadas a Hinojosa del Duque desde Ucrania huyendo de la guerra. / Rafa Sánchez

Fue el 24 de marzo cuando un autobús llegó a Córdoba con 49 refugiados ucranianos que huían de la guerra. Gracias a la Fundación Cinco Caballeros y al gesto solidario de las familias de acogida, dispuestas a dar cobijo y a ayudar a estas personas, han empezado una nueva vida.

Allí, junto al autobús que acababa de llegar, estaban José Ignacio Rodríguez y Alicia Murillo, de Hinojosa del Duque. Tras ver por televisión el horror de la guerra y tener referencias directas de la situación por los contactos comerciales en Ucrania de la empresa familiar, decidieron emplear una casa vacía que tenían para la acogida. En principio iban a llegar 7 personas, pero luego desde la Fundación les pidieron hacerse cargo de 2 personas más. 

Los pequeños y jóvenes van a ir al colegio e instituto y los mayores desean poder trabajar

Pero esa noche hubo cambio de planes. Había un grupo de 14 personas que en principio se pensaba que eran de dos núcleos familiares distintos por tener apellidos diferentes. Así 9 de ellas, procedentes de Zaporiyia, iban a ir a Hinojosa y 5, de Kiev, a Pedro Abad. Sin embargo, estaban relacionadas entre sí. A la intérprete que les acompañaba en la llegada le cuentan la situación y que no querían separarse al haber estado juntos desde la frontera con Polonia. Las familias de acogida se plantean qué hacer y tras mirarse José Ignacio y Alicia deciden tirarse para adelante: «venga nos los llevamos todos» y así se hicieron cargo de los 14 y asumiendo mediante su firma esa responsabilidad. Son mujeres, chicas jóvenes y niños. Se trata de Tamara, Olga, Krystyna, Marat, Gleb, Natalya, Sergei, Olexander, Renata, Nykyta, Yevheniia, Alina, Mykhailo y Andrey.

Pasadas ya dos semanas, Alicia Murillo cuenta a Diario CÓRDOBA que «tras tomar la decisión de llevarnos a todos una chica joven me dio un abrazo que no se me va a olvidar nunca, me llegó al corazón». Eran parientes y no querían separarse al llegar a un país distinto, con gente desconocida o con un idioma diferente.

Han recuperado la sonrisa pero muestran su preocupación por los familiares que sufren en Ucrania.

Han recuperado la sonrisa pero muestran su preocupación por los familiares que sufren en Ucrania. / Rafa Sánchez

Aquella noche habían ido a Córdoba con dos coches y un total de nueve plazas pero un hombre de Cerro Muriano, hermano del chófer del autobús, se ofreció a llevar al resto a Hinojosa, mientras que otra persona ayudó también llevando las maletas.

Estas 14 personas «aquella noche venían serios, asustados y sin hablar». Llegaron tarde pero desde un bar cercano de Hinojosa les prepararon unos flamenquines y unas patatas fritas.

Esa noche ni José Ignacio ni su mujer pudieron pegar ojo ante la decisión tomada pero no se arrepiente en absoluto. Están residiendo en la casa de los padres de Alicia que tenían vacía y que es cercana al domicilio familiar. Este matrimonio hinojoseño, que además tienen cinco hijos, se ha hecho también cargo de la ropa y de la comida, con la colaboración de vecinos, amigos y familiares.   

Agradecidos

Nada más entrar en la casa de acogida, Alicia y sus hijos reciben el abrazo de Gleb y de Mykhailo. En la casa hay mucho jaleo, los niños juegan en el patio y en el pasillo, las jóvenes ayudan en las tareas y las mujeres adultas no dejan de dar las gracias a Alicia y a su marido, lo repiten una y otra vez y señalan que «son buenas personas».

La comunicación es difícil porque sólo hablan ucraniano y para entenderse hay que emplear una aplicación del móvil que traduce, bueno más o menos, lo expresado en ucraniano y a la inversa.

Allí Krystyna, que tiene 25 años, cuenta que «Alicia tiene un gran corazón y que su familia es muy generosa al haber acogido a 14 personas». Relata que los hombres se han quedado allí y están «muy preocupados» por ellos y por sus familiares y amigos que siguen en Ucrania. Añade que «los apoyamos moralmente». Además, manifiesta que «no tenemos buenas noticias, las casas están destrozadas, hay muchas muertes y esto no acaba». Muestran gestos de felicidad pero no dejan de estar pendientes de las noticias.

Olga, que tiene 65 años y es la mayor del grupo, se ha recuperado tras tener que ser atendida en el hospital de Pozoblanco por el estrés de la experiencia vivida. Los jóvenes van a empezar pronto a ir al colegio e instituto y los mayores no quieren ser una carga y esperan poder trabajar.

Alicia y José Ignacio son un ejemplo de humanidad ya que también desde su empresa Hermanos Rodríguez Barbancho han enviado ya un camión a Ucrania lleno de alimentos, también con muchas colaboraciones de toda la comarca.

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