Dieta mediterránea | Evolución desde el covid

La subida del 44% en los alimentos pone en riesgo los hábitos saludables de los cordobeses

Los expertos consideran que el fuerte incremento convierte en un reto mantener una alimentación sana

Productos como el aceite de oliva se han encarecido hasta un 141% en cuatro años

Compras en el mercado de abastos de Ciudad Jardín

Compras en el mercado de abastos de Ciudad Jardín / Víctor Castro

María José S. Guardiola

María José S. Guardiola

Mantener una adecuada alimentación sin renunciar a los hábitos más saludables se ha vuelto una odisea debido al encarecimiento constante de los productos básicos que integran la cesta de la compra. En los últimos años, los precios se han disparado en la mayoría de los alimentos. Desde principios del 2020, un poco antes del estallido del coronavirus, hasta la actualidad, productos básicos que forman parte de la dieta mediterránea han experimentado un encarecimiento medio del 44%. En particular, destaca el aceite de oliva, que está un 141% más caro que hace cuatro años, como se puede observar en los datos que publica el Instituto Nacional de Estadística para Andalucía (no publica datos provinciales con este nivel de detalle).

Otros productos básicos también han anotado subidas en los bolsillos de los consumidores, aunque el aceite de oliva, fundamental en la dieta mediterránea, se mantiene en primera posición. De esta forma, desde enero de 2020 al mismo mes de este año, el precio de la leche ha subido un 39%, al igual que el de los huevos, que registra un incremento del 38%. Las subidas más elevadas se pueden ver en las legumbres y hortalizas frescas, que suben un 43%, una cifra parecida a la que se da en las frutas, que han experimentado un crecimiento del 40%. No se quedan atrás carnes como la de vacuno o las patatas y sus preparados, ambos productos registran una subida del 33%. Los productos lácteos tienen un 28% más de variación y los pescados y el pan, un 22% y 21%, respectivamente.

Evolución del IPC en Andalucía.

Evolución del IPC en Andalucía. / r. azañón

Repercusión en la salud

El impacto del aumento del precio de los alimentos no solo afecta al bolsillo y a la cesta de la compra, también tiene una gran repercusión en la salud. El decano del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Andalucía, José María Capitán, explica que una subida como la que ha tenido el aceite de oliva u otros productos de primera necesidad ha influido en la capacidad de tener una buena nutrición, y más aún cuando entre las alternativas más económicas están otros productos poco saludables. «Hemos notado menos esa subida en productos de menor calidad nutricional, que son gratificantes desde el punto de vista del paladar, por tanto, se incentiva más su consumo con esta crisis económica que ha originado el alza en los precios de los productos», asegura.

Esta elección entre unos productos u otros «no es una renuncia voluntaria, ha sido casi un imperativo, una necesidad que se ha adoptado para reajustar el presupuesto familiar», añade. Así, señala, una alimentación en la que predominan los ultraprocesados y faltan productos frescos «perderá calidad» y aumentará la posibilidad de desarrollar «enfermedades como la obesidad, diabetes o, incluso, algunos tipos de cáncer».

A pesar de que algunos alimentos de la cesta cuenten con una rebaja del IVA -por el momento se mantendrá hasta junio del 2024-, para el decano, «no es suficiente, hay que eliminar el IVA en productos básicos esenciales saludables, y habría que multiplicar los impuestos de los alimentos insanos. Si queremos realmente actuar de una forma efectiva en pro de una alimentación saludable para toda la sociedad, hay que modificar los impuestos actuales, agravando los alimentos que son más perjudiciales para la salud y beneficiando a aquellos que son positivos», puntualiza el decano.

Estos son los alimentos que ayudan a bajar el colesterol

Imagen de alimentos en una tienda. / córdoba

Consejos

Los productos con alta calidad nutricional son imposibles de sustituir, aunque siempre hay opciones más económicas que favorecen la alimentación sana. Como resalta el profesional, la congelación de los productos es una forma de consumir verdura, carne o pescado. Las legumbres, algo más económicas, «son una proteína barata de una altísima calidad biológica», indica. También, muchos supermercados están tratando de luchar contra el excedente alimentario poniendo en oferta productos que están cercanos a la fecha de caducidad y que disminuyen su precio hasta un 30%, explica Capitán.

La dieta mediterránea, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, es símbolo de una correcta alimentación y en ella se contempla el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado, aceite de oliva y frutos secos, y una mayor moderación en el consumo de lácteos y carnes rojas.

La nutricionista del Hospital Quirónsalud Córdoba Lourdes de la Bastida explica que se están dejando de comprar productos de la dieta mediterránea como los frutos secos, ya que tienen un precio más alto. A pesar de la subida, la nutricionista apuesta por el aceite de oliva como grasa principal, ya que «puede ser antiinflamatorio, nos ayuda a aportar esos antioxidantes que tiene el aceite, y, como conocemos gracias a los estudios, reduce patologías a nivel cardiovascular, diabetes, tensión, incluso, a nivel oncológico». De la Bastida también alude a la actividad física y el ejercicio como parte de la dieta mediterránea.

Los precios obligan a sustituir productos

Como explica la pediatra especialista en endocrinología Ana Belén López Mármol, del Instituto Hispalense de Pediatría de Córdoba, «a los más pequeños les afecta incluso más que a los adultos, porque están en pleno crecimiento y si desde pequeñitos, encima, estamos favoreciendo y les estamos enseñando a comer peor, luego les va a costar más trabajo y van a tirar de productos ultraprocesados con más grasa no saludable». De esa forma, añade, «acabamos con una mala nutrición, y si ya venimos subiendo la obesidad y el sobrepeso infantil, con esto lo seguimos aumentando».

Este tipo de alimentación poco saludable puede provocar malnutrición infantil, favoreciendo el riesgo de tener arterioesclerosis, diabetes o hipercolesterolemia, explica. Esta aparición de colesterol alto en sangre puede adelantarse a edades tempranas, ya que con una alimentación más rica en grasas saturadas, azúcares, y grasas trans, «en vez de aparecer una hipercolesterolemia a los 30 años, puede aparecer a los 8 o 10 años». 

A jucio de esta pediatra, la fruta y verdura es lo que más se está sustituyendo. «Ahora, como están las cosas más caras, a un niño, en vez de darle de merendar fruta como hacíamos antes, se le da una magdalena o un croissant, que es más barato, y ahí es donde está sufriendo más la alimentación infantil. Quizás la familia intenta darle fruta, pero si antes le daba tres piezas al día, ahora le da una».

 Por ello, como explica López Mármol, potenciar la educación nutricional desde pequeños y acudir a los mercados y comercios de proximidad puede ser un punto de inflexión para acabar con la mala alimentación y crecer con una dieta rica en nutrientes.  

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