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Los intérpretes del patrimonio de Córdoba piden salir de una situación de "alegalidad"

Exigen a la Junta que recoja esta profesión en la Ley de Patrimonio Cultural

Rosa María García y Pilar de Gabriel Molina, intérpretes del patrimonio.

Rosa María García y Pilar de Gabriel Molina, intérpretes del patrimonio. / VÍCTOR CASTRO

Noelia Santos

Noelia Santos

En Córdoba hay en torno a 40 intérpretes del patrimonio, que forman parte de los colegios profesionales de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias (CDL), que piden salir de lo que califican una situación de «alegalidad». Rosa García es una de ellos y explica que los intérpretes del patrimonio son licenciados en Historia o Historia del Arte que ejercen a modo de cicerones. No son guías turísticos, pues no se trata de la misma categoría profesional.

Sin embargo, mientras los guías sí están amparados por un marco normativo, los intérpretes no. Esto les ha valido más de un encontronazo ya no solo con algunos guías, los cuales, asegura García, les han llegado a llamar «ilegales» o «intrusos»; sino con la propia Inspección de Turismo, que les ha multado en varias ocasiones. «El año pasado, en plena temporada alta, salieron a la caza de intérpretes del patrimonio», apunta García.

Una ley que recoja su categoría

La Junta de Andalucía trabaja en el Anteproyecto de Ley de Patrimonio Cultural de Andalucía, la cual, en un primer momento, parecía que iba a recoger la figura del intérprete. Es más, según García, en un acto celebrado durante las pasadas elecciones municipales en torno a este asunto, «todos los partidos políticos se mostraron conformes al reconocimiento de dicha figura». Ahora, estos profesionales temen que todo hayan sido «promesas vacías» y que la nueva ley no les reconozca.

El problema, expone García, es que se encuentran ahora mismo en una situación de «alegalidad», porque asevera que no son «ilegales», sino que «no hay una ley que nos ampare». Recuerda que «cualquier persona que quiera explicar un monumento debe leer antes un libro que habrá escrito un historiador, por lo que no tiene sentido que nosotros, que somos historiadores, no podamos explicar ese monumento». Aunque no haya ley que recoja esta figura, los intérpretes sí se basan en varias publicaciones que hablan de su profesión, como el Libro Blanco de Historia del Arte, publicado por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca).

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