LA CONTRACRÓNICA

El Córdoba CF vuelve a hablar en el campo: es lo que parece

El conjunto blanquiverde vuelve a reincidir en su imagen fantasmal y se corona como el peor equipo de la Primera Federación en La Línea

Antonio Casas al finalizar el encuentro.

Antonio Casas al finalizar el encuentro. / Erasmo Fenoy/LOF

Francisco Merino

Francisco Merino

Parece que ya está. Si el Córdoba CF tenía algo más que decir, lo hizo en La Línea. Y está mudo. No pudo con un adversario pésimo, una Balompédica Linense que transitaba por una crisis bestial y que buscaba puntos para evitar el descenso. Se los ganó ante el desvencijado grupo de Manuel Mosquera, un técnico atribulado ante unas circunstancias demenciales: un equipo que fue líder en la primera vuelta es el colista en la segunda. La metamorfosis sortea todos los análisis lógicos y alimenta la indignación del cordobesismo, que olisquea el timo.

Del play off ya se puede ir olvidando. El Celta B le saca ocho puntos -más el golaveraje- con nueve por jugarse aún en la Primera Federación. Por detrás le han pasado el Unionistas y el Mérida. Está en mitad de la tabla, viviendo de las rentas que le dejó la etapa de Germán Crespo. A falta de tres partidos certificó matemáticamente la permanencia en la categoría, un logro que, visto lo visto, conviene valorar como se merece. Si esto dura un poco más, el club se va a pique... otra vez.

González Calvo, Juanito y Cámara, en el estadio linense, ayer.

González Calvo, Juanito y Cámara, en el estadio linense, ayer. / LOF

La tómbola del once

Cuando los planes salen se llaman rotaciones. Cuando el rumbo se tuerce se tilda de tómbola. Mosquera tiró de inventiva para componer un once novedoso. Los focos se habían puesto en las vísperas en los flancos de la defensa. De lateral derecho salió un habitual central -Jorge Moreno, ante la ausencia obligada de José Ruiz y Carlos Puga- y en el ala izquierda había debate sobre si saldría Ekaitz o Calderón. Al final fueron los dos. Ni Simo ni Casas, los estandartes jóvenes. Tampoco Carracedo, el extremo al que se le apagó la luz. Sí Marco Camus, cedido por el Racing en el mercado de invierno, y Kike Márquez, empeñado en recobrar su imagen como elemento determinante. Mosquera le conoce bien. Como a Willy, que garantiza sangre caliente, algo imprescindible en una formación de cadavérico aspecto desde hace meses. Pero no salió nada. Montar el once es ya como tirar los dados.

Si el Córdoba buscaba un lugar para redimirse no había uno mejor que el Ciudad de La Línea, un recinto en obras que acoge a un equipo al que esa denominación le queda excesiva. Van a lo que sale, con una ingenuidad conmovedora. Han pasado por el banquillo balono tres entrenadores y llevaban meses sin un triunfo que echarse a la boca. Se mueven a trompicones, con esa fogosidad excesiva de quienes saben que están ante su gente en una etapa dura y les deben algo. Profesionalidad, como mínimo. Huelen a descenso. Pero les queda corazón y si tienen que irse, lo van a hacer tirando de vísceras.

De las Cuevas, afligido al final del partido entre el Córdoba CF y la Balompédica Linense.

De las Cuevas, afligido al final del partido entre el Córdoba CF y la Balompédica Linense. / LOF

En partidos así tratan de lucirse aquellos que pueden tener mercado el curso que viene, como Alhassan Koroma. El sierraleonés, que tiene en el Córdoba a una de sus víctimas preferidas, se marcó un tiro en parábola ante Carlos Marín que desnudó las carencias defensivas de los blanquiverdes. La Balona se sintió fuerte. La ventaja hizo más valientes a tipos como Omar Perdomo -uno de los protagonistas del ascenso cordobesista a Primera RFEF- o Yassin Fekir, hermano de la estrella del Betis. Hay que seguir, aquí o allá. El fútbol es así. Las lágrimas se secan pronto y la rueda sigue girando.

Al Córdoba no se le encendió la luz por más que se desgañitaba en la banda un Manuel Mosquera que hace lo que buenamente puede en medio de un escenario horroroso. El puñado de seguidores que se apostaba en la grada -siempre hay blanquiverdes, sea donde sea y vaya como vaya el equipo- trataba de digerir lo que estaba viendo: el desmentido semanal. Todas las promesas se diluyen en cuanto llega la hora de competir. 

"Ganad por él"

Durante la última semana se viralizó una imagen del último partido del Córdoba CF en El Arcángel: José Pedrosa "Pepillo", utilero del equipo, llorando en el banquillo y tapándose la cara con las manos después de la derrota ante el Racing de Ferrol. Los hinchas colgaron de la grada linense esa imagen con una frase: "Hay que ganar, ganad por él". El cordobesismo siempre recurre a sus héroes humildes cuando no se siente representado por el equipo. Pepillo es un símbolo de resistencia. Lo que ha visto ese hombre en el Córdoba le ha endurecido el pellejo, pero no el corazón. No se indigna -como hicieron algunos en la llegada de la expedición al estadio, "invitando" a muchos jugadores a irse- y lo lleva por dentro, sufriendo al viejo estilo. 

Calderón habla con aficionados del Córdoba CF al final del partido en La Línea.

Calderón habla con aficionados del Córdoba CF al final del partido en La Línea. / LOF

En el campo sucedía lo que se podía esperar entre los dos peores equipos a día de hoy en la categoría. Pelotazos, patadas, pifias... El pleito parecía durante muchos momentos una sucesión de gags. En medio del atasco salieron Simo, Casas y De las Cuevas. Los wonder boys y el futbolista que más tiempo lleva de todos en el equipo. Antes lo hizo Javi Flores, el jugador en activo con más partidos defendiendo el escudo del Córdoba CF. Lo mejorcito que hay. Pero ya no se ve la forma de dar un volantazo. Ni cambiando de hombres, ni de sistema, ni de entrenador, ni de discurso... La mutación más vergonzosa que jamás se haya visto en el Córdoba CF entra en su fase final. Sálvese quien pueda.

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