Opinión | Tormenta de verano

Cruces

Frente a los modelos de triunfadores al uso, es el día internacional de los Cristos Rotos

Más allá de las crónicas políticas y de los sucesos de última hora, para cerca de 2.500 millones de cristianos en el mundo, la noticia que sobresale y marca la agenda de hoy es la celebración del Viernes Santo, en que la cristiandad conmemora la muerte histórica de Jesús de Nazaret. Día de ayunos, luto y vía crucis; de celebraciones litúrgicas en el triduo pascual; de tradiciones y hornazos; de Nazarenos, Dolorosas, sepulcros y calvarios que salpican toda nuestra geografía y los recuerdos de nuestra infancia.

Frente a los modelos de triunfadores al uso, es el día internacional de los Cristos Rotos. El día mundial de todos los crucificados de la historia, de quienes entregan su vida por todas esas causas aparentemente perdidas en los senderos del mundo, causas nobles y calladas, incomprendidas, que no esperan el aplauso ni buscan la complacencia. Es el día del amor sin límites, de la fidelidad sin límites, frente al chantaje de la violencia y de la muerte, del oportunismo y del atajo. Frente a la cultura del relativismo, el interés y la utilidad, hoy es el día del escándalo de la coherencia hasta el final. Una jornada para lanzar un compromiso, más que una mirada, a los inocentes de todos los caminos, de todas las guerras, de todas las iniquidades que van creando las estructuras y coyunturas de un sistema desigual y perverso. Es el momento para descubrir a todos los Pilatos que, cerca de nosotros, se lavan las manos antes las injusticias; para desenmascarar los intereses de todos los sanedritas de nuestros días; para denunciar la perversión de todas las manipulaciones.

Frente a la ocultación y negación de la cruz como sinónimo de fracaso, elevamos y adoptamos la cruz como símbolo del cristianismo, para buscar el sentido de las cruces grandes y pequeñas que todos portamos, que muchas veces no comprendemos, y que ponen de manifiesto lo más descarnado y vulnerable del ser humano. Más que una jornada de respuestas o lecciones, es un día de contemplación y silencios. Decía Teresa de Jesús a sus hermanas de comunidad: «No os pido ahora que penséis en El ni que saquéis muchos conceptos ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más que le miréis». Qué importante es saber mirar, para descubrir el verdadero rostro de quienes tenemos al lado, el sentido real de lo que acontece a nuestro alrededor, o el verdadero yo que habita nuestro interior más profundo.

Y en esa contemplación, también es muy importante saber escuchar. Y este día recordamos las 7 palabras del Nazareno sobre el madero de la cruz, el sermón resumen, la última palabra del reo a muerte. Palabras de perdón por todas las veces que no sabemos realmente lo que hacemos. De esperanza ante la promesa de un paraíso inmediato. De encomienda de madres e hijos, de unos a otros en una cadena de mutuos cuidados que se perpetua a través de los siglos. De soledad y abandono compartidos ante el sufrimiento. De hambre de amor y sed de justicia. De cumplimiento de nuestro deber al entender que todo está consumado y de confiar, finalmente, que al Señor de la historia encomendamos nuestros afanes, quehaceres e inquietudes, lo que somos y sentimos.

* Abogado y mediador

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