Antes de la tempestad, entiéndase ésta como el diluvio de declaraciones a que dio lugar la rueda de prensa y a la que estaba cayendo de agua fuera de Caballerizas Reales, la presentación de los carteles fue un destacable despliegue multimedia que cambió la tradicional y aburrida lectura de combinaciones por imágenes musicadas y locutadas que cantaron las excelencias turísticas y taurinas de la ciudad, para finalizar con flases de los toreros anunciados y el listado de ternas. Chapó por la presentación, como se ocupó de destacar el delegado de Presidencia, Alfonso Igualada, cuando le dejaron meter baza en los postres del acto. Algo parecido de lo que le ocurrió a Tomás González de Canales, el presidente de la sociedad propietaria de Los Califas, quien al menos tuvo tiempo para decir que "como aficionado me parece que es una muy buena feria", aunque lamentó que no hubiera más toreros de Córdoba. "Nosotros tomamos nota del diseño de la Feria y veremos si se acierta o no", dejó en el aire. Igualada prefirió recurrir al socorrido "no están todos los que son pero sí son todos los que están". Claro que sobre esto último los autores no se ponen de acuerdo con algunos nombres mediáticos. Taquilleros, sí, pero sin argumentos dictados en el ruedo cordobés. Aunque ya saben que los contratos no se ganan en el ruedo. Pura utopía taurina. Ahora lo que se lleva es un buen móvil que se apague y se encienda según intereses. Y uno de ellos, precisamente, dejó escapar un politono recreando los clarines y timbales de La Maestranza. El toro va a salir, pareció avisar. Pues a correr.