Opinión | Tres en línea

Leña al mono

A Sánchez, las injurias de Milei le ponen la nueva campaña electoral justo en el punto donde él quería: en un esquema binario de rojos y azules, buenos y malos, donde pueda colocar al PP en el mismo bando de quienes usan la violencia

La caricatura que nos han hecho del ministro de Transportes pinta a un tipo con aspecto de troglodita, ligero de cascos y más aún de boca. Nada más lejos de la realidad. Puente podrá gustar o no, pero es probablemente el más político de los que se sientan en el Consejo, tiene cabeza y sabe lo que hace. Puente tiene la desgracia de haber sido designado por Sánchez para ser el killer del Ejecutivo, de ahí que vaya de una salida de tono a otra, y no conozco a ningún killer al que antes o después no hayan sacrificado los mismos que le hicieron el encargo. Pero tengo para mí que cuando insinuó en un acto con estudiantes hace dos semanas que Milei se drogaba, en fecha en la que el Gobierno ya conocía con toda seguridad que el presidente argentino visitaría España para participar en un conciliábulo de toda la ultraderecha europea patrocinado por Vox, la frase no fue el fruto de un calentón ni un exabrupto mal medido. Fue una provocación, que buscaba exactamente la reacción que provocó en el tipo de la motosierra.

Milei respondió con todo. Como es habitual en él. Si Puente no es ningún cazurro, Milei tampoco es ningún estúpido. Deleznable, por lo que dice, lo que hace y lo que defiende, sí. Pero tonto en absoluto. Él también mide lo que escupe. No hay nada que pueda justificar que el presidente de un país visite otro, no mantenga reunión alguna con los representantes de las instituciones del sitio que le acoge, e insulte gravemente al presidente de dicho país. Pero Milei sabe que el discurso antiespañol ha calado en la opinión pública no sólo argentina, sino de toda Latinoamérica, ahí está México como otro ejemplo, con lo cual juega a beneficio de inventario allí y le hace el trabajo sucio a sus conmilitones, aquí.

A Sánchez, por su parte, las injurias de Milei le ponen la nueva campaña electoral justo en el punto donde él quería: en un esquema binario de rojos y azules, buenos y malos, donde pueda colocar al PP en el mismo bando de quienes usan la violencia, por el momento verbal, y actúan como una verdadera multinacional en la que unos dan soporte a otros y todos juntos avanzan en la misma dirección del recorte de derechos y libertades, la liquidación de las garantías sociales y la implosión de la Unión Europea. Un esquema donde el totum revolutum de un lado sirva para disimular el propio.

Empleando las mismas armas populistas que denuncia, el líder socialista ha utilizado a Milei. Y Milei se ha avenido a este quilombo porque a esa internacional parda en la que comparte objetivos con Vox, el Frente Nacional de Le Pen y otros, lo que le interesa, precisamente, es la confrontación directa, sin intermediarios: frente al socialismo están ellos. Sólo ellos. La derecha liberal estorba, así que hay que sacarla del mapa. Decía Daniel Innerarity en un artículo de esta misma semana que es el momento de ayudar a la “derecha clásica”. Sánchez, que tiene al filósofo vasco/navarro entre aquellos a los que periódicamente escucha, no debe haber leído su más reciente texto. Por el contrario, lo que hace es darle cancha a Vox. Y Vox a él.

Así que a medianoche empieza otra campaña electoral. Desde 2015, la número 23 si no me fallan las cuentas (dos europeas, cinco legislativas, tres municipales y autonómicas de régimen general, cuatro en Cataluña, dos en Andalucía, tres en Galicia, otra que se sacó de la manga Ayuso en Madrid en pleno covid y tres más en el País Vasco), lo que hace este país casi imposible de gobernar porque sus líderes están permanentemente en la bronca y el eslógan.

Sánchez y Feijóo la abrirán en la Comunidad Valenciana, el socialista hoy mismo en València y el popular mañana en Elche. Feijóo volverá el último día para cerrar en València y Yolanda Díaz celebrará también su último acto en esa misma ciudad. Es lógico tanto foco puesto en ese territorio porque, además de ser el cuarto por censo electoral y PIB, es la mayor comunidad que el PP gobierna con Vox y el lugar donde primero se firmó un pacto entre populares y voxistas tras el 28M. El escenario ideal para la confrontación que se propone, que más que nunca va a ser de bloques ideológicos. En ese campo de batalla, Feijóo tendría que diferenciarse. Pero por ahora se ha mostrado incapaz de zafarse de la trampa que permanentemente le tienden un Sánchez que se ha especializado en marcarle la agenda (ahora viene Palestina) y un Abascal que sólo busca rompérsela. Por nadie que pase.

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